En la carrera hacia la descarbonización y la electrificación de la economía, las innovaciones para aumentar la capacidad de generación de energía limpia no cesan. La fotovoltaica es una de las modalidades que más desarrollo está experimentando, especialmente en nuestro país. De los tejados a los huertos solares, hay infinidad de superficies libres de uso susceptibles de ser aprovechadas para la instalación de paneles solares. Pero hay lugares donde el terreno disponible es escaso o sensible, y en cualquier caso insuficiente para el despliegue de plantas de un tamaño adecuado. En la búsqueda de soluciones a determinados casos surgió la idea de la creación de parques solares flotantes.

De primeras podríamos imaginar, como si de una película futurista se tratara, grandes superficies marinas cubiertas de paneles fotovoltaicos hasta donde la vista alcance. Pero la realidad es más exigente que la imaginación. «Cuando llevas un sistema flotante a gran escala las cosas se complican. Hay viento y oleaje, y los sistemas de amarre no resisten», explica Miguel González, responsable de desarrollo de negocio renovable de Enel Green Power España para el noroeste de nuestro país y Portugal. «Los desafíos tecnológicos son mayores en el mar y hoy no nos lo planteamos como una opción viable».

Una gran balsa generadora

Las plantas solares flotantes, tal y como se conciben actualmente, son instalaciones en aguas tranquilas, normalmente lagos o embalses, que permiten aprovechar la superficie libre de uso para la generación de energía. Esta opción, relativamente reciente, se viene implementando desde hace un tiempo en Asia. Actualmente se están creando plantas en Francia, Suiza y más recientemente en Portugal. Allí, Endesa acaba de ganar la primera subasta flotante en un embalse de la península Ibérica. A través de su filial Endesa Generación Portugal, la compañía se ha adjudicado un derecho de conexión de 42 megavoltiamperios (MVA) para instalar un proyecto de energía solar fotovoltaica en el embalse portugués de Alto do Rabagão, próximo a la frontera con Orense. Esto supondrá una inversión de unos 115 millones de euros hasta su puesta en funcionamiento en 2026.

«La idea es relativamente sencilla», asegura Miguel González. «Los paneles son un poco más simples que los habituales, porque son monofaciales, pero basicamente son los mismos que los de una instalación convencional. Se montan en tierra sobre sistemas modulares de flotación», con una inclinación de entre 5 y 15 grados, «y después se desplazan a la zona donde van a quedar amarrados. La plataforma es como un rompecabezas flexible, capaz de absorber las pequeñas ondulaciones de la superficie del agua y un oleaje de hasta medio metro». La gran balsa solar se conecta por un cable subacuático al transformador de la planta, también flotante, y desde allí, finalmente, hasta el punto de conexión en tierra.

Placas más limpias y refrigeradas

La opción de las plantas solares flotantes se puede barajar en aquellos lugares donde no hay disponibilidad de terreno firme llano. Este tipo de instalaciones requiere de planos de agua en los que no haya colisión con otros usos, y que preferiblemente no tengan montañas alrededor para evitar zonas de sombra prolongada. Además, en el caso de los embalses, es deseable que no estén sometidos a un estrés hídrico estacional extremo que los vacíe en verano, o que, en tal caso, cuenten con un fondo plano.

Montar una planta solar flotante tiene un coste entre un 20 y un 30 por ciento superior al de una instalación convencional, y produce algo menos de energía, dado que, con la tecnología actual, los paneles son fijos y no cuentan con sistema de seguimiento del sol. Frente a las 1.900 horas anuales de aprovechamiento de una planta terrestre, una flotante cuenta con unas 1.600. Sin embargo, las acuáticas «presentan mejoras en la eficiencia y ventajas en el mantenimiento. Al estar más refrigeradas, producen más electricidad, y presentan menos suciedad gracias al agua». Además, contribuyen a reducir la evaporación en los embalses.

Un modelo en desarrollo

Tras los informes previos de la agencia medioambiental portuguesa, la subasta en la que ha participado Endesa ha repartido los derechos de instalación fotovoltaica en otros seis embalses del país vecino. Cada proyecto estipula las zonas reservadas para otros usos, como actividades recreativas o la toma de agua por parte de hidroaviones. Se trata de un contexto legal que da «mucha tranquilidad» a los inversores, y que en España todavía está pendiente de resolverse. El Real Decreto-Ley 6/2022 de marzo de este año modificó la Ley de Aguas para «determinar el marco de que ha de regir las concesiones administrativas precisas» para la puesta en funcionamiento de plantas fotovoltaicas en el dominio público hidráulico. Pero «en este momento», apunta Miguel González, no está definido el procedimiento y falta algún tiempo para que se aclare, aunque debería estar a finales de este año».

La inminente fijación del reglamento va a abrir numerosas posibilidades de desarrollar esta modalidad de planta flotante. Para empezar, «en cualquiera de los embalses que gestiona Endesa. Allí donde ya existe una central hidráulica se podrá hibridar la instalación y aprovechar su conexión», constata el responsable de desarrollo de negocio renovable de Endesa. Esto permitirá optimizar el uso de instalaciones que solo se utilizan cuando lo permite la existencia de reservas hídricas. «La capacidad de conexión a red es un recurso cada vez más escaso, y la tendencia es optimizarla y aprocharla al máximo» con equipamientos de fotovoltaica flotante e incluso la conexión de parques eólicos o de baterías.