En 2015, mandatarios y sociedad civil de todo el mundo celebraban en París el acuerdo alcanzado para poner freno al cambio climático durante la Cumbre del Clima de aquel año. No ha transcurrido ni una década y el optimismo parisino se disipa con la realidad. En aquella cumbre, el cambio climático era una situación que afectaría a la Tierra en un futuro lejano y los políticos, parecía, tomaban las medidas para que no ocurriera. 

Acción de Greenpeace en Paris en 2015 donde se firmó el acuerdo más importante.
Acción de Greenpeace en Paris en 2015 donde se firmó el acuerdo más importante. | Greenpeace

Qué es el Acuerdo de París

El Acuerdo de París estipula que los países firmantes tienen que tomar medidas para reducir la emisiones de gases de efecto invernadero para evitar que la temperatura media del planeta supere los 2 °C por encima de los niveles preindustriales y, preferiblemente, limitarla a 1.5 °C.  Las cumbres de la ONU sobre el clima se apoyan.

Una lectura optimista de aquel 2015 podría decirnos que todo había salido bien, que todo había salido como se esperaba cuando las naciones del mundo se plantearon reunidos en Río de Janeiro en 1992 para afrontar la previsible crisis que afectaría a nuestra especie durante el siglo XXI. Que el gran despliegue institucional y científico de las cumbres del clima que cada año haría seguimiento del clima y su órgano de consulta científico (el IPCC, un panel de expertos que pondría las evidencias sobre la mesa), habían dado con la clave para abordar la situación y París era la meta final tras años de discusiones.

Cómo no ser optimista, al fin y al cabo, en 1987 la política, la ciencia y la economía se habían alineado para frenar con éxito la expansión del peligroso agujero de en la capa de ozono a través del conocido como Protocolo de Montreal. 

En 2015 gran parte de los habitantes de nuestro planeta había oído hablar del Cambio Climático, pero era algo casi teórico. En 2024 el cambio climático ya se percibe por los ciudadanos como una realidad. Una reciente encuesta de la Fundación AXA revela que ya es considerado, por los españoles, como el principal problema al que se enfrenta la población (24,8%). Además señala que el 82,1% de la población española cree que el cambio climático se ha agravado mucho o bastante en los últimos años, una percepción que supera el 87% en Cataluña. La experiencia de la reciente sequía que ha afectado a esta comunidad y que ha llegado a amenazar al turismo de la zona está muy presente en la población. Igual que las olas de calor, las repetidas DANAS, los incendios y todos los fenómenos meteorológicos extremos que, debido al calentamiento del planeta, se producen con más frecuencia. 

Cada vez hay más incertidumbre respecto a fenómenos meteorológicos que no estaban previstos o no se esperaban tan pronto. Huracanes como Milton que acelera su potencia en tiempo récord, lluvias torrenciales en el desierto del Sáhara, sequías en Reino Unido, inundaciones en Europa Central, megaincendios en Canadá, la Amazonia y Australia, o la desaparición de la nieve en montañas de los Alpes, son algunos de los muchos fenómenos que nos hace preguntarnos si está causando el cambio climático efectos que no teníamos controlados o si se está acelerando.

Los escenarios de la ciencia

El sexto informe del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) fue realizado por 234 científicos de 66 países y revisado por 78.000 expertos y técnicos gubernamentales de los 195 países que componen el IPCC, un organismo de la ONU que nació en 1998 para determinar la autenticidad y la veracidad de la amenaza del cambio climático. Los científicos que participan en estos informes del IPCC no cobran.

Fenómenos meteorológicos extremos

Los científicos tienen claro a donde nos dirigimos con en función de si se recortan o no las emisiones de gases de efecto invernadero. La subida de grados continúa si todo sigue igual, business as usual, como se remarca en todas las cumbres del clima. Nada cambia, seguimos emitiendo, la temperatura sube. O la situación actual, se recortan la emisiones drásticamente y podríamos quedarnos en el escenario del Acuerdo de París.

