Olivenza es una ciudad especial. Ubicada en Badajoz, y con poco más de 10.000 habitantes en la actualidad, sus orígenes son castellanos, pero estuvo cinco siglos bajo dominio portugués. Hasta que en 1801 se firmó el Tratado de Badajoz, que ponía fin a la guerra de las Naranjas y, entre otras cosas, reconocía la soberanía española sobre la ciudad. Desde entonces el enclave ha servido como un puente entre los dos países. Y es que allí, más allá de la arquitectura lusa, los letreros de las calles están en los dos idiomas, los más mayores hablan un dialecto propio -el portugués oliventino- y sus habitantes pueden solicitar incluso la doble nacionalidad.
Pero hay otro motivo que hace que Olivenza sea singular. Porque hace 100 años cayó allí el segundo meteorito más grande de la historia de España. Se cree que en total la roca pesaba en torno a los 150 kilos, pero durante la caída se fragmentó en diversos trozos. Algunos vecinos se hicieron con unos, otros acabaron en museos de todo el mundo... Y muchos se esfumaron sin dejar rastro en una historia, ya avisamos, bastante rocambolesca.
Vamos por partes. Lo que sabemos del día en el que cayó el meteorito es lo que recogió por aquel entonces Lucas Fernández Navarro, un geólogo enviado a la zona por la Facultad de Ciencias de Madrid. Era jueves, 19 de junio de 1924, el día del Corpus. Sobre las nueve de la mañana los cuatro hermanos Pacheco Cordero estaban recogiendo guisantes en una finca llamada El Lemus cuando vieron que hacia ellos se dirigía una gran masa ardiendo y envuelta en humo blanco, que iba acompañada de un ruido similar a unas fuertes detonaciones. En el último momento, según relataron los hermanos, la trayectoria del meteorito cambió bruscamente y acabó cayendo a unos cinco metros de donde estaban ellos.
El fenómeno fue visible desde Almodóvar del Campo, un municipio de Ciudad Real ubicado a 335 kilómetros de Olivenza, y se escuchó desde diversos puntos de las provincias de Badajoz, Sevilla y Toledo. Los vecinos comenzaron a agruparse en el lugar de la caída, y algunos de ellos se hicieron con un trozo del meteorito. Pero el fragmento más grande, de unos 36 kilos, fue donado ese mismo año al Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, junto con algunos trozos más pequeños que en total sumaban unos 50 kilos. Y allí siguen un siglo después. "Tenemos la colección de meteoritos más importante de España, tanto por el número como por el tipo. Hay en torno a 500 ejemplares, y conservamos todos los que han caído en España desde el siglo XVIII hasta hoy, salvo un par de excepciones", resume Aurelio Nieto, conservador de geología del museo.
Pero el de Olivenza es el único de tipo LL5 que ha caído en nuestro país. "Es muy interesante porque conserva la corteza quemada, provocada por la fricción que recibió cuando entró en la atmósfera. Por eso es oscuro por fuera, pero por dentro tiene otro color más grisáceo", continúa Nieto. "Además, tiene cóndulos por dentro, que son unas formaciones esféricas muy interesantes, que ayudan a estudiar el origen sistema solar y del universo. No todos los meteoritos tienen la misma información, pero los de esta clase, al ser más antiguos que la Tierra, suelen gustar más que otros", añade. Con todo, Nieto calcula que el trozo más grande del museo podría valer unos 10.000 euros. Aunque recalca que está fuera de mercado, y que tasarlo sólo tendría sentido a la hora de asegurarlo.
El único trozo del meteorito que sigue Olivenza, al menos que se sepa, lo tiene Carlos Mora. "El día que cayó mi bisabuelo cogió un fragmento de 200 y pico gramos y se lo guardó. Pero es curioso, porque mi abuela lo utilizaba como tope para que las puertas no se cerraran y para sujetar alfombras mientras pintaba. No lo valoraba", resume Mora, que es ambientólogo y profesor en la Universidad de Extremadura. "A mí me lo pasó mi tío cuando era pequeño, pero no conozco a nadie más que tenga un fragmento. Una persona me dijo que sabía que el abuelo de otra tenía uno, pero sin darme nombres. Es como si la gente tuviera miedo", remata.
