Cuando Ester Adolfini visitó el Saló de l'Ensenyament de Barcelona con su instituto fue directa al expositor de la Universidad Politécnica de Cataluña para informarse sobre la carrera de Ingeniería Aeroespacial. La feria sirve precisamente para que los alumnos de Bachillerato y FP conozcan toda la oferta de grados universitarios, pero ella tenía ya claro qué quería estudiar. Sin embargo, justo al lado había un expositor que promocionaba otro grado: Ingeniería de Satélites. "Me llamó la atención, ya que no había oído hablar de esta carrera nunca, y decidí preguntar", cuenta.

No es casualidad que no le sonara. Este es el primer año que la UPC ofrece esta carrera, y ninguna otra universidad española la oferta. "Cuando escuché cuál iba a ser el plan de estudios y las cosas que íbamos a dar en clase me terminó de convencer, y finalmente aposté por ella, ya que desde pequeña todo lo relacionado con el espacio, satélites y cohetes siempre me ha gustado", relata Adolfini, que a lo largo de los próximos cuatro años estudiará asignaturas de todo tipo, desde álgebra, matemáticas avanzadas y cálculo hasta química, mecánica orbital o análisis y diseño de misiones.

Aitor Barreiro es uno de sus compañeros de clase. Él también descubrió esta carrera gracias al Saló de l'Ensenyament, aunque en este caso fue su tutora la que la se la recomendó después de visitar la feria. Le interesó de inmediato, pero, claro, tuvo que consultarlo con sus padres. "Al ser unos estudios novedosos, hubo cierta incertidumbre hacia la carrera, ya que no había ningún tipo de referencia sobre cómo era ni cuál era la opinión de los alumnos. Aun así, después de haber investigado mucho sobre las posibles salidas laborales y las oportunidades que ofrecía, depositaron toda la confianza en mí. Están convencidos de que puede llegar a ser muy interesante", resume.

Esta semana Barreiro, Adolfini y el resto de sus compañeros han empezado las clases. Serán los primeros ingenieros de satélites de la historia de España. "Las primeras impresiones han sido que los próximos cuatro años no serán fáciles. Es un cambio muy grande de bachillerato a la universidad, y costará adaptarse a ello, pero sé que conseguiré sacar adelante las asignaturas. Los profesores desde un primer momento me han causado buena impresión, ya que nos han facilitado todos los recursos necesarios. Y los compañeros creo que nos hemos entendido muy bien. Quizás el hecho de que seamos 40 en clase, una cifra mucho menor en comparación a la de otras carreras, en las que hay hasta 120 alumnos, nos haya ayudado a estar un poco más unidos", asegura Adolfini.

La apuesta de la UPC es clara. "El desarrollo de la ingeniería espacial ha llevado a que se consolide como una disciplina independiente de la ingeniería aeronáutica. Diversas especialidades, como las comunicaciones entre satélites y la Tierra o el control térmico, no estaban suficientemente cubiertas. Y el auge de la exploración y el uso del espacio exigen trabajadores especializados", explican Jordi Gutiérrez y Eduard García, profesor y subdirector de promoción de estudios y nuevo estudiantado, respectivamente, de la Escuela de Ingeniería de Telecomunicación y Aeroespacial de Castelldefels (EETAC).

Ambos detallan que fueron las propias empresas del sector las que les hicieron llegar que necesitaban un perfil profesional que, sencillamente, no estaba disponible en el mercado. Por eso crearon este grado. Aunque en vista de cómo evoluciona todo, ven muy probable que diversas universidades españolas tomen la misma decisión en los próximos años.

Salidas profesionales

Barreiro siempre pensó que quería ser controlador aéreo, aunque ahora no descarta acabar trabajando en alguna empresa relacionada con la exploración espacial o con el uso de satélites. Adolfini, en cambio, cuenta que aún no lo tiene claro porque no sabe "qué puertas del mundo laboral pueden abrirse exactamente". Según la EETAC, serán muchas.

"Los titulados en este nuevo grado habrán adquirido una visión integral de todos los aspectos relacionados con una misión espacial, lo que les permitirá comprender y participar en el diseño, mantenimiento y gestión de sistemas complejos como los satélites. Pero los futuros ingenieros de satélites no solo tendrán una preparación idónea para desarrollar una carrera profesional en el sector espacial, también serán perfiles demandados en otros sectores que se puedan beneficiar de las aplicaciones satelitales, como los que tengan que ver con la monitorización ambiental y la gestión del territorio e infraestructuras, la agricultura de precisión, las telecomunicaciones, y un largo etcétera", apuntan desde la escuela.