Santiago Giralt, investigador y director del instituto Geociencias Barcelona del CSIC, tiene una respuesta categórica sobre si el cambio climático se está acelerando: “Sí”. Pero, como concienzudo científico que es, se remite al origen de todo. “Si miras la concentración de dióxido de carbono desde los años 50 hasta la actualidad, y lo miras de 20 años en 20 años, verás que la cantidad no se está incrementando de forma lineal, se está incrementando de forma exponencial”. Este incremento exponencial de CO2 tiene un efecto directo en la temperatura global. "Cuanto más dióxido de carbono metes en el sistema, más aumenta la temperatura, y la temperatura aumenta linealmente con la cantidad de dióxido de carbono", señala Giralt. Por lo tanto, si el CO2 aumenta exponencialmente, la temperatura también lo hará. "El cambio climático no es una cuestión del futuro, es una cuestión del presente. Ya vamos tarde", advierte.

Este mismo cálculo hicieron científicos de la petrolera estadounidense ExxonMobil en 1977, estimaron sus proyecciones sobre emisiones y cómo podían afectar al clima de la Tierra. Lo clavaron. Tanto fue así que se lo callaron. Esas proyecciones han sido analizadas por científicos de la Universidad de Harvard (EEUU) y del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (Alemania). En un estudio publicado en Science revelan que según los datos que manejaba Exxon, la compañía sabía el calentamiento que se produciría en en el planeta con gran precisión. Haciendo uso de las técnicas estadísticas fijadas por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), el estudio señala que las proyecciones de calentamiento global de los científicos de ExxonMobil coincidían con las temperaturas observadas posteriormente entre un 63 % y un 83 %.

Las proyecciones de ExxonMobil en relación a la subida de temperaturas registrada.
Las proyecciones de ExxonMobil en relación a la subida de temperaturas registrada.

Su precisión fue superior que la de James Hansen de la NASA, considerado el “padre del calentamiento global”, cuyas predicciones alertaron al Congreso de Estados Unidos y al mundo en 1988, sus cálculos coincidían con la realidad entre el 38 % y el 66 %. 

Pese a las advertencias y  pese al Acuerdo de París las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo y según el último informe de ONU medioambiente, el nivel actual nos encamina a una subida de temperaturas cercana a los 3 ºC. 

Cobertura del New York Times en 1988 de la comparecencia en el Senado de EEUU de James Hansen.
Cobertura del New York Times en 1988 de la comparecencia en el Senado de EEUU de James Hansen.

Un clima impredecible que vivimos en nuestra piel

Los científicos llevan décadas advirtiendo sobre el cambio climático, pero ahora la población general está empezando a percibir sus efectos de manera más evidente. Sergi Pla-Rabés, doctor en Biología e investigador investigador del CREAF y la Universitat Autònoma de Barcelona, enfatiza la imprevisibilidad del clima como uno de los aspectos más notables del cambio climático. “Estas fluctuaciones, esta imprevisibilidad, es lo que está notando más la gente”, comenta, señalando cómo los patrones climáticos se están volviendo cada vez más erráticos.

Esta imprevisibilidad está relacionada con cambios en el jet stream o corriente en chorro, la corriente de aire que separa las masas de aire polar y tropical. Giralt explica que el calentamiento global está afectando más a los polos que al ecuador, lo que reduce el gradiente de temperatura entre estas regiones. Esto provoca que el jet stream se vuelva más inestable y ondulante.

La corriente en chorro débil hace inestable en tiempo.
La corriente en chorro débil hace inestable en tiempo.

“En lugar de tener la cuerda tensa, tienes una cuerda floja, lo que permite al jet stream es curvarse”, ilustra Giralt. Estas curvaturas son las que determinan si una región experimenta un verano frío por la entrada de aire polar, o uno extremadamente cálido por el ascenso de aire sahariano.

Según advierte el científico, este fenómeno se está intensificando y adelantando en el tiempo cada año. “Lo que antes empezaba a curvarse, pongamos en octubre, ahora ya se está curvando a finales de agosto, principios de septiembre”. Estos cambios en el jet stream están provocando eventos climáticos extremos, como las recientes inundaciones en Polonia o las olas de calor en Italia y Rumania.

