Los registros de la capa de ozono en el Ártico y la Antártida han presentado "resultados anómalos" en los dos últimos años, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), quien recuerda la necesidad de ahondar en la investigación, observación y monitorización de los niveles de dicha capa a nivel global.

Con motivo de la celebración este miércoles del Día Internacional para la Conservación de la Capa de Ozono, Aemet señala que en 2020 se ha registrado el mayor agujero de ozono en el Ártico hasta la fecha, una circunstancia atribuible al debilitamiento de la circulación estratosférica, entre otros factores.

Hasta ahora se había puesto el foco de estudio en el ozono antártico, donde históricamente se han registrado los peores niveles de este gas, sin embargo, los patrones meteorológicos y de la circulación de la atmósfera están cambiando, ha explicado la agencia en un comunicado.

De esta forma, según datos de la NASA, el agujero de ozono antártico de 2019 fue uno de los menores en el registro desde 1990, con una extensión media de 9,3 millones de kilómetros cuadrados, alcanzando su máximo tamaño el 8 de septiembre con 16 millones de kilómetros cuadrados.

Pese a ser un gas minoritario en la atmósfera, el ozono es de particular importancia para la vida en la Tierra, ya que actúa como pantalla protectora del planeta bloqueando las radiaciones de onda corta altamente energéticas, muy nocivas tanto para los ecosistemas como para la salud de las personas.

La celebración de este día surge para combatir el uso de gases todavía utilizados de forma fraudulenta como son el R22, un gas para refrigeración y aire acondicionado altamente contaminante y el CFC-11, ampliamente usado en espumas industriales y que, a pesar de estar prohibido, se siguen encontrado concentraciones en torno de la capa de ozono.