Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza más de 45.300 especies están bajo amenaza de extinción, una cifra que representa el 28% del total. Y aunque de vez en cuando nos llegan buenas noticias, como la salida del lince ibérico de esa lista, lo cierto es que muchos animales y plantas están en una situación realmente crítica. Así que hay que encontrar soluciones.

Este miércoles una investigación publicada en la revista científica BioScience recoge la innovadora propuesta de un grupo de científicos para proteger la biodiversidad del planeta. Se trata, ni más ni menos, de crear en la Luna un biorepositorio, una instalación de almacenamiento pasivo y duradero para muestras criopreservadas de las especies animales más amenazadas de la Tierra.

El equipo de científicos, dirigidos por la doctora Mary Hagedorn, bióloga del Instituto Smithsoniano (EEUU), prevé aprovechar las temperaturas naturalmente frías de la Luna. En especial las de las regiones cercanas a los polos del satélite, donde nunca llega la luz solar y se mantienen constantemente por debajo de los -196 ºC. Unas condiciones que se consideran ideales para el almacenamiento a largo plazo de muestras biológicas sin necesidad de intervención humana o suministro de energía, dos factores que podrían amenazar la supervivencia de los depósitos terrestres. Además, el biorepositorio lunar estaría a salvo de desastres naturales terrestres y de amenazas como el cambio climático o los conflictos geopolíticos.

Un objetivo prioritario en el desarrollo de ese biorepositorio sería la criopreservación de muestras de piel animal con células de fibroblastos. El equipo de expertos ya ha comenzado a desarrollar protocolos utilizando un pez, el gobio estrellado (Asterropteryx semipunctata), pero la idea es hacer lo mismo con otras especies. Los autores también planean "aprovechar el muestreo a escala continental que se está realizando actualmente en la Red Nacional de Observatorios Ecológicos 190 (NEON) de la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos" como fuente para el desarrollo futuro de células de fibroblastos.

Los retos del proyecto

Entre los desafíos que se deben abordar se encuentran el desarrollo de un embalaje resistente para el transporte espacial, la mitigación de los efectos de la radiación y el establecimiento de los complejos marcos de gobernanza internacional para el repositorio, así como la necesidad de una amplia colaboración entre las naciones, los organismos y las partes interesadas internacionales para hacer realidad este programa, que durará décadas. Los próximos pasos incluyen la ampliación de las asociaciones, en particular con los organismos de investigación espacial, y la realización de más pruebas en la Tierra y a bordo de la Estación Espacial Internacional.

Pero a pesar de los desafíos que hay que superar, los autores aseguran que la necesidad de actuar es aún más grande: "Debido a una miríada de factores antropogénicos, una gran proporción de especies y ecosistemas se enfrentan a amenazas de desestabilización y extinción que se están acelerando más rápido que nuestra capacidad para salvar estas especies en su entorno natural".