El 6 de junio de este año la nave espacial Boeing Starline despegó desde Cabo Cañaveral (Florida, EEUU) con destino a la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés). Era su primer vuelo tripulado, puesto que a bordo viajaban los astronautas de la NASA Butch Wilmore y Suni Williams, y parecía el final de una auténtica travesía por el desierto. Y es que en los últimos años las pruebas de la nave habían sido muy accidentadas, provocando que su puesta en marcha se retrasara una y otra vez.
En esta ocasión la Starline consiguió llegar a la ISS, pero de nuevo con complicaciones durante el trayecto: fugas de helio, fallos en los motores... En principio estaba programado que los astronautas regresaran a la Tierra pocos días después, el 13 de junio, a bordo de la misma nave, pero la NASA perdió la confianza y tomó la decisión de enviar a la Crew Dragon de SpaceX para recogerles. Aunque su vuelta finalmente está prevista para principios de 2025.
Todo esto ha hecho mella en Boeing. La empresa estadounidense, además de enfrentarse a una crisis de imagen, ha dilapidado 1.600 millones de dólares en sobrecostes de la Starliner. Una cifra que podría seguir aumentando, puesto que la NASA aún confía en arreglarla para poder utilizarla. Por lo pronto, la agencia estadounidense ha tomado la decisión de que la nave regrese a la Tierra, sin tripulación y de manera autónoma, el próximo 6 de septiembre.
Todo esto es el contexto previo. Pero el último capítulo de esta historia es aún más desconcertante. Y es que el pasado sábado Wilmore, uno de los astronautas que viajó a la ISS con la Starliner, se comunicó con el Centro Espacial Johnson (Houston, EEUU) para mostrar su preocupación por un sonido que la nave estaba emitiendo, pocos días antes de que se produzca su regreso a la Tierra. "Tengo una pregunta sobre Starliner. Hay un ruido extraño que sale por el altavoz... No sé qué lo está provocando", explicó.
Wilmore acercó su micrófono al altavoz de la Starliner, y desde el centro de control le confirmaron que habían escuchado lo que definieron como "un ruido pulsante, casi como el sonido de un sonar" y le aseguraron que lo estudiarían. La conversación fue captada por un meteorólogo estadounidense llamado Rob Dale.
De momento no se sabe nada más del extraño ruido. Desde el portal Ars Technica, especializado en noticias tecnológicas, recuerdan que no es la primera vez que los astronautas detectan un sonido que no saben identificar. Ya sucedió, por ejemplo, durante la primera misión tripulada que China lanzó en su historia, la Shenzhou 5, en 2003. En aquel momento el astronauta Yang Liwei también captó un ruido raro, que tiempo después supo que se debía a la disminución de la presión del aire, que provocó cambios en la estructura de la nave espacial cuando llegó al espacio.
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