Las segundas residencias sin mantenimiento durante el confinamiento por la COVID-19 así como la previsible alta demanda de piscinas hinchables para evitar futuros contagios configuran esta temporada el destino favorito para el mosquito tigre, cuya población se extiende por distintas zonas del territorio español.
Los cambios de hábitos durante la cuarentena y las lluvias de la última primavera promueven que esta especie invasora, de origen asiático, "progrese continuamente" y que en la actualidad esté establecida a lo largo de toda la costa mediterránea así como en "otros puntos de Extremadura, País Vasco, Aragón y Madrid", ha explicado a Efe el entomólogo del Servicio de Vigilancia "Mosquito Alert", Roger Eritja.
Para los muestreos técnicos, la plataforma "Mosquito Alert" cuenta con usuarios que desarrollan el papel de detectives ya que "cualquier persona con su móvil puede comunicarlo" y gracias a esta aplicación digital, "se descubrió la presencia de ‘Aedes japonicus’ en Andalucía, Aragón y Asturias".
A través de este seguimiento, la ciudadanía ha detectado una cantidad de mosquito tigre "ligeramente mayor que otros años durante estos meses de su inicio de actividad", que, según Ertija, se podría deber al efecto del encierro por el coronavirus, ya que "muchas segundas residencias quedaron sin mantenimiento" propiciando, así, un aumento local de la especie, ya que no se eliminaban las acumulaciones de lluvia.
Además, el esperado incremento en la venta de piscinas hinchables podría ser otro foco para su proliferación, por lo que el entomólogo recomienda mantener el agua "correctamente tratada" ya que, de lo contrario, "podrían convertirlas rápidamente en focos de cría para miles de larvas".
Las condiciones climáticas afectan a esta especie, tanto en "su distribución" como en "abundancia", ya que su futura expansión geográfica está limitada por "factores climáticos estadísticos", al no poder sobrevivir aún en inviernos tan fríos como los que registran otros países.
En este sentido, el especialista recuerda que en las zonas templadas de España, el mosquito tigre "sale de la hibernación entre los meses de abril y mayo", momento en el que los participantes de "Mosquito Alert" "detectan y fotografían los primeros ejemplares" y después, tienen presencia durante toda la época estival "hasta bien entrado noviembre".
Respecto al riesgo de incremento, Eritja advierte sobre los depósitos, recipientes con agua estancada o jarrones para las flores en lugares como los cementerios, que representan un punto "muy conflictivo" al estar siempre "llenos" por la lluvia, así como por la ciudadanía, al sustituir periódicamente los adornos florales.
Las precipitaciones también afectan su abundancia "a un nivel más local", ya que la cantidad de esta especie que reside en una región "depende directamente de la cantidad de pequeños y medianos espacios inundados", lugar donde cría sus larvas, por lo que Eritja determina que la cantidad de mosquitos tigre que nos pican tendrá "mucho que ver con la lluvia que cayó quince días atrás".
Precisamente las picaduras son uno de los efectos directos sobre la ciudadanía, aunque el portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), el doctor Fernando de la Calle, asegura a Efe que en ningún caso es un riesgo "mortal o muy peligroso", excepto en aquellas personas alérgicas a este vector, aunque sí es un transmisor de enfermedades tropicales como "el dengue, el chikungunya o el Zika".
Para prevenirlas, el doctor recomienda usar "soluciones que cuenten con permetrinas" (insecticida) para aplicarlas en la ropa o productos con "N-Dietil-meta-toluamida" (DEET), uno de los ingredientes más habituales para repeler a estos insectos; y para tratarlas, aconseja tomar antihistamínicos "en el caso de una inflamación significativa".
Además, el experto recuerda que en este caso, "puede ser un caldo de cultivo para la entrada de bacterias en el sistema inmunológico" por lo que recomienda "no rascar la herida” y en el caso de empeoramiento, "acudir a tratamientos con corticoides".
El Seimc ha detectado un aumento de picaduras de esta especie en los últimos años y su portavoz concluye que podría deberse a su expansión por la geografía española o a una mayor resistencia de los huevos a temperaturas “cada vez más bajas”, que podría explicar los casos registrados en el norte peninsular.
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