La EETAC tiene mantiene contactos con diversas compañías del sector, como Sateliot y Open Cosmos, así como con Fundación i2Cat, para que los estudiantes realicen en ellas las prácticas o el TFG. Además, en su campus cuentan con la sede del Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC), dedicado a la investigación y desarrollo en el ámbito espacial; con una sede de la incubadora de empresas de la Agencia Espacial Europea (ESA BIC), la cual da soporte a diversas start-ups relacionadas con la tecnología espacial y sus aplicaciones, y con el Centre Tecnològic de Telecomunicacions de Catalunya (CTTC).

Nota de corte de la carrera

Las clases se están impartiendo en las instalaciones de la EETAC, situadas en Castelldefels, a menos de media hora de la sede de la UPC en Barcelona. Allí el alumnado del grado en Ingeniería de Satélites comparte espacio con estudiantes de telecomunicación y de sistemas aeroespaciales en algunas asignaturas, aunque cuenta con laboratorios de nueva creación específicos para esos estudios.

"Como en la mayoría de carreras de la UPC, los idiomas principales de impartición son el catalán y el castellano, aunque la presencia del inglés, tan necesaria como inevitable en unos estudios de estas características, será patente desde los primeros cursos", comentan Gutiérrez y García. "Este año la nota de corte ha sido de 10,83, un valor que refleja el gran nivel académico de nuestros futuros estudiantes, por lo que estamos seguros de que aprovecharán muy bien los conocimientos y los recursos que pondremos a su alcance", añaden.

Durante carrera el uso de la inteligencia artificial tendrá mucho peso. No puede ser de otra manera, porque misiones como PhiSat, de la Agencia Espacial Europea (ESA), ya la están empleando a bordo de un satélite para procesar datos en tiempo real, lo que permite tomar decisiones más rápidas y eficientes en el espacio. Campos como la exploración espacial, la optimización de misiones y la automatización de procesos complejos, como la gestión de grandes volúmenes de datos, muestran que esta tecnología jugará un papel clave en el sector.

Otra de las novedades es el uso de la metodología CDIOD, que la UPC estrenará en este grado. La idea es que los alumnos aprendan a aplicar sus conocimientos en situaciones reales, enfrentándose a los desafíos que encontrarán en la industria a través de una formación altamente práctica y experimental. Es algo que se extiende a todos los procesos, más allá del desarrollo de hardware y software, e incluye también a los que suelen ser más "invisibles", como la redacción de documentación técnica de calidad, la gestión económica y técnica del proyecto y el desmantelamiento o la retirada de los sistemas una vez que hayan cumplido su misión.

La industria satelital en España

Hasta ahora los alumnos españoles que estuvieran interesados en los satélites solían decantarse por estudiar, además de Ingeniería Aeroespacial, carreras muy diversas, como Ingeniería Aeronáutica, Industrial, de Telecomunicación, Física o Matemáticas. Pero luego, cuando llegaban a trabajar a las empresas, necesitaban recibir una formación más especializada, lo que suponía una pérdida de tiempo y dinero para las compañías.

"La industria espacial española ha evolucionado significativamente, con Madrid como el principal hub, donde empresas como GMV y Deimos lideran grandes proyectos espaciales. En Cataluña contamos con el impulso de la estrategia New Space de la Generalitat como catalizador de una industria local, que ya cuenta con grandes empresas como GTD y SENER, así como con empresas emergentes como Sateliot, que desarrolla redes de nanosatélites para comunicación IoT, y Open Cosmos, que ha establecido una sede en Barcelona", detallan Gutiérrez y Garcia.

Ellos no tienen dudas de que esto irá a más: "En los últimos años, la industria española ha dado pasos importantes, pasando de ser proveedores de subsistemas a convertirse en contratistas principales de misiones complejas. Un ejemplo destacado es la misión Proba-3 de la Agencia Espacial Europea (ESA), donde empresas españolas desempeñan roles cruciales. En el ámbito de los pequeños satélites, la tecnología de empresas como DHV Technologies, Alén Space y Fossa Systems ha recibido recientemente elogios de la NASA, lo que subraya el creciente reconocimiento internacional del talento y la innovación que emergen de España. En este sentido, la reciente creación de la Agencia Espacial Española será sin duda un factor clave en el desarrollo de la industria y la ciencia espacial".