Hoy ya forma parte de nuestro diccionario tecnológico y está en la agenda de gobiernos y empresas. Hablamos de la inteligencia artificial, máquinas que aprenden interactuando con aquello que les rodea. Una tecnología que ya se usa en sistemas de diagnóstico médico, en los traductores de idiomas que encontramos en Internet y que será la base para que los coches conduzcan solos. Un potencial que podría ayudar a que nuestros servicios básicos fuesen más baratos y personalizados. De la aplicación y los retos que afronta la IA en uno de ellos, en la educación, se hablará el próximo 18 de noviembre en el II Congreso Internacional de Inteligencia Artificial que organiza El Independiente e impulsa Suma innova, la División de Innovación de Suma Gestión Tributaria, organismo de la Diputación de Alicante. Ahí estará Andrés Pedreño, director de AlicanTEC y miembro del grupo de expertos que ha redactado el libro blanco sobre IA en España.
Pregunta.- ¿Cómo cambia la inteligencia artificial al sector educativo?
Respuesta.- Quizá el ámbito más importante sea la personalización de la educación y un entorno donde los métodos educativos se adapten al alumno y no a la inversa. Por muchas razones todavía estamos lejos de encontrar referentes en esta línea. Pero donde sí un país como España está liderando la aplicación de la IA en las universidades es en el de los asistentes virtuales inteligentes basados en el procesamiento de lenguaje natural. La tecnología que usan universidades como la Universidad de Murcia (UM), la Universidad Complutense de Madrid (UCM), la UNIR o la Universidad Politécnica de Valencia (UPM) es puntera a nivel mundial superando a los casos de éxito que se han realizado en Estados Unidos; por ejemplo, en la UM o la UPM un chatbot atiende a más de 38.000 preguntas de alumnos con más de 8.000 conversaciones, acertando en el 93% de los casos y resolviendo un problema mayúsculo de atención al alumno en períodos de preinscripción y matrícula.
Falta una cultura social como país que permita valorar positivamente las iniciativas de las universidades
P.- ¿Cree que falta cultura tecnológica en nuestras universidades?
R.- No, hay una notable cultura tecnológica y capacidad incluso de liderar ciertas tecnologías específicas relacionadas con la IA. Quizá lo que falta es una cultura social como país que permita valorar positivamente las iniciativas de las universidades. Pero si fijamos retos acordes con el entorno internacional que lidera hoy la IA estoy seguro que a la cultura tecnológica de nuestras universidades le vendría bien robustecerla con incentivos para potenciar la formación en las carreras o titulaciones STEM -Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, según su acrónimo en inglés- , que permita el desarrollo de la IA y otras tecnologías disruptivas, así como su aplicación a todos los ámbitos científicos y disciplinares.
P.- En España aun no tenemos aprobada una ley nacional en IA, ¿cómo puede afectar no asumir a tiempo esta tecnología?
R.- Representará un coste de oportunidad importante. Algunas estimaciones reducen el crecimiento económico del PIB a la mitad de su potencial sin la concurrencia de la IA, dada la amplitud y relevancia de sus impactos sectoriales. No hay actividad o empresa que no se vea significativamente impactada.
P.- ¿A dónde debe ir esa financiación pública?
R.- Debe canalizarse a través de múltiples vías. Necesitamos consolidar el mejor talento y, por tanto, formar parte de las redes de investigación para aplicar la IA y ser líderes especialmente en los sectores productivos en los que estamos especializados. En este sentido las universidades son un pilar fundamental tanto para potenciar la IA de forma específica como para hibridar su aplicación en todos los ámbitos disciplinares. En algunos servicios públicos como la salud, la IA puede llegar a conseguir unos servicios sanitarios, en general, mucho más eficientes a través de una medicina muy personalizada y que además aborde con éxito avances relacionados con la cirugía robótica, con el mapa genético individualizado, con la información derivada de los wearables, con el diseño de fármacos individualizados o con tratamientos también individualizados para enfermedades complejas como el cáncer. Todo esto requerirá de inversiones importantes.
P.- ¿Estamos preparados para el cambio en la sociedad y, en concreto, en el empleo, que supone la aplicación de la inteligencia artificial?
R.- Muy desigualmente. Percibo que hay empresas privadas y organismos públicos que se están posicionando a la hora de diseñar estrategias para la aplicación del potencial que emana de la inteligencia artificial. Pero en general adolecemos de una gran desinformación incluso sobre los conceptos más básicos y especialmente del coste de oportunidad que puede representar un atraso relativo respecto a otros países. Al respecto sería muy interesante seguir el ejemplo de otros países como Finlandia, que están haciendo un gran esfuerzo para educar a la población en las ventajas y en los riesgos asociados a la IA.
La IA posibilitará que los humanos nos dediquemos a labores más complejas, creativas y emocionales
En el empleo se subraya frecuentemente el potencial destructivo de puestos de trabajo ligado a la automatización y en general a procesos relacionados con la aplicación de la IA. Sin embargo, muchos de los estudios que tratan de cuantificar estos impactos demuestran lo contrario, siempre y cuando que un país potencie su liderazgo en materia de desarrollo de tecnologías disruptivas.
P.- ¿Qué veremos hacer a la inteligencia artificial a corto plazo?
R.- Allí donde haya suficiente "materia prima" (datos) la IA progresará significativamente, ya sea en aplicaciones relacionadas con la salud, la educación, la agricultura, el transporte, la personalización de los productos y servicios... Sin duda hay avances muy significativos en todo lo que rodea el reconocimiento de imágenes y la aplicación del deep learning para avanzar en la conducción autónoma o la identificación de células cancerígenas. Pero probablemente muchos de los avances que ya son realidad en China o en algunos de los gigantes tecnológicos en Estados Unidos, los identificaremos en poco tiempo y seguro que nos sorprenderán.
P.- ¿Y en futuro? ¿Qué harán las máquinas por nosotros?
R.- En principio, todas aquellas tareas repetitivas y rutinarias, tanto en los procesos industriales como en los servicios, podrán ser objeto de automatización y posibilitará que los humanos nos dediquemos a labores más complejas, creativas y emocionales. Y aunque las máquinas puedan incluso inmiscuirse en estas últimas tareas, seguro que los humanos encontraremos límites legales, éticos o simplemente lógicos para delimitar a la IA como un medio más al servicio de la humanidad.
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