El Hubble ha sido nuestra puerta de acceso al universo durante los más de treinta años que lleva orbitando alrededor de la Tierra. Ha proporcionado a la astrofísica grandes resultados, abriendo grandes interrogantes para la ciencia. Reveló, por ejemplo, que las galaxias colisionan con otras galaxias y generan así agujeros negros. Ha sufrido varias actualizaciones, misiones de astronautas que han mejorado su tecnología y reparado piezas. La cuestión es que muchos de los interrogantes que ha abierto son los mismos por los que los astrofísicos necesitan de otro telescopio fuera de la Tierra. Más lejos, mucho más lejos.
Ese es Webb, el sucesor del Hubble, que se acaba de presentar en sociedad. El telescopio espacial Internacional James Webb es un proyecto de la NASA (EEUU), la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA) y está llamado a ir "más allá" de lo que ha ido su predecesor y asociar su nombre a los descubrimientos de la ciencia espacial de los próximo años. Es el más potente de la historia. El viaje del Webb está previsto que inicie su andadura el próximo otoño cuando sea lanzado desde la Guayana francesa en un Ariane 5.
Entre las misiones que los científicos de las agencias espaciales tienen en mente, Webb buscará explorará exoplanetas y objetos muy distantes, como las primeras galaxias formadas en el universo, un objetivo que requiere un telescopio infrarrojo, que es lo que es Webb. La visión infrarroja de Webb le convierte en una poderosa máquina del tiempo que se remontará a más de 13.000 millones de años, lo que puede llegar a mostrarnos cómo se formaron las primeras estrellas y galaxias.
Esta es una de las grandes diferencias entre Hubble y Webb. El Hubble tiene una capacidad de observación infrarroja limitada, especialmente si se compara con la que tendrá Webb. La diferencia entre una observación con un sistema u otro se puede ver en esta comparación de la nebulosa conocida como los Pilares de la creación. En la imagen de la izquierda, sin infrarrojos, se detectan menos estrellas ya que están ocultas tras los gases del espacio. En la imagen de la izquierda, con infrarrojos, se aprecian muchas más estrellas. Las dos imágenes están tomadas por el Hubble.
A diferencia del Hubble que orbita a 570 kilómetros de la Tierra el Webb viajará hasta 1,5 millones de kilómetros de distancia. Una vez que alcance su destino desplegará sus 18 espejos hexagonales que junto con el parasol alcanzará unas dimensiones similares a un campo de tenis.
Una vez en la posición, el parasol jugará un papel crucial, permitirá a Webb mantenerse en temperaturas bajas para poder funcionar con normalidad, el telescopio de infrarrojos no puede recibir calor para funcionar correctamente. Desde su lanzamiento hasta su puesta en marcha trascurrirá medio año entre el viaje y la puesta a punto.
Una vez que empiecen sus observaciones uno de los puntos de interés de Webb será Centaurus A, una de las galaxias más cercanas a nosotros en la que hay un agujero negro supermasivo activo, lo que permitirá a Webb saber más de ellos o, en el peor de los casos, hacernos nuevas preguntas el universo.
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