Li-Meng Yan lleva desde que escapó de Hong Kong voceando a los cuatro vientos la que considera "la verdad del SARS-CoV-2", el virus que desde finales de 2019 ha puesto en jaque al planeta. Ahora, el encargo del presidente estadounidense Joe Biden a sus agencias de inteligencia de investigar el origen del Covid-19 ha dirigido las miradas a esta viróloga china que hace catorce meses renunció a su trabajo en un laboratorio de la universidad de Hong Kong cansada del oscurantismo de sus jefes y de Pekín.
"La decisión de Biden es un avance positivo porque tenemos la necesidad imperiosa de comprender el origen del Covid-19 antes de llegar a controlarla", reconoce en conversación con El Independiente Li-Meng desde su exilio neoyorquino. Durante meses, sus tesis fueron tildadas de conspiranoides y cosecharon el recelo de la comunidad científica internacional. “Es una gran idea la iniciativa estadounidense. Confío en que puedan lograr una investigación independiente y que concluya a la mayor brevedad posible”, agrega.
La orden del nuevo inquilino de la Casa Blanca a sus servicios secretos de "redoblar los esfuerzos" para arrojar luz sobre las raíces del nuevo coronavirus es una constatación de las sombras que proyecta una pandemia que contabiliza, a nivel global, más de 171 millones de contagios y 3,5 millones de fallecimientos, entre ellos, cerca de 3,7 millones de infecciones y 80.049 muertes en la geografía española. Y un recordatorio, además, de la arista política que enfrenta a la dos principales potencias mundiales.
"China ha tratado de ocultar su procedencia e, incluso después de la investigación de la OMS, no se ha presentado ninguna prueba sobre el origen natural del virus"
LI-MENG YAN
Biden ha instado a su Inteligencia a, en el plazo de 90 días, someter a estudio dos tesis: si el virus salió accidentalmente de un laboratorio chino o si se transmitió inicialmente desde animal a humanos fuera del espacio de las probetas. Un año y medio de epidemia después, dos interrogantes permanecen: se ignora el origen de su agente causal, el hospedador intermedio entre el murciélago y el hombre, y las mutaciones que se han producido desde entonces. “Es un tiempo suficiente para reunir las pruebas y plantear una conclusión. El Covid-19 es un arma biológica creada por el ejército chino”, lanza Li-Meng.
"El Gobierno chino ha tratado de ocultar su procedencia y, aún después de la investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en colaboración con las autoridades, no se ha presentado ninguna prueba sobre el origen natural del virus", relata la viróloga que una vez trabajó en un laboratorio de referencia de la OMS en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Hong Kong. Desde entonces, ha publicado hasta tres documentos en los que defiende, a contracorriente, la existencia de una suerte de receta que sirvió para cocinar el virus y denuncia la revisión por pares, la regla de oro de las publicaciones científicas internacionales.
"La gente nos pide saber qué ha sucedido con este virus; qué ha pasado exactamente y cuáles serán los resultados a corto y largo plazo y cómo las vacunas van a hacer frente a las diferentes variantes", indica la doctora, que se niega a identificar qué grado de colaboración mantiene con las autoridades estadounidenses. "No puedo decirle quién del Gobierno y las agencias de seguridad me han contactado pero sí que hay personas vinculadas a la administración Biden que se han acercado a mí a propósito del origen del virus y que hemos colaborado", desliza.
"Hay muchas cuestiones que deben ser abordadas. Para mí, lo más importante es que la gente sea consciente de que el Covid-19 es un arma biológica sin restricciones. Desde Australia hasta la India y Estados Unidos, los gobiernos están hablando de este asunto", reseña Li-Meng. Una de las instituciones que han centrado las sospechas es el Instituto de Virología de Wuhan, ubicado en la ciudad cuyo mercado de marisco registró los primeros casos a finales de 2019.
Hasta la fecha, Pekín ha rehusado cooperar. En marzo, cuando la delegación de expertos de la OMS publicó el informe de su visita, la organización internacional descartó la posibilidad de que la cepa hubiera saltado accidentalmente de un laboratorio pero reconoció que se necesitaba más trabajo de campo para trazar las raíces de la pandemia. "El verdadero origen podría no llegar a conocerse nunca", admitió un académico, pesimista sobre la voluntad china de someterse a un ejercicio real de rendición de cuentas.
