Una nueva prueba del ambicioso cohete Starship de SpaceX terminó en un fracaso este viernes, cuando la gigantesca nave explotó en el aire pocos minutos después de su lanzamiento desde la base de Boca Chica, Texas. La explosión obligó a las autoridades aeronáuticas a desviar vuelos comerciales en la región del Golfo de México y generó una ola de preocupación sobre la seguridad de estos ensayos.

Un nuevo revés para SpaceX

El Starship, considerado el cohete más grande y potente jamás construido, despegó con éxito en su cuarta prueba a gran escala. Sin embargo, poco después de alcanzar la altitud planificada, un fallo en el sistema de propulsión provocó una explosión catastrófica. Restos de la nave cayeron sobre el océano, sin causar daños a infraestructuras o personas, pero obligando a la Administración Federal de Aviación de EE. UU. (FAA) a imponer restricciones en el espacio aéreo de la zona.

"Podemos confirmar que se ha producido una anomalía durante el vuelo de Starship. Los equipos están recopilando datos para determinar la causa del fallo", informó SpaceX en su cuenta oficial de redes sociales. La compañía, dirigida por Elon Musk, aseguró que este tipo de pruebas son clave para mejorar la tecnología y lograr un sistema de lanzamiento completamente reutilizable para futuras misiones a la Luna y Marte.

La explosión no solo marcó un contratiempo para SpaceX, sino que también obligó a desviar vuelos comerciales en la región. Varias aerolíneas reportaron alteraciones en sus rutas debido a la activación de protocolos de seguridad aérea. Algunos aeropuertos en Florida, como el de Miami y Orlando, registraron retrasos temporales mientras se aseguraba que no había riesgo por la caída de escombros.

Un piloto de American Airlines, que operaba un vuelo de Houston a Cancún, mencionó en la radio aeronáutica que se le ordenó cambiar de rumbo debido a la presencia de restos del cohete en la zona del Golfo. "Nos informaron que había actividad espacial y que debíamos desviarnos por precaución", relató.

La ambición de Musk

Si bien SpaceX insiste en que cada prueba fallida es un paso más hacia el éxito, expertos han señalado la importancia de mejorar la fiabilidad del sistema antes de avanzar en su certificación para vuelos tripulados. La FAA ha iniciado una investigación para determinar las causas del fallo y decidir si SpaceX puede continuar con los próximos lanzamientos previstos para este año.

Pese a los contratiempos, Musk sigue confiando en que Starship será el vehículo que lleve a la humanidad de regreso a la Luna y, con el tiempo, a Marte. "Cada prueba nos acerca más a nuestro objetivo. Vamos a analizar los datos y volveremos con una versión mejorada", publicó en la red social X.