“Nunca habían operado tantos drones en una emergencia. Esto es nuevo”, afirma contundente Alexander Librán. Junto con su compañero Rodolfo Javier Krawany son los encargados desde hace 8 días de poner orden en el avispero de drones en el que se convirtió la zona afectada por el volcán desde los primeros días de este fenómeno natural. Son de la unidad de los Equipos de Refuerzo de Intervención en Incendios Forestales (EIRIF) del Gobierno de Canarias, que normalmente hacen la coordinación de los medios aéreos en los incendios forestales.
“Los drones están dando visibilidad, dan datos en tiempo real a todos: a los técnicos, a los científicos y a la población. Esto antes no era viable. Es un salto tecnológico, vemos por donde discurre la lava, zonas de desalojo, zonas cortadas”, explica Librán. Nada se ha podido hacer contra la lava, más allá de lo fundamental que era salvar las vidas humanas, no se ha podido evitar la destrucción de las casas, pero nunca antes se ha podido seguir con tantos medios aéreos un volcán. Y eso es lo que todos se pusieron a hacer desde el comienzo de su erupción.
“Al principio no sólo estaban los grupos de intervención, sino también los de todos los medios de comunicación. Hoy en día un dron está al alcance de todo el mundo. Se vio la necesidad de los medios de acceso a imágenes, así que hay una zona de exclusión por rangos en la que quienes tengan sus papeles en regla tienen que ponerse en contacto con los coordinadores aéreos para volar”, afirma Juana María Medina Santana piloto de dron del Grupo de Emergencias y Salvamento (GES) del Gobierno de Canarias. “La coordinación de los vuelos ha sido fundamental”, añade la piloto.
Los primeros días había mucho descontrol de drones, muchos de carreras y de particulares
Carlos Lorenzo, geólogo del IGME-CSIC
Carlos Lorenzo director del Servicio de Trabajos Aéreos del IGME-CSIC también destaca la importancia de la coordinación de vuelos. “Los primeros días había mucho descontrol de drones, muchos de carreras y de particulares. Algunos incluso se estrellaban contra el volcán para grabar imágenes que sabían que tendrían salida aunque se quedaran sin el aparato”, afirma.
Para poner orden ante esta situación inédita se pensó en quienes tenían experiencia en la coordinación de espacios aéreos en crisis. Y lo más parecido a esa necesidad es la unidad de Librán y Krawany y su experiencia en incendios.
Desde que ellos controlan el aire de la zona solo tienen permiso para volar 17 operadores que cumplen los requisitos. “Cada operador puede tener varios drones y volar con dos a la vez. Hay de todo tipo de instituciones pilotando drones, como la Dirección General de Seguridad y Emergencia (IGME), Involcan, la UME, la Guardia Civil, el Cabildo, el CSIC y medios de comunicación y productoras”, explica Librán.
Mar Garralón Linares, responsable de operaciones de la empresa Data Dron, está preparando un vuelo para hacer una fotogrametría para Involcan. “Es una toma de datos con la cámara situada a 90 grados y hace un cosido fotográfico. Sobre ese trabajo se realiza una malla de puntos y se hace un levantamiento en 3D térmico para que Involcan analice la lava, su temperatura y su densidad, entre otras cosas”, aclara. Su empresa que trabaja con Involcan es uno de los operadores de vuelos autorizados y como es de carácter científico es prioritario.
La zona es un espacio vetado donde se dan horarios y planes de vuelos en la zonificación que se ha creado para que no se crucen los drones. Se ha hecho un NOTAM -acrónimo inglés de Notice To Airmen (Aviso a navegantes)- con la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) que evita que se pueda volar en la zona de la emergencia. Es un permiso que se pide a la AESA para que sea el Gobierno Canario el que pueda controlar el espacio aéreo de una zona aérea. Hasta la fecha se han producido 220 vuelos controlados por Librán y Krawany.
Los peligros de los drones de particulares
Juana María Medina Santana realizó uno de los primeros vuelos sobre el volcán tras su erupción ya que estaba con científicos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) observando el terreno cerca de la Cumbre Vieja. Ahora está en Gran Canarias donde reside ya que se turna con otro compañero para estar en La Palma. Considera que la zona de exclusión es fundamental para evitar accidentes.
“El espacio aéreo tiene carreteras, cuando sales a volar desde un punto tienes unas coordenadas y unas zonas de vuelo. Tú sales seguro en tu zona porque sabes que está todo en orden porque hay un coordinador aéreo. Si un particular se ha metido en ese espacio hemos jugado con la suerte de no haber tropezado en el espacio aéreo”, mantiene la piloto.
Los drones a los geólogos nos dan una información valiosa, no lo hacemos por lo espectacular que es
Carlos Lorenzo, geólogo del IGME-CSIC
Antonio Carrillo, particular de Los Llanos, ha estado desde el comienzo de la crisis volando su dron para que vecinos pudieran ver el estado de sus casas frente al avance de la lava. Los medios lo elevaron a la categoría de héroe cuando la Guardia Civil le quitó su dron y le puso una multa de 90 euros. Y tras una pausa sigue subiendo vídeos de drones a su canal de YouTube. Ayer, subió varios, pero los coordinadores de vuelos de drones no tienen constancia de que opere con permiso.
Carlos Lorenzo, del IGME-CSIC, es geólogo y piloto de drones y está volando para el Comité Científico Asesor, “somos los ojos para saber que pasa en el volcán”. Sus vuelos son de absoluta prioridad. “Los drones a los geólogos nos dan una información valiosa, no lo hacemos por lo espectacular que es”, asegura. Este experto afirma que “operar dentro de la zona de NOTAM, con un dron sin permiso, conlleva una multa muy severa. Es del mismo tipo de violación del espacio aéreo que volar un dron en un aeropuerto”, mantiene.
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