La diplomacia del gigante asiático ha respondido a todas las llamadas a indagar en el kilómetro cero del Covid-19 con la misma virulencia. Australia fue el primer país en plantearlo públicamente y sufrió una guerra comercial. "Y, entretanto, vemos el precio que se sigue cobrando la pandemia y cómo la población sigue sufriendo ansiedad mientras la salud pública se enfrenta a un gran desafío. Si no sabemos el origen del virus no podremos entender cuántos secretos oculta y cómo plantarle cara", desgrana Li-Meng.
Reino Unido también investiga
Esta semana el último país en sumarse a la lista de escépticos ha sido Reino Unido. Fuentes de la inteligencia británica citadas por el Sunday Times tildan ahora de “factible” el escenario de que el brote inicial surgiera de un laboratorio chino. Un cambio de coordenadas que ha llevado a Nadhim Zahawi, subsecretario de Estado responsable del programa de vacunación contra la Covid-19, a exigir públicamente que la OMS pueda llevar a cabo “una investigación sin trabas”. “No deberíamos dejar ninguna piedra sin levantar”, indicó el político de origen iraquí a la televisión Sky News.
A juicio de Li-Meng, "habría que ser consciente de que es Wuhan dónde partió el brote pero no es el único lugar en el que China trabaja con este tipo de virus". "Hay una gran red de laboratorios controlada por el Partido Comunista chino y una red de laboratorios civiles y de profesionales médicos, especialmente en Hong Kong. La investigación debería llevarse a cabo en todos estos laboratorios. No sirve castigar o imponer sanciones únicamente al de Wuhan".
Durante este último año, Li-Meng ha trabajado al abrigo de la “Rule of Law Society”, una organización establecida por Guo Wengui -el magnate chino exiliado en Estados Unidos tras ser acusado en China de varios delitos, entre ellos, de corrupción y de abuso sexual- con conexiones con Steve Bannon, ex asesor del ex presidente estadounidense Donald Trump y figura clave de la extrema derecha estadounidense. Asegura seguir trabajando “como una investigadora independiente” en la búsqueda de nuevas pesquisas sobre el virus pero rehúsa aportar más detalles.
Su teoría insiste en que el SARS-CoV-2 es “un producto de laboratorio creado utilizando los coronavirus de murciélago ZC45 y/o ZXC21” hallados y sintetizados por los laboratorios militares de la Tercera Universidad Médica Militar de Chongqing y el Instituto de Investigación de Medicina del Comando de Nanjing. Una de sus supuestas pruebas es la presencia de lo que juzga como huellas de la manipulación del virus, como la aparición de un sitio de corte para la furina en la espícula (proteína S), las glucoproteínas que constituyen la llave de entrada en las células del huésped a través del receptor (ACE2). Los científicos consultados no lo consideran una evidencia porque el proceso evolutivo natural o la recombinación entre coronavirus diferentes podrían explicar estos fenómenos.
Obstáculos de la comunidad internacional
Uno de los principales obstáculos que ha encontrado hasta ahora la comunidad científica internacional para rastrear el kilómetro cero de la pandemia es la absoluta falta de transparencia de las autoridades chinas. En declaraciones a la prensa estadounidense, Peter J. Hotez, decano de la Escuela Nacional de Medicina Tropical en Baylor College of Medicine, reconocía esta semana que se necesitaría que un equipo independiente de científicos, epidemiólogos y virólogos trabajara en China por un período comprendido entre seis meses y un año con el objetivo de “desenmarañar por completo los orígenes de la Covid-19”.
“Habrá Covid-26 y Covid-32 a no ser que entendamos por completo los orígenes del Covid-19”
Peter J. Hotez
“Resulta impensable. El equipo de la Organización Mundial de la Salud ya estuvo y publicó un informe ridículo. Tratar de realizar una auténtica investigación en China es comprender de inmediato que el régimen busca siempre el ocultamiento y termina destruyendo las pruebas”, replica Li-Meng, quien hace año y medio puso tierra de por medio. “He cortado cualquier comunicación con mi familia en China. Han padecido amenazas y es mejor que no sepan lo que hago".
Divergencias aparte, lo que sí une a Li-Meng con sus homólogos estadounidenses es la convicción de que resulta vital responder a las preguntas que aún suscita la Covid-19. “Habrá Covid-26 y Covid-32 a no ser que entendamos por completo los orígenes de la Covid-19”, sostiene Hotez. “Lo que necesitamos es empujar al mundo a comprender con la mayor rapidez posible que debe no ir en la dirección equivocada sino en la correcta y presionar al Gobierno chino para que lo admita, rinda cuentas y se evite así una nueva pandemia”.
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