Cuando alguna aurora boreal es visible desde nuestro país los españoles alucinamos. Se trata de uno de los fenómenos más bellos de la naturaleza, pero está más vinculado a los países nórdicos, donde se han convertido ya en todo un reclamo turístico. Por eso, cuando vemos una de manera muy clara, como sucedió en Cáceres el pasado noviembre, las imágenes dan la vuelta a España.
Lo cierto es que aunque no es muy común ver auroras desde aquí, tampoco podemos decir que aquel fuera un caso único. Aunque muchas veces lo que sucede, simplemente, es que la contaminación lumínica y la luz solar nos privan de disfrutar el espectáculo. Dicho esto, la belleza del evento contrasta con sus posibles peligros. Ya lo explicó Víctor Manuel Sánchez, Doctor en Ciencias Físicas y profesor en la Universidad de Extremadura: "Las auroras son la parte bonita de las tormentas solares".
"Si en el cielo hay auroras significa que se están produciendo modificaciones en los campos eléctricos en el cielo y en el suelo, y eso tiene unos riesgos. En España no habrá nunca turistas que vengan buscando auroras, pero sí podemos sufrir los efectos negativos de la actividad del Sol. Así que es una mala noticia que se produzcan auroras en nuestro país, definitivamente", aseguró a este periódico Consuelo Cid Tortuero, coordinadora de SeNMEs y del Grupo de Investigación Meteorológica Espacial.
Así se forma una aurora
Lo que sucede es que cuando el Sol eyecta al espacio masa solar y esta llega a nuestro planeta, esas partículas interactúan con las moléculas de la atmosfera, que se excitan. Y cuando las moléculas vuelven a su estado fundamental emiten luz. Así se producen las auroras boreales. Dependiendo de los átomos que las partículas solares hayan excitado el color de la aurora será uno u otro. Por ejemplo, las verdosas están relacionadas con el oxígeno, y las púrpuras, con el nitrógeno.
Sánchez ya detalló que las primeras líneas del campo magnético terrestre van dirigidas a los polos magnéticos -que no son exactamente los polos geográficos-, y por eso las auroras se producen generalmente en estas regiones. Pero cuanto más potente sea la eyección de masa solar, más posibilidades hay de que sean visibles a latitudes más bajas. Así que se puede decir que las auroras son "manifestaciones indirectas de la actividad del Sol".
"Las tormentas solares pueden producirse en cualquier momento. Pero por la posición de la Tierra con respecto al Sol se ven dos picos de actividad en cuanto a número de auroras. Uno es en septiembre, cuando empieza el otoño, y otro en febrero, a finales de invierno. Esto es debido a que en esos dos momentos la Tierra se encuentra ligeramente más cerca de los polos del Sol, que es por donde se escapan las partículas solares a mayor velocidad. En el ecuador del Sol el campo magnético está más cerrado, y es difícil que se escapen", relata Sánchez.
¿Cómo de activo está el Sol este año?
"Cuando hablamos de tormenta solar lo que vemos es una especie de destello o estallido en el Sol. Lo normal es que cuando eso sucede se produzca una eyección de masa coronal, y esas partículas que salen despedidas al espacio en forma de nube de plasma son las que pueden producir tormentas geomagnéticas en la Tierra si llegan a nuestro planeta. Pero también puede pasar que se produzca una tormenta solar sin eyección de masa, o una eyección de masa sin tormenta solar", resume Sánchez.
Más allá de eso, hay que decir que el Sol emite constantemente partículas al espacio. Lo sabemos, entre otras cosas, porque ese viento solar genera que las colas de los cometas siempre apunten en sentido contrario al Sol. Además, dentro de la atmósfera solar hay regiones, llamadas agujeros coronales, en las que las líneas del campo magnético están abiertas. Y por ahí se escapan muchas partículas, que también pueden acabar llegando a la Tierra.
La gran pregunta es, por tanto, qué podemos esperar en los próximos meses. Sánchez lo ilustra: "La actividad solar tiene varias periodicidades. Pero la predominante es el ciclo solar, que dura 11 años. En ese tiempo vemos un aumento y un descenso del número de manchas solares. Y cuantas más haya, más activo estará el Sol. En general, de esos 11 años los primeros cuatro o cinco el número va aumentando y los siguientes siete va descendiendo hasta llegar al mínimo y que el ciclo vuelva a empezar.
Algunos ciclos son más intensos, otros menos. Unos son más largos, otros menos. Pero en total tenemos datos desde mediados del siglo XVIII, y desde entonces ha habido 24 ciclos solares completos. Ahora mismo, desde diciembre de 2019, estamos en el ciclo numero 25. Sánchez considera que, en cuanto a su intensidad, debemos estar ya en el punto máximo. Aunque eso habrá que confirmarlo durante los próximos meses, cuando tengamos más datos. Aún así, comparándolo con el resto de ciclos anteriores está siendo "más bien moderado o incluso débil".
"A largo plazo es imposible saber qué puede causar el Sol. Podemos intuir que estamos en el periodo de actividad máxima, por eso no creo que el ciclo vaya a ser mucho más activo de lo que ya lo es. En teoría a lo largo de los próximos meses y años la actividad tendría que ir descendiendo paulatinamente hasta el siguiente mínimo. Pero eso no implica que no puedan producirse tormentas solares importantes en ese tiempo. En el pasado ya hemos visto que ha sucedido", concluye el experto.
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