La plaza de Tajuya, en el municipio de El Paso y convertida en un mirador privilegiado de la erupción volcánica de Cumbre Vieja, está hoy más concurrida que en otras ocasiones. El volcán atrae durante el fin de semana a numerosos visitantes que lo observan entre el horror y la admiración.
"Es espectacular pero ves esa ladera y sabes lo que hay enterrado y se te rompe el alma" afirma a Efe una mujer ha viajado con su familia a La Palma este sábado desde Tenerife y que refleja el sentir mayoritario de los que se acercan a Tajuya.
El día no acompaña. El volcán no para de lanzar humo negro y una ceniza molesta que cubre todo y que los residentes de la zona no paran de limpiar con unos aspiradores que casi se han agotado en la isla.
Es impresionante, destructor y con una grandiosidad tremenda"
visitante
Pertrechados adecuadamente con gafas de protección, mascarillas protectoras y gorros, los visitantes fotografían la erupción volcánica; "Espero que sea la última que nuestra generación vea en Canarias", afirma otra visitante, acompañada de sus hijos adolescentes que se llevarán una muestra de ceniza para sus clases de química. "Es impresionante, destructor y con una grandiosidad tremenda" señala otro visitante, que no le quita el ojo a las coladas de lava que se desplazan ladera abajo hacia la costa.
Los gases que emite hoy el volcán han formado una nube negra que se extiende sobre el valle de Aridane y que hace aún más lúgubre el paisaje que deja esta erupción volcánica que cumple 49 días.
La retransmisión casi en directo de esta erupción ha familiarizado ciertos términos usuales en la vulcanología y que ahora la población utiliza de forma común como piroclastos, deformación, centros emisores de lava o la alimentación de las coladas. Hoy en Tajuya, un padre intenta explicarle a su hijo y a otros niños que cada colada para los científicos tiene un número y se van alimentando de la lava que sale del cono volcánico.
Los menores intentan diferenciar una colada de otra pero desde Tajuya es imposible distinguirlas porque lo único que se ve es un gran manto negro que llega a la costa.
Otro visitante habla del "abultamiento" que se forma en el cono del volcán y otro solo se fija en tres casas que han quedado aisladas y semienterradas entre las coladas de lava y que la dirección de los vientos ha permitido que hoy se puedan ver. "No parece que sea tan grande pero la fuerza que tiene es inmensa para mover todo lo que han movido" señala un espectador, que afirma que después de cumplir lo prometido a sus hijos de traerlos a ver el volcán, no quiero "verlo más".
Una pareja relata que ya había estado en La Palma pero no recuerda cómo era antes el Valle de Aridane, aunque ambos aseguran que la imagen que han visto este sábado les será difícil de olvidar.
En Fuencaliente, en el sur de la isla, también se nota este fin de semana la afluencia de visitantes, aunque allí el volcán deja rastro en una espesa nube que impide que vecinos de El Charco, desalojados hace días, puedan ir a regar o a recoger enseres en sus casas.
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