Hace poco se cumplieron dos años desde que Elon Musk compró Twitter por 44.000 millones de dólares. Es poco tiempo, pero ha parecido una vida si tenemos en cuenta todo lo que ha cambiado desde entonces. La plataforma se enfrenta a una crisis reputacional en toda regla, mientras medios como La Vanguardia o The Guardian, junto a miles de usuarios, han decidido abandonarla por la desinformación que difunde. Musk, por su parte, se ha consolidado como el hombre más rico del mundo, y acaba de confirmarse que codirigirá el Departamento de Eficiencia Gubernamental en la Casa Blanca de Donald Trump.
Parecen historias contrapuestas, de fracaso y de éxito, respectivamente. Pero en realidad están muy relacionadas. Para entenderlo hay que analizar las causas y las consecuencias del paso de Twitter a X con la llegada de Musk. En julio de este año Financial Times recogía que la red social creía a un ritmo de dos dígitos al año en número de usuarios antes de la entrada del magnate. Desde entonces, esas cifras se han estancado, y en paralelo la compañía no ha dejado de perder anunciantes por la postura de Musk como "absolutista de la libertad de expresión" y su decisión de eliminar a la mayoría de los moderadores de contenido de la plataforma.
Ahí está la clave. Tal y cómo indica Jesús Miguel Flores, catedrático de Periodismo Multimedia y Ciberperiodismo en la Universidad Complutense de Madrid, Twitter "llegó a ser una herramienta muy útil en el ecosistema informativo". Y gran parte de su éxito estaba cimentado en el equipo de moderadores que tenía la empresa, que se encargaba de filtrar el enorme flujo de información que los usuarios vertían. La primera decisión de Musk nada más llegar fue prescindir de muchos de esos trabajadores. Un adelanto de los cambios que se avecinaban, que han acabado transformando por completo a la red social.
Los expertos dibujan que ha sido una cascada. Se eliminó la verificación, que permitía saber que la persona que estaba detrás de esa cuenta era quien decía ser. El algoritmo cambió para parecerse más al de TikTok, haciendo que los creadores se dirijan a una audiencia pasiva en lugar de fomentar las comunidades. Los bots, que muchos usuarios han aprendido a usar para ganar mucho dinero, se han expandido. Y todo ello ha contribuido a hacer que los contenidos desinformativos y los discursos de odio se multipliquen y que la publicidad engañosa aumente.
"Es imposible medir si en X hay más desinformación que en otras plataformas. Pero sí es, junto a TikTok, la que menos medidas tiene para promover un ambiente informativo de la mayor calidad posible. Musk ha prescindido de todas las herramientas que había", resume Alberto Fernández, investigador del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral. El experto explica que desde el plano económico la idea no ha sido buena, porque el valor de X ha caído en picado. Pero apunta que detrás hay una cierta estrategia política, muy alineada con el discurso trumpista, de querer equilibrar lo que consideran un sesgo progresista en los principales medios de comunicación y plataformas sociales.
"Ha sido una deriva constante desde hace más de dos años, y tiene una vinculación muy estrecha con Trump", sostiene Ramón Salaverría, catedrático de Periodismo de la Universidad de Navarra. En su primer mandado el republicano gobernó el país a golpe de tweets, pero ahora parece tener a toda la plataforma alineada con sus intereses. "Es interesante el capítulo que se abre ahora con X como altavoz del Gobierno americano, y plantea dudas sobre cualquier tipo de disidencia. Por ejemplo, si Robert F. Kennedy Jr -el antivacunas propuesto por Trump para ponerse al frente de la sanidad de EE.UU- publica una opinión controvertida, cosa que sucederá, y la comunidad científica trata de debatirlo, probablemente los silenciarán. Se ha abierto una cuestión muy profunda", afirma Fernández.
Las posibilidades de un éxodo
"Twitter ha sido una especie de altavoz de las noticias de los medios. Pero en los últimos años se ha convertido en altavoz de los políticos y de sus partidos. Es posible que se pueda ver mermado su número de usuarios, y que más medios lo abandonen. Sin embargo, para el periodismo, como disciplina, el uso de un canal más o un canal menos, no repercutirá en su desarrollo y evolución", relata Flores.
