Bayas consiguió una gran fama entre los romanos más pudientes como zona de descanso gracias a sus numerosas termas, casas de baños y sus propiedades terapéuticas, así como por su oferta de ocio y lujo. Julio César instaló una villa en el punto más alto del litoral y se rumorea que Cleopatra escapó en su embarcación a esta localidad, situada en el Golfo de Pozzuoli, después de que este político romano fuese asesinado en el año 44 a.C.
Asimismo, en este territorio de la costa de la actual región de Campania, Julia Agrippina planeó la muerte de su esposo Claudio para que su hijo Nerón pudiera convertirse en emperador de Roma. Bayas tenía la reputación de ser un lugar pecaminoso y también era el enclave en el que algunas de las personalidades más poderosas de la época llevaban a cabo sus asuntos ilícitos.
Su nombre deriva de Bayo, el timonel de la nave de Odiseo (Ulises), según la obra de Homero, cuya tumba podría encontrarse en esta pequeña localidad, dependiente de una antigua ciudad de la Magna Grecia, Cumas, tal y como escribió el poeta Licofrón de Calcis en el siglo III a.C. El puerto de Bayas tuvo un carácter de recreo y comercial, y allí se construyeron una serie de villas residenciales con impresionantes vistas de la costa.
Entre los siglos III y V y, de nuevo, entre los siglos VII y VIII, el bradiseísmo, el fenómeno del ascenso y la caída gradual de la superficie de la Tierra causado por la actividad sísmica y hidrotérmica, provocó que gran parte de Bayas quedase sumergida, donde todavía se encuentra hoy. La antigua Baiae se estaba situada en un área con mucha actividad volcánica, lo que permitía que el agua de sus instalaciones de ocio termal se encontrase siempre caliente, gracias a una compleja red de canales y cámaras.
Unas fotografías aéreas realizadas en la década de los 40 por el piloto Raimondo Baucher revelaron un amplio conjunto de estructuras ocultas en el fondo del mar en este territorio, que se encuentra a 23 kilómetros al norte de Nápoles y próximo a los célebres yacimientos de Pompeya y Herculano, dos localidades perfectamente conservadas gracias a la erupción del Vesubio del año 79 d.C.
Bayas era ya conocida por los arqueólogos porque su zona costera que no había quedado bajo el mar y podían verse instalaciones de la época romana, tales como edificios termales con salas abovedada se incluso restos de lo que pudo haber sido un palacio imperial de finales del siglo II.
En 1959, siguiendo la pista que habían dejado las fotografías de Baucher, se realizaron las primeras prospecciones submarinas. Nino Lambolia, precursor de la arqueología subacuática italiana, y Amedeo Maiuri dirigieron la misión, en la que hallaron una calle enlosada, dos edificios y restos de estructuras, a 6 metros de profundidad.
Una década después, en 1969, la marea dejó al descubierto dos esculturas de mármol de gran calidad. En una de ellas se identificó la figura de Odiseo, por lo que ganó relevancia el escrito de Licofrón de Calcis. Ya en 1980, se llevó a cabo la primera excavación subacuática, que mostró diversas estancias decoradas con mármoles.
En la actualidad, un equipo de arqueólogos e ingenieros está desarrollando nuevas herramientas para proteger esta ciudad sumergida, con el objetivo de que puedan verla las futuras generaciones, tal y como informaba este lunes la BBC.
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