La erupción de La Palma ha cumplido este domingo 50 días desde su comienzo y, a pesar de que en las últimas jornadas parecía que iba a menos, los científicos se han encargado de poner a todo el mundo los pies en el suelo: no ha terminado y no hay indicios para determinar cuándo será su final.
El 19 de septiembre a las 15:13 horas local la tierra se abrió en una zona de El Paso conocida como Cabeza de Vaca, en el sistema de Cumbre Vieja, y entonces nada hacía prever que 50 días después la erupción seguiría activa ni los destrozos iba a provocar. Desde entonces hasta hoy, las coladas de lava cubren 992 hectáreas y ha afectado a 2.719 edificaciones, la mayoría de ellas destruidas. Barrios como El Paraíso, Todoque y parte de La Laguna han quedado arrasados y son casi 7.000 personas las que han sido evacuadas de sus hogares.
Aunque el deseo mayoritario es que la erupción termine de una vez, los científicos que vigilan en su evolución insisten en que los procesos volcánicos son cambiantes y pueden tener fases de mayor o menor actividad, sin que esta haya cesado.
Esto ha ocurrido esta última semana en la que el volcán después de unas semanas de estruendos y de mucha emisión de lava que ha alimentado a las coladas ya existentes afectando a nueva superficie, parecía haberse parado. Pero no, no estaba parado y este sábado lo demostró cuando sobre las 18.00 horas comenzó con una actividad explosiva y a emerger de nuevo lava pero, en esta ocasión, no afectó a nueva superficie.
El vulcanólogo Stravos Meletlidis, del Instituto Geográfico Nacional, lo ha explicado hoy: lo que ocurrió en la tarde de ayer fue la aportación de material magmático superior a la de días anteriores y, cuando este material llega al cono, es normal observar una columna eruptiva, a ratos explosiva y otros efusiva (con más salida de lava).
El experto no quiere que se hable de reactivación del volcán porque no nunca ha estado inactivo y tampoco ve adecuado el término estacionario para definir la actividad observada en los últimos días. Esto es normal en un proceso volcánico, insiste el especialista que incluso afirma que la reducción en la sismicidad por sí sola, no es determinante si no se tienen en cuenta otros factores que puedan anticipar el final de una erupción.
Y mientras tanto, la isla de La Palma recupera este domingo la tranquilidad que le caracteriza y que se ve rota los fines de semana por los visitantes que recibe y que hizo que anoche no hubiese un hueco vacío en los miradores desde los que se puede ver la erupción volcánica.
Desde Tajuya hasta el mirador de El Time, en Tijarafe, la afluencia de visitantes era numerosa y, para su satisfacción, la nube negra de cenizas que por la mañana se extendía sobre el Valle de Aridane, se situó sobre el mar lo que permitió que la observación del cono y su actividad fuera perfecta.
Hoy también se puede observar con claridad la fajana o delta lávico formado al caer la lava al mar y en la que en su parte superior se ve la aportación de material que aún recibe de las coladas o los tubos volcánicos que lo alimentan.
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