La razón es simple. Como explica Salaverría, actualmente el tráfico de los medios de comunicación que llega a través de X es "irrelevante", lejos de lo que suponía hace años. Y tanto La Vanguardia como The Guardian van a permitir que sus periodistas sigan utilizando la plataforma con normalidad. Así que en realidad el sacrificio no lo es tanto, y el cambio no es tan importante a nivel empresarial, más allá de que algunas voces, como la del propio Salaverría, lo consideren una "torpeza" por dejar a millones de usuarios a merced de la desinformación.
"Es probable que más medios sigan el mismo camino. Cuando Musk compró Twitter y empezó a tomar medidas que no gustaron algunos usuarios decidieron mudarse, pero quedó más en una simple pataleta, porque no se produjo un trasvase significativo. Ahora el fenómeno es diferente, porque los medios no se están yendo a otras plataformas, donde ya están presentes. Simplemente quieren abandonar X", continúa el catedrático.
Alrededor de Twitter llegaron a orbitar, de acuerdo con Flores, un centenar de aplicaciones con funciones específicas, tales como Twitonomy, Twitpic, TweetDeck o QualiTweet. La cifra habla de la magnitud de la plataforma. En la corta historia de Internet ya hemos visto ejemplos de otras redes que desaparecieron o prácticamente se esfumaron después de llegar a ser muy populares, como MySpace, Ning, o Tuenti, pero en este caso parece mucho más complicado. Con todo, alternativas hay. Empezando por Mastodon y Threads, que han alcanzado cierta visibilidad, aunque no han acabado de consolidarse.
La tercera opción es la que más peso está ganando últimamente: Bluesky. Este viernes la propia compañía informó de que en las últimas 24 horas habían ganado un millón de usuarios, y durante prácticamente todo el día su nombre fue, irónicamente, trending topic en X. "Bluesky está promovida por el creador original de Twitter, y trata de recuperar esa esencia. Aunque con algunos matices interesantes, porque los propios usuarios pueden gestionar, hasta cierto punto, sus propios algoritmos para decidir qué contenidos quieren ver. Les da cierto control", detalla Salaverría.
La división ideológica de Internet
"En EE.UU, X parece que va a perfilar la realidad de los votantes de Trump. Y Blueskye se está convirtiendo en la plataforma alternativa para la población demócrata y progresista. Esto es interesante porque podría provocar una polarización aún mayor de la que ya existía. Estamos caminando hacia un mayor aislamiento, porque la gente con ideas diferentes ya ni siquiera va a compartir la misma plataforma. Y si eso pasa, habrá cada vez más problemas", desliza Fernández.
¿Tendremos redes sociales de izquierdas y de derechas? "El propio Trump lo intentó cuando sus perfiles de Twitter y Facebook fueron baneados en 2021, después del asalto al Capitolio, y creó Truth Social. Pero creo que este tipo de herramientas son difíciles de gestionar y desarrollar. Aunque es cierto que se están produciendo fenómenos en los que las personas alienadas de izquierdas y, sobre todo, de derechas, se están agrupando en determinados marcos tecnológicos, que no necesariamente tienen que ser redes sociales", añade Salaverría.
En ese sentido, el catedrático recuerda que recientemente el New York Times publicó un reportaje titulado 'Dentro del movimiento que se esconde tras las mentiras electorales de Trump', en el que relatan cómo un grupo de seguidores del político republicano se han estado reuniendo durante los últimos cuatro años por videoconferencia para difundir las teorías de manipulación electoral. El periódico accedió a 400 horas de grabaciones, que permitían entender cómo se utiliza la desinformación para fabricar un movimiento.
"Aunque ese no sea el fin con el que se crean (con excepciones), las redes sociales empiezan, rápidamente, a tomar partido en los pensamientos ideológicos de la sociedad global. X puede pasar a engrosar la lista de medios sociales con pensamiento de derechas, pero desde luego las redes sociales de izquierdas seguirán in crescendo. En general, aquellas con ideologías extremas continuarán en esa línea de crecimiento, algo que genera una situación y un debate muy complicado, sin una solución a corto o medio plazo", remata Flores.
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