Un estudio reciente liderado por científicos del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) publicado en la revista Nature Climate and Atmospheric Sciences, revela que las olas de calor registradas en 2022 y 2023 en el Mediterráneo occidental, con veranos que alcanzaron anomalías de temperatura de +3,6°C y +2,9°C respectivamente, llegaron a superar las variaciones climáticas naturales de los últimos 1.000 años. Sí, son las olas de calor que el lector posiblemente experimentó de viaje por Europa o por España refugiándose bajo al aire acondicionado.

Oleada de incendios en el norte de Portugal en septiembre de 2024.
Oleada de incendios en el norte de Portugal en septiembre de 2024. | Europa Press

Ernesto Tejedor, investigador del MNCN, advierte: “Estas olas de calor, que hasta ahora se consideraban extremadamente raras porque se producían con una cadencia de unos 10.000 años, podrían ocurrir con una frecuencia de entre 4 y 75 años en las condiciones actuales que está provocando el cambio climático antropogénico, dependiendo de los escenarios futuros de emisiones de gases de efecto invernadero”.

El estudio también señala que uno de los factores clave que impulsaron las olas de calor de 2022 y 2023 fue el rápido aumento de las temperaturas del océano Atlántico y del mar Mediterráneo, donde las temperaturas subieron el doble de rápido que la media global.

Otro efecto directo del cambio climático es el aumento de los incendios. Un equipo de científicos del Reino Unido y Bélgica ha calculado en un estudio publicado en Nature Climate Change que el incremento del área quemada en todo el planeta causada por el cambio climático es un 15,8% mayor entre 2003 y 2019.

AMOC y cambios irreversibles

Además de la variabilidad extrema del tiempo nos enfrentamos a fenómenos que hasta el momento no se habían contemplado con solidez, como el colapso de la Circulación de Retorno del Atlántico Norte (AMOC, por sus siglas en inglés).

José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored, apunta una aceleración más pronunciada: “Hay ya muchas evidencias de que está aumentando el ritmo de subida de la temperatura, es decir, que el calentamiento global sí que está aumentando de magnitud. Sigue su tendencia ascendente pero el ritmo de subida es mayor y sobre todo esto se ha empezado a notar desde hace un par de años a escala global tanto en la temperatura del aire como en la temperatura del agua superficial de los océanos”.

Viñas señala que este reciente “salto”. en la temperatura y sus impactos asociados “ha causado una cierta sorpresa entre la comunidad científica que investiga las cuestiones del clima y del cambio climático". Explica que, aunque el comportamiento no lineal del sistema climático puede incluir este tipo de saltos, hay áreas de preocupación específica: “Ya desde hace tiempo los científicos sí que están poniendo el foco de atención en una serie de puntos o de zonas de la tierra donde, si tienen lugar una serie de procesos, estos pueden llegar a ser irreversibles. Se está vigilando mucho el tema de las corrientes del Atlántico Norte, el hielo de Groenlandia y la tasa de hielo en la Antártida”, expone.

El clima a lo largo de la historia.
El clima a lo largo de la historia.

Viñas advierte sobre la posibilidad de procesos irreversibles que podrían “reconducir la senda por otros caminos”. Menciona específicamente los estudios sobre el posible colapso de la circulación termohalina del Atlántico Norte como un área de incertidumbre científica con potenciales consecuencias significativas.

Esta misma semana 44 destacados científicos, liderados por el climatólogo Michael Mann de la Universidad de Pensilvania, han enviado una carta abierta al Consejo Nórdico de Ministros, advierten que el colapso de la AMOC podría estar mucho más cerca de lo que se había estimado. Un colapso que significaría una bajada de temperaturas incompatible con la vida en muchas regiones del norte de Europa, más frío que en la Pequeña Edad de Hielo de la Edad Media.

El colapso de la AMOC, una amenaza ignorada por el IPCC

La circulación meridional de vuelco del Atlántico Norte (AMOC, por sus siglas en inglés) preocupa cada vez más a los expertos. Se trata de un sistema de corrientes que conecta todos los océanos del planeta, y que juega un papel fundamental en el clima mundial, enfriando las aguas cálidas que llegan procedentes de las zonas tropicales y transportándolas hacia el sur, donde inician de nuevo el ciclo. Este proceso ayuda a equilibrar la temperatura tanto de las regiones más cálidas como de las más frías del globo para que no sean tan extremas. 