A partir de aquí el camino se difumina, porque no se sabe con exactitud que fue del resto de fragmentos. Todas las fuentes coinciden en lo mismo: a lo largo de los años los pedazos han ido apareciendo "misteriosamente" por todo el mundo. "En sus escritos Lucas Fernández explica que algunos de los fragmentos fueron enviados a París y a Londres. El alcalde de Badajoz envió otro al British Museum de Londres. En el museo Smithsoniano de Washington también hay otro, y a Lisboa y a Alemania llegaron algunos. No sabemos cómo, pero por allí aparecen", explica Miguel Ángel Vallecillo, director del Consorcio Museo Etnográfico de Olivenza.
"Todos querían un trozo porque fue una caída, no un hallazgo. Es decir, que la gente vio cómo llegó, no es que se lo encontraran tiempo después. Por eso se le dio mucha importancia. En Badajoz se supone que hay un colegio que tiene otro trozo, pero no me han dejado verlo. Y en el Vaticano hay otro", resume José Antonio Carnerero, mineralogista y cantero. Como curiosidad, en la base de datos de The Meteoritical Bulletin se recoge que los catálogos del Museo de Historia Natural de Londres, del Museo Nacional Antártico de Siena y del Museo Smithsoniano de Washington mencionan al meteorito de Olivenza. Y hay dos coleccionistas privados, uno estadounidense y uno italiano, que han subido fotos de fragmentos a la misma página. En el Museo de Badajoz llegó a haber uno, pero desapareció. Nadie sabe tampoco cómo.
El robo de meteoritos en España
"Entre las décadas de 1930 y 1960 desaparecieron muchísimos fragmentos de meteoritos en España. Algunos se recuperaron luego, pero otros nunca más se vieron. Lo que sucedía normalmente era las personas de la zona donde había caído se hacían con fragmentos, y estos acaban llegando al Museo de Ciencias de Madrid. Muchas veces acababan tirados por ahí, así que los propios funcionarios del museo los vendían, a veces incluso en el mercadillo de El Rastro", explica José Vicente Casado, un cazameteoritos que ha recorrido el mundo entero buscando estas rocas extraterrestres.
De acuerdo con Casado, la situación mejoró hace unos años:"Yo vi como estaban en el museo y era para darles una somanta de palos, porque les pagaban para conservarlos y los destrozaban. Pero hace unos 15 años les dio vergüenza la situación, y se les ocurrió colocar los meteoritos en una vitrina, que es donde están ahora. Lo que pasa es que los letreros tienen todos los nombres y las terminologías cambiadas. La gente normal no se dará cuenta, pero cuando vamos los que sabemos de meteoritos lo vemos. Pero bueno, por lo menos están expuestos y a buen recaudo".
Entre 2011 y 2017 en el Consorcio Museo Etnográfico de Olivenza hubo una sala donde se exponía otro fragmento del meteorito. Lo compró un vecino particular de Olivenza, que utilizó a Casado como intermediario para conseguirlo. El propio cazameteoritos recuerda que lo adquirió en una feria que se celebra todos los años en Francia a un comprador ruso, que tenía varios fragmentos de meteoritos históricos españoles. Pagó por él, según dice, un coste "simbólico", de unos 100 euros. "Al final muchos meteoritos tienen más valor científico o sentimental que otra cosa. Pero es increíble el imaginario colectivo, porque cada cierto tiempo me llama un iluminado diciendo que se ha encontrado uno y que quiere un millón por él", asegura.
El comisario de aquella exposición fue Carnerero, que detalla que José Antonio Monago, presidente de la Junta de Extremadura por aquel entonces, acudió a la inauguración. Para enriquecer la muestra también se exponían fragmentos de otros meteoritos famosos, como el del Cañón del Diablo (EEUU) o el de Sikhote-Alin (Rusia), que cayó justo cuando el pintor P.J. Medvedev estaba trabajando en uno de sus cuadros y quedó reflejado para siempre en el lienzo. Además, en la sala también había explicaciones generales sobre el mundo de los meteoritos, y algunas curiosidades. La idea era que fuera una experiencia completa.
