Un excesivo derretimiento de las capas de hielo polares debido a los efectos del cambio climático alteraría la salinidad de los océanos con consecuencias graves para los cetáceos, especialmente para los delfines, que quedarían más expuestos a la llamada "enfermedad de la piel de agua dulce".
Así lo ha advertido a Efe el doctor Pádraig Puignan, director de Patología en el Centro de Mamíferos Activos (TMMC) de California (EEUU) y coautor de un estudio con investigadores de la Universidad de Murdoch (Australia) que analiza los efectos de esta enfermedad, una dermatitis ulcerosa, en este tipo de animales marinos.
El informe analiza dos casos de bajada de salinidad repentina y prolongada en el territorio australiano en 2007 y 2009, en los lagos de Gippsland y en el río Canning y su afluente, el Swan, que causaron sendos casos de elevada mortandad en dos subespecies de delfines mulares.
El fuerte descenso -desde las 35 partes por millar (ppt) a cantidades inferiores a las 5 ppt- se produjo a raíz de las tormentas e inundaciones en "las cuencas de captación con hiposalinidad persistente de semanas a meses", de acuerdo con el estudio.
La observación fotográfica y también mediante necropsias y estudios histológicos de los cuerpos de delfines recuperados permitió certificar desde lesiones cutáneas, incluyendo su palidez o decoloración, hasta la afectación elevada, multifocal o coalescente, de sus vesículas.
Un delfín puede llegar a perder "hasta el 80 % de la superficie de su piel" por culpa de esta dolencia y, además, en las zonas más próximas a las heridas, se observaba una textura "hinchada y edemosa que podía desprenderse con facilidad".
Puignan ha precisado que este tipo de daños también "puede provocar la entrada de otros patógenos" y, aunque los delfines afectados no lleguen a morir, resultan perjudicados debido a que sus "mecanismos fisiológicos tienen que trabajar mucho más para mantener el equilibrio interno de sal".
De hecho, los perjuicios apreciados a nivel interno son igualmente "significativos" y achacables a complicaciones de invasión bacteriana y fúngica, insuficiencia renal y pérdida de líquidos corporales, electrolitos y proteínas".
Aún en el caso de que la disminución de la salinidad no afectara demasiado a estos mamíferos marinos, su futuro estaría en entredicho ante un derretimiento masivo de hielo, ya que éste podría afectar a la dirección de las corrientes marinas y por tanto a sus ecosistemas al mezclar diferentes temperaturas y niveles de salinidad.
Cada océano terrestre tiene sus niveles "que dependen del área y la profundidad de las cuencas oceánicas" pero también de otros factores como la convección o la evaporación.
En el caso de Europa, "existe la posibilidad de que la Corriente del Atlántico Norte deje de aportar agua cálida del Mar Caribe al noroeste de Europa" lo que supondría un "gran impacto" en el clima de la región y provocaría "probablemente más lluvias impredecibles, así como tormentas más fuertes".
En la península ibérica, los delfines más vulnerables, ha asegurado este especialista, son "los que viven en hábitats alimentados por ríos como el Guadalquivir, Tajo o Duero así como en lagunas costeras como las del Paraje Natural Marismas de Río Piedras, la Bahía de Cádiz o la Reserva Natural do Estuario do Sado", ya que son zonas especialmente vulnerables a inundaciones "potencialmente letales" para estos cetáceos.
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