El último informe del IPCC consideraba muy improbable que se produjera un cambio abrupto en la AMOC durante este siglo. Pero cada vez más estudios sugieren lo contrario, alertando que hay indicios de que su colapso está cerca.

Las consecuencias de algo así serían con toda seguridad graves, aunque los científicos aún las están estudiando. Pero según Stefan Rahmstorf, miembro del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK) y considerado uno de los mayores expertos mundiales en este tema, esto provocaría algo mucho más preocupante que "una Pequeña Edad de Hielo" en Europa.

El pensamiento de que hemos minusvalorado este riesgo es cada vez más recurrente. La gran pregunta ahora es si estamos a tiempo de evitarlo, aunque desde luego no parecemos ir por el cambio correcto. En 2009 un grupo de expertos, liderados por el científico sueco Johan Rockström, propuso que existían nueve límites planetarios para medir la salud de la Tierra. Tal y cómo detalló el propio Rockström a este periódico, la última actualización era preocupante, porque mostraba que seis de los nueve límites planetarios ya habían sido transgredidos y todos ellos (salvo el estado de la capa de ozono) habían empeorado sus resultados.

Una ventana de oportunidad que se cierra

Julien Nicolas, científico senior del Servicio de Monitoreo de Cambio Climático de la Unión Europea (CS3) afirma que el ritmo de calentamiento del clima ha aumentado en los últimos años. Sin embargo, apunta, “se ajusta a las previsiones de los modelos climáticos. Además, la variabilidad natural del sistema climático también puede provocar variaciones en el ritmo de calentamiento a lo largo del tiempo. Según los datos del C3S, “si se mantiene el ritmo de calentamiento observado en los últimos 30 años, es posible que en 2033 alcancemos ya 1,5°C por encima del nivel preindustrial”. 

Carmen Llasat, catedrática de Física de la Atmósfera en el departamento de Física Aplicada de la Universitat de Barcelona (UB), coincide con Nicolas. "En principio, no podemos en este momento decir que tenemos pruebas de que el aumento de temperatura se esté acelerando respecto a lo que estaba previsto", afirma.

La científica sugiere que la percepción de aceleración puede deberse más a una mayor conciencia pública de los cambios climáticos locales y sus consecuencias. "Todo depende de dónde vivas", señala, mencionando ejemplos como el aumento de inundaciones en el centro de Europa o el incremento de episodios de tormentas en el sur de Cataluña.

Llasat hace una distinción importante entre el aumento de temperatura global y sus consecuencias locales. "Una cuestión es si el aumento de temperatura se está acelerando, que sería el cambio climático básico. De eso no hay una novedad diciendo que está acelerándose más de lo que pensábamos, sino que está siguiendo lo que ya pensábamos que pasaría si no tomamos medidas de mitigación"; esto es, nos acerca a los peores escenarios.

Sin embargo, Llasat señala que hay áreas donde sí se observa una aceleración preocupante: "Donde se está viendo que sí se está acelerando el proceso es en la pérdida de hielo de los glaciares" . Esta observación la atestiguan  Sergi Pla-Rabes y Santiago Giralt que llevan años tomando muestras de hielo en Groenlandia. “La retirada del hielo es evidente a simple vista, de un año a otro se aprecia”, afirma.

Pese a que Julien Nicolas considera que es prácticamente seguro que el límite de 1,5°C se superará en un futuro próximo, observa “que hay una ventana de oportunidad extremadamente estrecha para volver a situarse por debajo de este nivel a finales de siglo. Pero para ello es necesario tomar medidas inmediatas y contundentes sobre las emisiones”, insiste.

“El principal factor del calentamiento de nuestro clima es el aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera debido a las emisiones humanas. Si nuestro objetivo es limitar la alerta futura, es más urgente que nunca reducir esas emisiones", añade. Dicho queda, una vez más. Todo en orden.