Margarita del Val es el rostro visible de la respuesta de la ciencia española a la pandemia de Covid. Su capacidad para explicar al público el comportamiento del coronavirus le ha convertido en una figura omnipresente en los medios en cada fase de esta crisis. Con las primeras vacunas casi aprobadas y en fabricación, la prestigiosa viróloga e inmunóloga es aliada de la cautela y pone sobre la mesa todas las dudas que marcarán la efectividad de las vacunas cuando lleguen al público y nuestro ansiado regreso a la normalidad.
Para Del Val son muchos los factores que con las vacunas entran en juego en el análisis de lo que va a ocurrir con la pandemia. Por eso la científica espera poder acceder a los resultados detallados de las vacunas en fase III “las empresas nos deberían dar ya la información para los científicos, ya que por ahora sólo tenemos notas de prensa. Sólo han accedido a esta información las agencias de medicamentos. Están haciendo una revisión en tiempo real, ellos tienen que tomar ahora una decisión muy rigurosa, pero a la vez muy rápida, lo están haciendo en tiempo real sabiendo que están evaluando algo se puede caer más adelante. Porque a lo mejor están viendo que una candidata a vacuna es muy buena, pero no se puede fabricar con calidad a gran escala y estamos invirtiendo recursos que, a lo mejor, no van a ningún lado, pero la pandemia lo merece”, cuenta a El Independiente.
No se puede esperar que todas las vacunas tengan una inmunidad parecida, incluso las de RNA mensajero"
Según Del Val las empresas todavía tienen que contar muchos detalles de sus vacunas, pero hay uno que es crítico “para saber cómo va a ser el futuro cercano de los vacunados y del resto la población, que es si protegen o no del contagio. Hay muchas vacunas que no protegen del contagio, eso es algo que la gente no lo sabe, pero de las vacunas que nos ponen hay algunas que nos protegen del contagio y otras que no. Una vacuna que protege del contagio es una vacuna que te permite ir arrinconando al virus geográficamente, por barrios o por sectores de la población. Puedes ir vacunando a la población y es como un campo quemado, pero si no apagas los rescoldos del incendio, porque no paras el contagio el fuego puede volver a rebrotar. Y eso es crítico”, asegura.
En este sentido hay que esperar a ver el comportamiento de la vacuna en la población. “No se puede esperar que todas las vacunas tengan una inmunidad parecida, incluso tampoco las de RNA mensajero, que son parecidas, pueden producir una inmunidad distinta entre ellas”, afirma.
Un aspecto positivo de las vacunas, esperable en 2021, es que vamos a tener varias en la calle. “Tener entre una y diez funcionando será posible y positivo porque pueden ocurrir incidencias en cualquier momento. Puede ocurrir que el reparto de vacunas por el mundo se tenga que parar porque tener a -80° las vacunas no es posible en algún lugar o porque la fabricación de las vacunas de un adenovirus se encuentran con que no tienen suficiente rendimiento, puntualmente, para hacerlas a gran escala o puede haber vacunas cuya inmunidad sea tan poco potente que se pierde enseguida. Porque ahora sabemos que las personas que más rápido pierden la inmunidad son las que menos tenían: los asintomáticos. Si tienes una vacuna que es muy potente puede durar mucho tiempo, pero si es menos, dura menos”.
Otra posibilidad que pone sobre la mesa es que a lo mejor las vacunas bloquean parcialmente el contagio. “Hay muchos matices, así que mientras no sepamos si protege de la transmisión los vacunados deben de seguir con las mismas precauciones que todos los demás y todos los demás también”.
La normalidad con vacuna
En este puede ocurrir de todo y a todos estos elementos que no conocemos se refiere la viróloga para que los tengamos en cuenta y no lancemos las campanas al vuelo, porque la situación de la pandemia no ha variado y la vacuna todavía no ha cumplido su función.
“Hay una cosa que se confunde, a menudo se habla de cómo será todo cuando llegue la vacuna y no es cuando llegue la vacuna es cuando acabemos la campaña de vacunación. Cuando estemos el 99% de la población vacunada, entonces tendremos una normalidad diferente”, explica.
“Te voy a meter otro factor, y ya lo siento, pero es que las vacunas tienen muchos factores, imagínate que no protegen al 100% sino al 50% de los vacunados o al 80%, que es mucho. Si protege a los 80% queda mucha gente que no, por lo tanto todos los vacunados tendrán que hacer una vida como si no estuviesen protegidos hasta que no se tenga más información. A nivel de población no se podrá ni empezar a pensar en bajar un poco las medidas de contención habituales: aire puro, ventilación, mascarillas, distancia. Hasta que no se aclaren muchos interrogantes no podemos pensar en volver a la normalidad”, afirma.
En este sentido Margarita del Val alerta de la importancia de cuidarnos mucho en los espacios interiores con la llegada del invierno y de lo necesario que es adoptar medidas en los espacios de trabajo. “Yo estoy desesperada con este tema, hay medidas que si se toman se evitarían la mayor parte de los contagios. Cuando no se toma ninguna medida en interiores hay como diez veces más contagios que en exteriores. Hay varias maneras de evitarlo, una de ellas es ventilar, pero está claro que en una residencia de ancianos no están ventilando constantemente como en un colegio y cada día que pasa en los colegio se ventila menos por el frío”.
Medidores de CO2 en el trabajo
Para la inmunóloga es necesaria la instalación de medidores de CO2 porque nos indican los momentos en los que es necesario cambiar el aire de una estancia. “En centros docentes, en restaurantes, en centros sanitarios y empresas se deben tener medidores de CO2. Si hubiésemos usado medidores nos habría ido mucho mejor”, asegura.
Además de los medidores recomienda los filtros en los sistemas de ventilación, “basta con filtros de nivel 13 que son suficientemente buenos como para limpiar el aire. No hace falta que sea un superfiltro que limpie el aire de una pasada, basta con que vaya limpiando.”
Con estas medidas se reducen las posibilidades de contagio en espacios cerrados. “La probabilidad de que haya varias personas infectadas en el mismo espacio es muy baja. En un espacio con estas medidas adoptadas se contrarrestaría de sobra el que hubiese una persona con virus en la habitación. Está claro que son medidas que tienen un cierto coste, pero muchísimo menos coste que tener que cerrar el bar”, concluye.
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