Con motivo del Día Mundial del Agua, diferentes proyectos a nivel global reivindican la implementación de nuevas herramientas para cuidar del medio ambiente y los recursos hídricos. En este contexto, Arabia Saudí, siguiendo su Visión 2030, señala que reafirma su compromiso con la sostenibilidad y la gestión eficiente de los recursos hídricos mediante dos de sus proyectos clave en el sector de la desalación: las plantas de desalación de Rabigh y AlKhafji.
Estos proyectos son fundamentales para garantizar el suministro de agua potable en el país, sin perder de vista su objetivo de reducir la dependencia de fuentes de energía fósiles como el petróleo.
Puesta en marcha en 2018 y situada en la zona norte del país, la Planta de Desalinización AlKhafji es el mayor proyecto de desalinización de agua mediante energía solar del mundo, satisfaciendo las necesidades de agua de la región de forma innovadora y sostenible.
Para ello, implementa un sistema revolucionario que convierte el agua salada en agua potable y a su vez genera energía limpia para el país. El uso de las placas solares por parte de la planta permite a Arabia Saudí reducir sus emisiones de carbono y facilita la transición hacia una energía más respetuosa y sostenible.
La planta tiene capacidad para producir hasta 90.000 m³ de agua limpia al día y utiliza tecnología punta desarrollada en el país. Un proyecto que ejemplifica el uso de la tecnología y la innovación con el objetivo de reducir la dependencia de las energías tradicionales y el coste del metro cúbico por día de agua potable. A su vez, la planta AlKhafji busca desarrollar nuevas tecnologías locales de osmosis inversa y células solares.
Tecnología e innovación
En la costa del Mar Rojo se encuentra una de las iniciativas saudís líderes en la lucha contra la escasez de agua, la Planta de Desalinización Rabigh, que implementa tecnologías de vanguardia y busca revolucionar la forma en que Arabia Saudí procesa la desalinización del agua.
En particular, la planta destaca por su uso de refrigeración por absorción cristalina a escala industrial, que no solo la hace más eficiente, sino que también reduce el impacto medioambiental con un retorno cero de sal. Rabigh tiene capacidad para producir hasta 5.000 m³ de agua desalada y 700 kg de sal al día, todo ello con un consumo de solo 3,5 MW de energía térmica y 1,5 MW de energía eléctrica.
Rabigh tiene como objetivo impulsar la colaboración tanto a nivel global como local para aplicar tecnologías avanzadas en el proceso de desalinización, mientras apoya el talento local a través de diferentes formaciones.
La sostenibilidad, impulsada a través de proyectos como los innovadores sistemas de gestión de los recursos hidráulicos, es uno de los pilares fundamentales de la Visión 2030, la estrategia que guía el progreso de Arabia Saudí. El país busca reforzar su posición como líder a nivel global, al tiempo que apuesta por una diversificación de su economía y por una mejora de la vida de sus ciudadanos, "construyendo un futuro donde el bienestar social es la principal prioridad".
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