Concentran más poder que cualquier gobierno, organización o entidad. Es la nueva generación que moldea a la humanidad y a la que dibuja la ruta que debería seguir. Lo hace ahora y aspira a seguir haciéndolo en el futuro. Todos quieren hacer historia, incluso hay quien piensa en dejar su huella para la eternidad. El poder global lo comparten entre apenas una decena de personas. La mayoría lo han obtenido fruto del ingenio que otorga el éxito y que suele acompañar al dinero, mucho dinero. Lo hicieron aprovechando un cambio de era tecnológico, social y medioambiental en el que supieron posicionarse, arriesgar y acertar.
Elon Musk, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Mohammed Bin Salmán, Bill Gates o Larry Page son sólo una parte de ese reducido grupo de “dueños del planeta”. La periodista y escritora Cristina Martín los analiza y describe en su último trabajo. En esa decena de hombres, que presenta como “plutócratas”, también aparecen Warren Buffer, George Soros, Ruper Murdoch y Larry Fink.
A todos ellos les une una obsesión, cambiar el mundo y demostrar que gozan del poder suficiente para hacerlo. Cada uno desde un ámbito distinto en lo que describe como la ‘cuarta revolución industrial’: la tecnológica, la genética, la biomedicina, los medios de comunicación y la que ha dado impulso a la inteligencia artificial. “Todos ellos dominan el mundo visible y pretenden dominar el invisible, nuestras mentes y almas. De algún modo, buscan controlar nuestras opiniones, aspiraciones y deseos como seres humanos”, señala Martín.
La autora de “Los dueños del planeta. Ellos contra nosotros” (Ediciones Martínez Roca) afirma que una vez llegados “al Olimpo” del poder gracias a su poder económico, este grupo de multimillonarios ha optado por abordar nuevos campos y aspiraciones para controlar el presente y el futuro de la humanidad. Muy crítica con todos ellos, Martín afirma que una de las derivas que en casi todos los casos han tomado es impulsar un temor social capaz de condicionar comportamientos a gran escala en una suerte de “ingeniería social”. Una estrategia de control basada en “la mentira, el engaño y la trampa”, apunta, y que se alimenta con discursos en ocasiones catastrofistas “que nos llevan a que tengamos que creer en ellos para salvarnos, al fin y al cabo, son quienes están en la cima del Olimpo”, asegura.
Una 'tercera guerra mundial'
‘Plutócratas’ disfrazados de filántropos, según la autora, que están controlando a la humanidad y el planeta que “buscan que seamos y pensemos como ellos quieren que lo hagamos”. Martín señala que los mensajes orientados a la necesidad de combatir un cambio climático que va a acabar con el planeta o a la necesidad de conquistar nuevos planetas buscan impulsar mercados como el de la energía limpia, el coche eléctrico o la biomedicina en el que muchos de estos multimillonarios tienen intereses económicos, “quieren seguir haciendo dinero con sus distintas empresas”: “Estamos en una ‘tercera guerra mundial’. La utilización a gran escala de armas de manipulación social que cambian nuestras costumbres, nuestras economías y formas de ser es una novedad respecto a las guerras anteriores”.
Esta nueva generación de todopoderosos ha relevado a personajes que en otro tiempo controlaban la economía mundial y con ella los ejes centrales de la humanidad. “Tras la segunda guerra mundial se estableció un nuevo orden mundial en el que Estados Unidos colonizó financiera y culturalmente a Europa con el objetivo de convertirse en dueños del planeta. Aquella alianza de poder que tomó forma en el ‘Club Bilderberg’, tenía apellidos como Rockefeller o Kisinger. Ahora, sus herederos también son eminentemente estadounidenses pero de otro perfil. El relevo generacional son Musk, Zuckerberg o Bezos”.
En este nuevo tiempo el poder estadounidense empieza a encontrarse también con alguna grieta. Figuras como las de Mohammed Bin Salmán, el príncipe heredero de Arabia Saudi, rico y poderoso como ellos, ha abierto un boquete en el dominio norteamericano. Arabia Saudi ha pasado de ser la aliada más importante de EEUU a rebelarse y comenzar a mirar hacia otros lugares del planeta, hacia los BRICS, países como Brasil, Rusia, India o China, “él se está posicionando para liderar un orden mundial que sea multipolar”.
Asegura que personajes como Bill Gates (Seatlle 1955), “el falso mesías del siglo XXI” se presenta como el salvador de la humanidad. Su fortuna comenzó a labrarse con Microsoft, junto a Paul Allen, a quien conoció en la Universidad de Harvard. Martín destaca que ahora ha dejado a un lado su faceta empresarial y promueve una cultura propia repleta de ideología vestida de filantropía, “Gates lo hace como impulsor de la agenda 2030”: “El hace apología sobre no tener hijos, partidario de impulsar la carne sintética o de sustituir la leche materna por la leche artificial”. Recuerda que una de las preocupaciones de Gates es actualmente la “superpoblación” del planeta, “y por eso impulsa una suerte de planificación familiar a gran escala”. Un ideario que Martin considera que está imponiendo gracias a su poder económico e influencia y en la que no falta “el adoctrinamiento” de los escolares: “Ha conseguido que se le vea como el salvador de todos”.