"En un rinconcito estaba el fragmento de Olivenza, y como el Museo de Ciencias naturales no nos quiso ceder un trozo hicimos una reproducción del trozo más grande que ellos tienen, y otra de cómo era el meteorito entero antes de caer y fragmentarse", rememora Carnerero. El encargado de hacerlo no fue otro que Casado: "Me quedó chulísimo. Como estaba acostumbrado a hacer réplicas de dinosaurios hacer una de un meteorito estuvo chupado. Lo hice a partir del fragmento que se conserva en el Museo de Ciencias Naturales, haciéndole fotografías y calculando el volumen total de la roca a partir de su densidad. Y luego para fabricarlo utilicé resinas. Se lo vendí al mismo propietario privado que había comprado el fragmento original por unos 700 u 800 euros".
Un legado perdido en Olivenza
Lo que acabó pasando es que el propietario privado se marchó a otra ciudad, llevándose en fragmento con él. Así que mientras muchos de los museos más importantes del mundo tienen un trozo, en la ciudad en la que cayó no hay ninguno expuesto. Este periódico se ha puesto en contacto con el Ayuntamiento de Olivenza para preguntar si este año, con motivo de un aniversario tan especial, se va a preparar algo en la ciudad. Como una exposición, una charla, o un evento de cualquier tipo. La respuesta fue negativa: "No estamos preparando nada para tal fecha".
"En el pueblo nadie hace nada respecto al meteorito. No se le da difusión", desliza Mora, que está preparando por su cuenta una charla para impartirla en el museo de Olivenza sobre este tema. En la misma línea apunta Vallecillo: "Yo fui profesor y en las escuelas no se habla nada del meteorito. Mientras estuvo aquí la exposición la gente la visitaba, pero desde que se la llevaron en 2017 no se habla del tema". El resumen es que los oliventinos deben contestarse con el fragmento de Mora. "Yo no tengo problema en cederlo si alguien lo quiere estudiar desde un punto de vista científico. Lo que no haría nunca es venderlo. Es una herencia familiar, y es un trozo inalterado de algo que viene del universo y que tiene la misma edad de la Tierra", recalca.
Quizás la ilusión por este tema se haya ido perdiendo con el paso del tiempo. "Yo estuve en Olivenza hace unos años dando una charla y mucha gente se me acercó con fragmentos que, según decían, eran de este meteorito. Pero sólo había dos reales, el resto eran piedras bonitas, pero que no eran meteoritos. Lo que pasa es que como no se distinguen mucho la gente las había conservado. Aún así, no quise desilusionarles, así que no les dije nada. Recuerdo que una señora mayor, que tenía un trozo falso, se me acercó y me dijo que le daba suerte. Lo trataban como una reliquia", asegura Casado.
En el capítulo de las anécdotas, Carnerero explica que cuando se cumplieron 75 años de la caída del meteorito el alcalde de entonces de Olivenza, Ramón Rocha, fallecido recientemente, intentó traerlo de vuelta. Desde el Museo de Ciencias explicaron que no podían traspasar piezas, pero sí podían cederlo temporalmente. Sin embargo, las negociaciones no llegaron a buen puerto porque, por lo que parece, el coste del traslado y el mantenimiento era demasiado caro. En torno a 500.000 pesetas al mes, unos 3.000 euros al cambio.
Nieto lo explica: "Las piezas que están en los en los museos nacionales pueden tener dos procedencias: o son un depósito que nos presta una institución o un particular o están inscritas como un bien nacional y son propiedad del Estado. En el segundo caso es el Consejo de Ministros el que designa dónde debe ir cada pieza. Y el meteorito de Olivenza está suscrito al Museo de Ciencias Naturales, solo puede ir a otro lugar como exposición temporal. Es un tema jurídico".
El responsable del museo considera, además, que la roca está bien en su sitio actual: "Hay varias polémicas a nivel nacional como la Dama de Elche, que el Ayuntamiento de Elche dice debe que debería estar allí. Pero el meteorito debe seguir aquí por motivos científicos, de conservación, de acceso a la población, de historia, de legalidad y de todo. Olivenza es muy bonito, pero con todos mis respetos es un sitio de acceso más difícil para el grueso de gente española e incluso internacional".
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