Nadie lo vio venir. Pero el despido de Sam Altman de OpenAI, la empresa que cofundó y catapultó hasta el liderato en el sector de la inteligencia artificial (IA), ha provocado un terremoto sin precedentes. Este lunes 500 de los 700 empleados de la compañía firmaron un comunicado conjunto donde exigían la dimisión de la junta de administración y la reincorporación inmediata de Altman. De lo contrario, advierten, abandonarán la empresa para fichar por Microsoft. Un órdago que ha puesto contra las cuerdas a la compañía que, gracias en gran parte a ChatGPT, es la líder indiscutible a nivel mundial.
Todo comenzó el pasado viernes, cuando OpenAI emitió un escueto comunicado en el que informaba, por sorpresa, del despido de Altman, que hasta el momento ocupaba el puesto de CEO. La junta directiva de la compañía consideró que no había sido "sincero", por lo que ya no confiaban en su "capacidad para seguir dirigiendo OpenAI". A lo largo del fin de semana diversos medios informaron de que Altman estaba negociando su vuelta, y él mismo colgó una foto en las oficinas de la compañía. Pero este lunes se confirmó su fichaje por Microsoft. Junto a él se marchó Greg Brockman, que había sido apartado como presidente de la junta directiva, aunque no había sido despedido.
"Los dos han sido los principales impulsores de OpenAI. Pero Altman era la cabeza visible de la empresa más influyente en IA a nivel mundial. Ha sido toda una sorpresa. Una destitución de esta magnitud requiere más explicaciones", asegura Pablo Haya, director de Business and Language Analytics en el Instituto de Ingeniería del Conocimiento. "No recuerdo un caso parecido. Son todo elucubraciones, pero aún no tenemos claro el motivo. Es todo muy rocambolesco", afirma Carlos Guadián, consultor de tecnología y comunicación.
Algunos ya comparan lo sucedido con el despido de Steve Jobs de Apple en 1985 en términos de impacto. Pero el motivo en este caso podría estar relacionado con las luchas internas por el poder que hay dentro de la compañía, que tiene una estructura interna muy particular. Como explica Haya, se fundó como una organización sin fines de lucro, que tenía como objetivo desarrollar la IA de manera que beneficiara a toda la humanidad. Pero cuando vieron las enormes posibilidades económicas del sector cambiaron los estatutos para poder ganar dinero, aunque de manera limitada.
Desde entonces OpenAI ha tratado de encontrar un equilibrio entre sus principios fundacionales y la rentabilidad económica. Y los encargados de velar porque así sea son los miembros de la junta directiva, que en su mayoría son independientes y no poseen acciones de la empresa (y no están guiados, por lo tanto, por intereses económicos). Pero no está resultando fácil.
"Nunca hubo confrontaciones palpables. Pero sí que había siempre un runrún de críticas por como estaba dirigiendo Altman la compañía, porque algunos decían que se estaba desviando del objetivo de crear una IA para el bien común. Y más después de la explosión de ChatGPT y la alianza con Microsoft", explica Guadián. "El quid de la cuestión es que los consejeros independientes se decantaron por su despido poniendo la excusa de que querían preservar el objetivo de que la IA se desarrolle para el bienestar de la humanidad", añade.
En cualquier caso, lo que es seguro es que Altman y Brockman están fuera de OpenAI. Y que Microsoft ya ha confirmado sus fichajes. Lo hizo su consejero delegado, Satya Nadella, que informó de que ambos liderarán un "nuevo equipo de investigación avanzada en IA" en su compañía. Cabe recordar que el vínculo las dos empresas es muy estrecho: Microsoft es el principal inversor de OpenAI, con el 49% de las acciones, y utiliza su tecnología en sus productos. Pero lo sucedido en las últimas horas ha hecho que ambas se sitúen en posiciones muy distintas.