"Morir es de pobres"
A Elon Musk (Pretoria, Sudáfrica, 1971) lo describe como un personaje “ebrio de poder”. Recuerda cómo tras una infancia dura, Musk se refugió en la lectura y la informática, de la que surgiría su fortuna. En 2022 fue considerado el hombre más rico del mundo, con un patrimonio de 350.000 millones de dólares, que meses más tarde se redujo a 185.000 situándolo en segundo lugar. Ahora la aspiración de Musk no está en la tierra sino fuera de ella, “pretende adueñarse del sistema solar, de la galaxia y, de paso, de quienes viven en ella”, afirma muy crítica Martín. Actualmente la compañía SpaceX, fundada para abaratar los viajes al espacio, es una de sus máximas aspiraciones. La reciente y polémica compra de Twitter, origen de sus últimos desvelos, es otro de los ejes de su ansia de poder, según la autora, el control social y de la información oculta en mensajes en favor de la verdad y la libertad de expresión.
En la conquista del espacio rivaliza con otro de los poderosos globales; Jeff Bezos (1964, Alburquerque, Nuevo México). El fundador de Amazon fundó en 2000 la compañía Blue Origin para el desarrollo de cohetes capaces de comercializar viajes espaciales. Su objetivo es poder un día construir una base de operaciones permanente en la luna. Su apellido no es el de su padre sino el de su padrastro, Miguel Angel Bezos, un ingeniero de origen cubano que trabajaba en la petrolera Exxon. En su perfil tampoco falta el interés por el control de la información, es propietario del The Washington Post –y otros medios-, ni el perfil filántropo con la Bezos Family Foundation.
Bezos sueña con la inmortalidad. Martín titula el episodio que le dedica con un significativo “Morir es de pobres”: “El define la muerte como una enfermedad que asegura que va a curar y le gusta recordar que cuando se propone algo, lo consigue”. Por el momento lo intenta invirtiendo en una start-up, Alto Labs, dedicada a la investigación para detener el envejecimiento.
Uno de los más jóvenes en incorporarse a este selecto y poderoso club es Mark Zuckerberg. Aún no ha cumplido los cuarenta años y a este hijo de una psiquiatra y un dentista, de familia judía, Martin ya lo tilda de “el Lucifer del siglo XXI”. Con sólo 26 años, “el mundo ya se había postrado a sus pies”. El éxito de Facebook y su fortuna que no dejaba de engordar con la adquisición de Instagram, Whatssap y otras aplicaciones le han convertido probablemente en el hombre con más control de la información y mayor acceso al ‘big data’ personal de la población.
Martin recuerda cómo precisamente el uso de toda esa información que circula, almacena y clasifica cada día en la red de aplicaciones y redes sociales, ha tenido efectos negativos en el “ciberinfierno” en el que ha derivado. El Metaverso es el siguiente gran reto virtual de control social de Zuckerberg, según la autora. Tampoco en este caso falta la fundación que debe velar por la buena imagen de filantropía que acompaña a los dueños del planeta. La suya lleva el nombre de su hija, Fundación Chan Zuckerberg Initiative.
Mohammed Bin Salmán
El más joven, pero de cultura, tradición y origen radicalmente distinto es Mohammed Bin Salmán. Nació en 1985 en Yeda (Arabia Saudi). Su fortuna es heredada, familiar, fruto del petróleo que controla la familia real saudí. Ha sido el elegido para relevar al actual rey, Salmán Bin Abdulziz, su padre. Es hijo de su tercera esposa, Fahda bint Falah bin Sultan. Se estima que goza de una fortuna de 350.000 millones de dólares. A Bin Salmán se le asigna la transformación que ahora vive Arabia Saudi y que se basaría en la aplicación de la premisa de “pan y circo”.
Martín subraya que la pretensión del príncipe heredero es convertirse en el hombre más poderoso del otro lado del planeta, el más alejado del área de poder de EEUU. Los enfrentamientos con los países de la zona o episodios para cortar la disidencia, como el asesinato del periodista Jamal Khashoggi, se englobarían en esa faceta en busca del poder en la que también se incluye expurgar a las voces más críticas de la amplia familia real.
Bin Salmán Intenta ganarse el favor del pueblo con pequeñas aperturas culturales y con apuestas como el deporte, la cultura o la creación de parques de atracciones. Su última muestra de poder y control para perfilar el futuro es el proyecto ‘The line’, una ciudad futurista de 170 kilómetros de largo y sólo 200 metros de ancho conectada por un tren de alta velocidad y cubierta por muros de vidrio para asegurar un clima ideal en pleno desierto.
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