Se estima que ignoramos lo que hay en el 95% del Universo. Y sin embargo, ese 5% que ya conocemos está plagado de posibilidades que podrían transformar nuestras vidas por completo. En los últimos años se especula con que una de ellas es el Helio-3 (He-3), pero la comunidad científica está dividida. Algunos creen que debemos conseguirlo como sea. Y otros piensan que es una locura apostar por él, porque ven casi imposible que sea realmente útil y rentable.
"El Helio-3 es un gas, un isótopo más ligero del Helio-4, que es el más común. Pero desde hace relativamente poco se ha empezado a barajar la posibilidad de que pueda usarse como fuente de energía, aunque a día de hoy es algo más teórico que práctico. Ya hay algún reactor experimental trabajando para hacerlo realidad, pero hasta donde yo sé está teniendo relativamente poco éxito", relata José Pablo Salas, profesor de Física Aplicada de la Universidad de La Rioja y Doctor en Ciencias Físicas por la Universidad de Zaragoza.
Pero de entrada hay un problema: este elemento es muy escaso en la Tierra. "Nuestro planeta, al estar protegido por la atmósfera y el campo magnético, dispone de escudos frente a la progresiva llegada de Helio-3 a la superficie por el viento solar. No obstante, se estima que en el manto y el núcleo puede quedar una cantidad remanente que, en ocasiones, podría escapar y quedar atrapado en algunas rocas, tal y como se ha detectado recientemente en lavas de las islas Baffin, en Canadá", detalla Jesús Martínez-Frías, experto en geología planetaria y astrobiología del CSIC en el Instituto de Geociencias (IGEO).
En la Luna es todo lo contrario, porque allí no hay campo magnético ni atmósfera. Así que a lo largo de miles de años en su superficie se ha ido acumulando He-3. Los estudios geológicos de las muestras recogidas en las misiones Apolo y los modelos de interacción del viento solar han estimado que el satélite podría albergar entre un millón y un millón y medio de toneladas. Un botín jugoso. Algunos cálculos hablan de que esa cantidad podría satisfacer la demanda mundial de energía durante 250 años. Pero, además, también podría utilizarse para cubrir las necesidades de futuras misiones espaciales y aplicaciones aeroespaciales en motores de fusión.
"La forma más fácil de obtener el He-3 es calentando con energía solar el regolito -un polvo fino compuesto por materiales que aún no forman parte del suelo y que cubre la superficie lunar- hasta alrededor de los 700°C. Aunque recientemente hemos descubierto que podemos extraer cerca del 50 % del He-3 simplemente por agitación, que requiere mucha menos energía", explica Gerald Kulcinski, profesor emérito de Ingeniería Nuclear y director del Instituto de Tecnología de Fusión de la Universidad de Wisconsin-Madison (EEUU), que asegura que la comunidad científica "ha tardado algún tiempo en comprender la magnitud del He-3 en la Luna" a pesar de que "conocen sus reacciones desde hace casi 50 años".
Kulcinski recibió la Medalla de Servicio Público en 1993 y la Medalla de Servicio Público Excepcional en 2010, ambas otorgadas por la NASA, un organismo del que formó parte entre 2005 y 2009 como miembro de su Consejo Asesor. Y a día de hoy es uno de los principales defensores a nivel mundial del potencial del He-3 como fuente de energía. De hecho, dirige el primer reactor de fusión de Helio-3 del mundo, que lleva décadas en funcionamiento.
El experto se muestra convencido de que, antes de nada, "tenemos que volver a la Luna". Y como él mismo mismo recuerda, estamos cerca de hacerlo, porque tanto EEUU como China tienen proyectos en marcha para llevar humanos al satélite en los próximos años. Cuando lo hayamos conseguido, Kulcinski calcula que necesitaremos otros 10 años más para poner en marcha las operaciones de minería de He-3. Aunque todo esta en manos, dice, de los progresos que hagan las empresas privadas, que aunque "disponen de grandes sumas de dinero" son bastante opacas a la hora de comunicar sus resultados.
"Mi opinión es que en los próximos 10 años sabremos qué sistema de confinamiento es el mejor. Y esto puede hacerse con las pequeñas cantidades de He-3 que tenemos en la Tierra. Una vez hecho esto, dependerá de lo rápido que podamos demostrar la extracción en la Luna. En mi opinión, que sólo es una suposición en este momento, pasarán entre 15 y 20 años antes de que veamos una cantidad sustancial de He-3 en la Tierra. Entonces dependerá de la rapidez con la que los dispositivos de fusión avanzados que utilizan He-3 puedan penetrar en el mercado", afirma Kulcinski .
Un debate que divide a los científicos
Kulcinski es optimista, pero otros muchos expertos no lo ven tan claro. Y no será porque el He-3 no tenga potenciales beneficios. "A día de hoy lo que está más avanzado es la fusión nuclear de deuterio y tritio, que libera neutrones. Lo que sucede es que estas partículas, que son altamente energéticas, no tienen carga eléctrica. Así que es complicado frenarlas, y necesitamos hacerlo porque, de lo contrario, dañan toda la materia que tienen a su alrededor, incluidos a nosotros. Son como proyectiles que golpean todo lo que le rodea. La otra alternativa que se plantea es una fusión entre deuterio y Helio-3, que tiene una ventaja. Y es que se generaría Helio-4, que libera protones en lugar de neutrones. Y a estos, como sí tienen carga eléctrica, podríamos frenarlos fácilmente con campos electromagnéticos", resume Salas.
Pero este sistema, según el profesor, también presenta problemas. Porque si la fusión de deuterio con tritio necesita reproducir las condiciones del Sol en un laboratorio hasta alcanzar una temperatura cercana a los 150 millones de grados, para la fusión de He-3 con deuterio es aún más complicado: necesitaríamos alcanzar unos 600 millones de grados. Es decir, cuatro veces más. Por no hablar de que la primera sería mucho más "eficiente" que la segunda.
"Veo el Helio-3 muy lejano, porque necesitamos requerimientos tecnológicos para su extracción que llevará tiempo alcanzar. No obstante, no descarto que en el futuro lo podamos conseguir", comenta Martínez-Frías, que explica que la utilización de los recursos de la Luna "es mucho más real y científicamente rigurosa" en lo que se refiere a otras cosas, como el uso del regolito para la construcción de pistas de despegue y aterrizaje, caminos, carreteras, escudos anti-radiación, sustrato para el crecimiento de plantas y alimentos, extracción de oxígeno y otros elementos estratégicos de los minerales existentes (sobre todo óxidos y silicatos). Y en general, para todo tipo de aplicaciones geológicas para suplementar las necesidades de habitabilidad de la futura base semipermanente.
Salas apunta en la misma línea: "Si consiguiéramos energía con el He-3 sería muy eficaz. Pero por lo que parece podría empezar a valorarse sólo cuando tengamos reactores de fusión eficaces, que sepamos cómo funcionan y que estén produciendo energía de forma masiva. Hasta entonces creo que todo esto está un poco lejos. A día de hoy la energía con He-3 no es que sea un debate muy extendido en la ciencia. En lo que se están enfocando es en la fusión de deuterio y tritio. Ahí es donde se está invirtiendo dinero y hay países y consorcios trabajando".
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