Hasta ahora, muchos de los estudios sobre el jet lag se habían realizado en condiciones controladas de laboratorio, o involucraban únicamente a grupos específicos, como atletas o personal militar, cuyas características podrían no reflejar las del público general que viaja.
Para resolverlo, los investigadores del Centro de Sueño y Cognición de la Facultad de Medicina Yong Loo Lin de la NUS (NUS Medicine) han analizado 60.000 viajes de más de 1.000 km de distancia para publicar una nueva investigación. Se trata del primer estudio a gran escala y en condiciones reales sobre la recuperación del jet lag hasta la fecha.
El informe se publicó en la revista científica Sleep el pasado 24 de marzo de 2025. Y para realizarlo, los científicos utilizaron datos del Anillo Oura, que hace un seguimiento del sueño, la condición física y el estrés. Las conclusión principal es que ,si bien la duración del sueño se recupera rápidamente, el tiempo y la arquitectura del sueño pueden tardar mucho más en realinearse cuando se viaja a través de zonas horarias.
"Sabemos desde hace tiempo que el jet lag supone un desafío para los viajeros, pero este estudio proporciona evidencia basada en datos de la persistencia de sus efectos, en particular al adaptar el horario de sueño a una nueva zona horaria", afirmó el investigador principal del estudio, Adrian Willoughby, investigador principal de NUS Medicine.
El jet lag es una causa conocida de alteración del sueño durante los viajes, pero no es el único factor. Los viajeros suelen madrugar para coger un vuelo, lo que acorta el sueño la noche anterior. Si bien los vuelos a última hora del día suelen tener un menor impacto en el sueño la noche anterior, dormir en vuelos nocturnos supone un reto, lo que a menudo provoca un menor rendimiento y un aumento de la somnolencia diurna. Esta restricción del sueño suele provocar acostarse temprano y un sueño de recuperación más prolongado la noche siguiente. Sin embargo, el cambio de huso horario dificulta esta recuperación al dificultar la capacidad de conciliar el sueño a la hora local adecuada.
El estudio encontró que la duración del sueño generalmente vuelve a la normalidad en aproximadamente dos días, pero los cambios en el horario y la estructura del sueño (por ejemplo, más despertares nocturnos) pueden tomar más de una semana, y los viajes hacia el este y el cruce de múltiples zonas horarias amplifican la alteración.
Hallazgos principales del estudio
- La duración del sueño generalmente se recupera rápidamente, alineándose dentro de los 15 minutos de la duración habitual del sueño dentro de los primeros días posteriores al viaje.
- El jet lag es más severo después de viajar hacia el este, especialmente en viajes cortos (hasta tres husos horarios). En viajes más largos, la alteración de los patrones habituales de sueño es similar independientemente de la dirección, con el sueño entre 60 y 70 minutos antes o después de lo habitual. En algunos casos, recuperar el horario y la estructura del sueño normal puede llevar más de una semana.
- Se observaron diferencias mínimas entre hombres y mujeres en la interrupción del sueño relacionada con el viaje. Sin embargo, los viajeros mayores experimentaron un impacto ligeramente menor: un joven de 20 años experimentó una reducción de sueño de 15 minutos mayor que uno de 60 años durante los primeros días posteriores al viaje.
Una característica destacada de este estudio fue la medición del sueño habitual previo al viaje durante un período prolongado, así como un seguimiento posterior. «Dispositivos portátiles como el Anillo Oura, que rastrean los hábitos de salud a lo largo del tiempo, abren nuevas puertas para la recopilación de datos de salud a gran escala. Los viajeros que consultan este conjunto de datos pueden determinar su situación en comparación con el promedio de la población, teniendo en cuenta sus hábitos de sueño, los parámetros del viaje y el número de días posteriores al viaje. A las personas les gusta saber cuál es su situación en comparación con los demás, y este conjunto de datos proporciona una base sólida para evaluarla», añadió el profesor Michael Chee, director del Centro de Sueño y Cognición de NUS Medicine.
Los trabajos futuros buscarán evaluar los factores del estilo de vida que contribuyen a una recuperación más lenta o más rápida de la interrupción del sueño y si los esfuerzos para cronometrar la exposición a la luz y la ingestión de melatonina ayudan en situaciones del mundo real.
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