El futuro de OpenAI
Antes de todo esto, OpenAI estaba en la cresta de la ola, y la alianza con Microsoft había reforzado su liderazgo. Guardian explica que sus herramientas son utilizadas por miles de personas cada día, y que en la actualidad "cientos de aplicaciones" corren sobre ChatGPT para poder funcionar. Además, Haya explica que hace muy poco lanzaron un nuevo producto: un ChatGPT personalizado que los usuarios de pago podían crear utilizando un conjunto limitado de documentos, y sin necesidad de tener conocimientos de programación. Con esta herramienta se puede, por ejemplo, crear un chat que te conteste preguntas de un libro en concreto.
Pero este terremoto lo cambia todo. Y genera un clima de incertidumbre enorme sobre el futuro de la empresa. Altman fue despedido por sorpresa, por videoconferencia y sin avisar a Microsoft, el principal inversor. Y el escueto comunicado de despedida ha hecho que los rumores se disparen. Sin ir más lejos, Bloomberg asegura que Altman había viajado a Oriente Medio para recaudar fondos para un nuevo proyecto con el nombre en clave de ‘Tigris’, que buscaría desarrollar chips con IA.
En cualquier caso, desde el pasado viernes los gestos de apoyo hacia Altman y Borckman han sido constantes, incluso por parte de trabajadores de OpenAI. Pero todo ha explotado con la carta que han dirigido a la junta directiva. Un ultimátum en toda regla que han secundado pesos pesados de la empresa como Mira Murati, que fue designada para reemplazar a Altman como CEO de manera temporal, hasta que se confirmó que el puesto lo ocupará Emmett Shear, conocido por ser cofundador de la plataforma Twitch. Pero no ha sido la única.
"No sólo es que el comunicado lo haya firmado mucha gente. Es que lo han suscrito algunas personas que tienen un puesto clave dentro de la empresa", asegura Haya. Entre ellas, dos directores científicos claves en el desarrollo de ChatGPT. Y también Ilya Sutskever, cofundador de la compañía y actual miembro de la junta directiva. Él votó a favor de despedir a Altman, pero horas después puso un tweet donde lo "lamentaba profundamente", aseguraba que nunca tuvo "intención de dañar OpenAI" y se comprometía a hacer lo que pudiera para "reunir a toda la empresa".
"Hay que esperar a ver qué hace ahora la junta. Pero tal y cómo lo veo yo aquí hay dos escenarios probables. El primero, que OpenAI sea capaz de lidiar con esta crisis, algo que creo que pasaría porque la junta dimitiera y el nuevo CEO supiera llevar bien la situación. Y la otra opción es que todos los trabajadores se vayan a Microsoft, algo que podría suponer el colapso de OpenAi. Yo no veo medias tintas", asegura Haya.
El futuro de Microsoft
En el otro extremo, Microsoft parece haberse adelantado a todos para tratar de tener la situación bajo control. Guadián explica el que podría ser un movimiento estratégico: "Al principio intentaron presionar para que Altman volviera a OpenAI, pero cuando vieron que no sería posible tardaron un segundo en ficharlo. Puede parecer contradictorio, porque han invertido mucho dinero en esa empresa, pero así se aseguran seguir adelante y además pueden contar con su saldo reputacional".
Según explica, todo indica que Altman se va a enfocar ahora en Microsoft en desarrollar procesadores con IA, un trabajo que serviría para complementar el acuerdo que siguen teniendo con OpenAI. Si lo consiguen, explica Guadián, "serán la envidia de la computación con IA, y se asegurarán tener el liderazgo por mucho tiempo".
"La simbiosis entre OpenAI y Microsoft era bastante buena, no había razón para un movimiento así. Pero visto lo visto, Microsoft ha sido el primero en reaccionar para asegurarse la estabilidad de sus servicios. Tienen por delante un futuro bastante prometedor, y podrían replicar el trabajo de OpenAI. Pero lo que es importante es que le han dado un voto de confianza a Altman, después de ser despedido por, en teoría, no ser sincero con la junta. Es un respaldo importante para él, y le han dado vía libre para seguir impulsando la IA", concluye Haya.
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