“Cambiar el mundo” puede que sea mucho más ambicioso que ser rico y poderoso. Sin embargo, la cultura de la segunda mitad del siglo XX nos ha inculcado lo contrario. Cuando se habla de alguien ambicioso, lo último que uno espera es que esté dando largas charlas sobre sostenibilidad, o asesorando a dirigentes, sin pensar en serlo más allá de su trabajo en el área de Advisory de la multinacional VMware. Una empresa que lleva muchos años predicando con el ejemplo, hasta para teletrabajar. Sí, Luis Altés es ambicioso. Y alguien puede pensar que algo snob cuando se autodefine como Digital Advisor, professional speaker, entrepreneur, ingenuity driven innovator, conector, y hasta hombre encantador. Pero no es por moda, lo de ponerse etiquetas en inglés. Es porque así le entienden en todas partes. Su ambición es hacer pensar, sobre todo a quienes tienen el poder de hacer cambios reales. Ha ayudado a infinidad de empresas a hacer verdaderas transformaciones hacia lo verde y lo digital, que no es poco.
La tecnología es transversal, y es lo único que puede ayudarnos a conseguir objetivos de sostenibilidad, sociales y de gobernanza
Pregunta.- ¿Lo verde y lo digital van de la mano?
Respuesta.- Totalmente. La tecnología es transversal, y es lo único que puede realmente ayudarnos a conseguir objetivos de sostenibilidad, sociales y de gobernanza. Hace tiempo iban en paralelo, pero ya incluso se habla ya de incorporar la T de tecnología a las famosas siglas ESG (Environmental, social, and corporate governance). Sin ella, no será fácil. No es solamente cambiar la conciencia social, sino la forma de gobernar las empresas o incluso los países. Todavía hay ejecutivos que creen que ser sostenible es una cuestión de marketing. Yo siempre les digo que sus clientes, o la alta dirección de su empresa o país, ya hace tiempo que están apostando por temas sociales y sostenibles. No es una moda. Nosotros, los clientes, somos los que estamos apretando a las empresas.
P.- ¿Realmente basamos la decisión de compra, por ejemplo, de un coche, en criterios medioambientales?
R.- No hace mucho, los coches más vendidos en Europa eran diésel. Hubo un conocido caso, el “dieselgate”, por el cual descubrimos que unos alemanes nos engañaron a la hora de medir lo que contaminaban estos vehículos. Eso fue un golpe duro, y la gente ha vuelto a los coches híbridos y eléctricos, que son dos realidades. Hay otras iniciativas como el hidrógeno, pero los coches eléctricos son ya una solución.No definitiva, porque estamos en medio de un proceso, pero sí real. A raíz de la pandemia vimos tortugas en la playa y animales salvajes entrando en las ciudades. El medioambiente necesita que cambiemos, y los grandes fabricantes se han puesto las pilas. Ahora ya sí podemos decir que es una buena opción. Ahora hay hasta soluciones de car sharing, compartiendo un coche eléctrico, y no muy grande. ¿Para qué? Ya la gente ha aparcado lo de “coche grande, ande o no ande”. Poco a poco va ganando terreno el sentido común.
Cada vez hay más compañías que no compran coches de empresa
P.- ¿Lo tienen las grandes empresas a las que acompañas en su transformación?
R.- Lo tienen claro, en el peor de los casos, por las presiones de los clientes, de los inversores, o incluso de los gobiernos que penalizan lo que no es sostenible y apoyan lo que lo es. Los más grandes del mundo ya se han sumado a iniciativas de compromiso con el clima, impulsadas por magnates como Jeff Bezos. Y, claro, llueve hacia abajo. Hay miembros en comités de dirección que tienen dudas, pero si su jefe ha aceptado el compromiso medioambiental, a los mandos intermedios no les queda más remedio que seguirlo. Tanto es así, que cada vez hay más compañías que no compran coches de empresa. O bien, si siguen teniendo flotas, dan soluciones sostenibles y ecológicas, o dan dinero a los trabajadores para que lo inviertan en la movilidad que más se adapte a sus necesidades. Uno de los proyectos en los que colaboré fue una aplicación para optimizar el transporte de mercancías, para hacer entregas más ecológicas. Es un ejemplo de muchos más.
P.- Hace poco, Amazon ha lanzado una campaña para decir al mundo que ha comprado miles de furgonetas eléctricas para el reparto de “última milla”, que parece ser el más complicado. ¿Se está avanzando de verdad en ese ámbito?
R.- He leído un estudio de McKinsey que muestra que está empezando a haber un freno al e-commerce. Sorprendentemente. El usuario y las empresas de venta online están empezando a ver más sostenible ir a buscar el producto, y a lo mejor de paso es posible comprar algo más. O sea, volver a las tiendas. Se está conjugando esta tendencia con el sentido común. Están apareciendo empresas de distribución vecinal tipo Gorillas o Getir en las que hasta hace poco el repartidor iba con su propia moto. Y han aparecido otras que dan servicio a estas, ofreciendo uso y mantenimiento centralizado de vehículos, y ya tienen claro que es importante la sostenibilidad.
Morirse no es una moda. Y al paso que vamos, si nos cargamos el planeta, esto nos va a pillar a todos
P.- ¿Qué le dirías a un empresario que todavía no ha incorporado la sostenibilidad a su modelo de negocio y piensa que es una moda?
R.- Morirse no es una moda. Y al paso que vamos, si nos cargamos el planeta, esto nos va a pillar a todos. Lo importante es que nos demos cuenta de la realidad. Profundizar. Si a la hora de comprar, preguntas el origen de los productos, es posible que te miren raro. Si lo preguntamos todos, al final las empresas tendrán que decirlo. La fuerza del comprador es enorme. En Australia surgió una marca llamada Keep Cup que comenzó a poner de moda ir a la cafetería con tu propia taza de cristal cuando pides un café para llevar. Y ahora hay muchas personas a las que les da vergüenza salir del establecimiento con el vaso de usar y tirar. Todavía hay quien no tiene problema en cantar bajo la ducha media hora, o no llevar su bolsa al súper, pero cada vez es menos “cool” hacerlo.
P.- ¿Por qué te llaman “conector”?
R.- Bueno, llevar muchos años en algo hace que conozcas a muchas personas, y avanzar en sostenibilidad casi siempre requiere de alianzas, aunque no lo cuentan. Por ejemplo, puedes encontrarte a los gigantes de la fabricación de moda buscando alianzas para reducir el gasto de agua al teñir las prendas. O grandes alimentarias estableciendo acuerdos para poder ofrecer cada vez más productos de proximidad o rediseñar los envases pensando en su posterior reciclaje. Antes no se pensaba, y eso lo hacía más difícil. Por ejemplo, Apple ya fabrica sus móviles pensando en Daisy y Dave, los dos robots que tienen la misión de reciclarlos.
P.- Unos nombres inspirados en “2001, una odisea del espacio”, el gran clásico del cine de ciencia ficción en el que Kubrick nos invitaba a soñar con un futuro en el espacio. Bastante será tener futuro en este planeta.
R.- Es el único que tenemos.
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