Granada registró anoche tres terremotos de más de 4 grados de magnitud en apenas 18 minutos. Los temblores agrietaron edificios, derribaron un muro, una chimenea y una vivienda abandonada. Su paso no dejó heridos, pero sí miles de vecinos asustados. Era la jornada más grave de la serie de terremotos que comenzó en la provincia a principios de diciembre. No se veía nada parecido desde 1956. Aunque lo cierto es que la cuenca de Granada es una de las zonas con más actividad sísmica de la Península.
Con los registrados anoche y durante esta mañana, Granada ya ha vivido unos 300 terremotos desde el 2 de diciembre. Los seísmos están afectando, principalmente, a tres municipios al noroeste de Granada: Santa Fe y Atarfe, a 10 kilómetros de la capital, y Pinos Puente, a 16 km, una media hora en coche. Aunque se han llegado a sentir en localidades de seis provincias de Andalucía.
La Red Sísmica Nacional captó la mañana del 2 de diciembre un terremoto de 3,6 grados en la escala de Ritcher. La famosa escala mide la magnitud, es decir, la energía liberada por el seísmo. Pero al hablar de terremotos hay que tener en cuenta otra escala, la de la intensidad, que refleja cómo lo sienten las personas y su impactó en los edificios e infraestructuras. El temblor de aquella mañana tuvo una intensidad de entre 4 y 5 grados en una escala de 12. A este nivel, si estamos dentro de una casa veremos vibrar los cristales o las puertas. Nada que asuste. El que esté paseando por la calle difícilmente lo percibirá.
De hecho, al menos 243 seísmos detectados desde que comenzó la serie han sido de una intensidad de grado 2, sentido apenas por el 1% de la población afectada. Los últimos días de diciembre y los primeros de enero pasaron sin actividad sísmica significativa. Hasta el pasado fin de semana. El sábado a media mañana un nuevo temblor, de 4,4 de magnitud, preocupó más a los vecinos de Santa Fe y Atarfe. La intensidad alcanzó los 5 y 6 grados. La peor parte se la llevaron unos edificios cercanos al instituto de secundaria Vega de Atarfe. Cayeron falsos techos, azulejos y se fisuraron pórticos de hormigón. A este nivel, el retumbe del suelo ya sí que puede hacernos perder el equilibrio.
Anoche, el fenómeno alcanzó su máximo apogeo hasta la fecha. Primero, a las 21:36 horas con terremoto de 4,2 de magnitud. A las 21:44 horas se produjo otro similar. Y a las 21:54, uno de 4,5 grados en la escala de Ritcher y una intensidad de entre 5 y 6. Según la Escala de Intensidad Macrosísmica, a estos niveles el terremoto ya se considera fuerte e incluso levemente dañino. La gravedad se tradujo en medio millar de llamadas al 112, caídas de objetos y agrietamientos y desprendimientos en viviendas de Granada capital, Atarfe, Santa Fe y Maracena. Los seísmos se sintieron hasta en 40 municipios de seis provincias andaluzas.
El hundimiento de la cuenca de Granada
Ya lo advertía el pasado fin de semana Mercedes Feriche, responsable de prevención del Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención. Para los sismólogos, estos temblores entran dentro de lo normal para esta zona de la Península. Pero al resto de la población no le parece algo tan habitual. El último terremoto destructor en España fue el de Lorca (Murcia) en 2011, en el que murieron nueve personas. En Granada, el último que se recuerda ocurrió en Albolote, en 1956, con una magnitud de 5 grados y 8 de intensidad. "No hay apenas memoria de lo que es un terremoto y la gente vive de espaldas al riesgo sísmico. Y no, hay que vivir de cara y pensar que estamos en una zona sísmica que, aunque no haya grandes terremotos, pueden producir daños", explicó ante los micrófonos de Efe.
Como muestra el mapa que acompaña a este artículo, esta zona de Andalucía es una de las regiones de la Península que registra más terremotos. Y tiene su explicación. La zona sur de España se encuentra dentro del sector central de las cordilleras Béticas, una zona con mucha actividad sísmica. Bajo la superficie convergen la placa Africana y la Euroasiática. Bajo la cuenca de Granada existen fallas geológicas activas, de unos 10 kilómetros de longitud. Las fallas, según explica Juan Vicente Cantavella, sismólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), son las zonas de ruptura que se crean por las presiones y tensiones en la corteza terrestre. Cuando se produce una ruptura, se libera la energía acumulada durante millones de años, que es la que origina los terremotos.
Es el propio peso de la cuenca de Granada es lo que provoca los movimientos en las fallas. "La cuenca se está deprimiendo por su propio peso. Cada vez tiene más por el acumulo de materiales, además tiene un montón de abanicos fluviales que se entrecruzan entre sí. Ese peso hace que la cuenca se vaya hundiendo y, al hundirse, se produzcan estos terremotos", detalló la técnica del Instituto Andaluz de Geofísica y Prevención.
La provincia de Granada ha sido el escenario de importantes terremotos a lo largo de la historia. El más antiguo del que se tiene constancia ocurrió en 1431, al sur de la región. Su intensidad, de entre 8 y 9, dañó gravemente a la Alhambra. Pero el más virulento fue el de Arenas del Rey, en 1.884, que acabó con la vida de 839 personas. Ocho décadas antes, otro seísmo en la cuenca de Dalias destruyó una buena parte de Dalias, Berja y Roquetas y dejó 407 víctimas.
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