Luis Martín lleva casi 40 años ganándose la vida gracias a la inteligencia artificial (IA). Empezó a aprender sobre ella de manera autodidacta, con ayuda de unos libros soviéticos "muy baratitos" que cayeron en sus manos. Pero con el tiempo hizo una maestría industrial en electrónica y una ingeniería técnica. A los 18 diseñó su primer programa de IA para el pronóstico de microclimas, luego pasó por Bruselas (donde le dieron clase Marvin Minsky y Seymour Papert, dos de los padres de la IA) y acabó marchándose a Estados Unidos a trabajar.

En América formó parte de varias compañías pioneras en IA, y a su vuelta a España en los años 90 entró en una empresa llamada Proyectos Avanzados de Inteligencia Artificial, que se integró dentro de Indra. De esta manera, fue especializándose cada vez más en el sector de la defensa y de la tecnología militar. Hasta que hace siete años cofundó en Seseña (Toledo) una compañía llamada Binomial CD.

La empresa es un estudio-taller de sistemas avanzados de IA aplicados a la seguridad, la defensa y la guerra. Según explica el propio Martín, que es el diseñador del proyecto, durante estos años han estado trabajando en investigación y desarrollo de sistemas razonamiento de inteligencia, estrategia, operaciones y sistemas de armas. Y ahora están en proceso de sacarlo todo al mercado. "Hemos hecho algunos tests en Estados Unidos y nos han dicho que lo que tenemos es la hostia. Y algunos incluso nos han comentado que a ellos no se les había ocurrido algo así", relata.

Hace unos días Martín fue uno de los ponentes del VII Congreso Internacional de IA, donde se debatió sobre el uso de esta tecnología en el ámbito militar. Aunque allí no explicó de dónde le viene el apodo de 'druida'. "Lo recuperé de mis compañeros, que hace muchos años me llamaban así. Cuando trabajábamos juntos ellos intentaban abordar los problemas de diseño con incansables y aburridas reuniones, mientras yo estaba en la terraza del bar con un gin-tonic o un whisky de por medio, escribiendo en mi libreta o en servilletas la solución. Por eso me decían que sacaba la 'pócima milagrosa', como el druida de Astérix y Obélix", cuenta.

Pregunta. El otro día, durante su intervención en el congreso, dijo que estamos en guerra, aunque no tengamos consciencia de ello. Desarrolle esa idea.

Respuesta. Es una opinión más bien como ciudadano que como diseñador de sistemas. Pero en Europa estamos en guerra. Hay gente muriendo a mansalva, hay crímenes atroces y se están invirtiendo miles de millones en armamento. Pero no tenemos consciencia de guerra.

Si la tuviéramos, los presupuestos de defensa serían mayores, y el nivel de preparación de la industria básica de defensa de los distintos países sería mayor. Pero vamos muy despacito, creyendo que los conflictos están a muchos kilómetros de distancia, cuando la realidad es que por primera vez tenemos un montón de conflictos muy cerca. Creo que esa mentalidad europea no nos permite crecer desde el punto de vista de las políticas de tecnologías de defensa, que es la parte que a mi me toca. Lo percibo los ciudadanos, que no hay esa consciencia de guerra.

P. ¿Cree que ahora con los requerimientos de la OTAN para aumentar el gasto militar Europa se va a poner las pilas?

R. Creo que esos requerimientos no son suficientes. Quizás también sea una opinión como ciudadano, aunque como diseñador de sistemas intento analizar la coyuntura para ver dónde tenemos que estar. Pero pienso que, en el marco de las nuevas reglas del juego que ha establecido la administración Trump, lo que nos hace falta es espabilar.

Tenemos que darnos cuenta de que la defensa europea tiene que ser manejada por europeos, que tenemos que tener autonomía y tecnologías y capacidades propias. Al final si le das a un enemigo la posibilidad de que pueda ponerte a prueba estás sometido a su voluntad de atacarte, o de no atacarte, en un momento determinado.

Europa no tiene un mecanismo de disuasión suficiente para no recibir un ataque en los próximos cinco años. Si empezamos a espabilar, quizás en ese tiempo sí podríamos desarrollar una defensa disuasoria para no entrar en la guerra. Porque la guerra es un fracaso colectivo, desde mi punto de vista. Pero necesitamos esa capacidad, y no creo que tengamos ni la tecnología ni la defensa.

P. Hablando de la guerra abierta que hay en Europa, que es la de Ucrania y Rusia, ¿qué podemos aprender de cómo está utilizando el ejército ucraniano la tecnología?

R. La de Ucrania es una guerra convencional, una batalla por el territorio de las que hemos visto durante miles de años. Igual que la guerra de Israel, aunque luego haya aspectos geopolíticos complejos alrededor. Pero en la parte de tecnología que nos toca, toda guerra es un laboratorio de pruebas. Hay cinco factores que yo considero relevantes a la hora de ganar en un conflicto: la inteligencia, las comunicaciones, la protección, la potencia de fuego y la logística. Y en todos ellos la tecnología está teniendo un papel muy relevante.

Hay muchos ejemplos, como el uso de sistemas capaces de sensorizar el terreno y, por análisis de patrones, determinar el número de tropas enemigas, la tasa de fatiga o posibles operaciones en curso. O la capacidad de virtualización, utilizando la IA para hacer preanálisis de información y tener agentes virtuales de inteligencia trabajando 24 horas, siete días a la semana, 365 días al año, para entregar una información estratégica, operacional y táctica de mayor valor a los analistas o jefes militares.

Además, se están combinando ataques concurrentes, digamos, de efectos masivos, en los que se combinan las armas físicas con las cibernéticas y las psicológicas para producir en el adversario los mayores daños posibles en los recursos materiales, los humanos y los cibernéticos. Pero a mí lo que más me ha asombrado ha sido la capacidad que ha tenido Ucrania para crear en tiempo de guerra su propia industria de defensa con cierto nivel de autonomía, excepto financiera.

Por último, otra de las cosas que están pasando en Ucrania es que se está produciendo un cambio en paradigma en el coste-beneficio de las armas. Los sistemas de bajo coste, como los drones kamikaze, que pueden valer decenas de miles de euros, están siendo capaces de inutilizar carros de combate que valen millones. Y eso es algo que nos debe hacer reflexionar en Europa sobre si merece la pena invertir tanto en tanques, portaviones, etc., o hay que explorar nuevos sistemas y enfoques.

P. Desde el punto de vista tecnológico, ¿le ha parecido más interesante hasta ahora la guerra de Ucrania que la de Gaza?

R. Mucho más, porque hay dos enemigos que tienen poder. Pero Gaza también ha sido interesante, porque ha sido una guerra con tácticas antiterroristas, en la que el enemigo no estaba a salvo aunque estuviera en cualquier parte del mundo. E Israel es una potencia militar con unas capacidades tecnológicas y tácticas como pocas en el mundo.

En el caso de Ucrania, como he comentando, se han usado armas de efectos masivos, que no de destrucción masiva, porque Rusia no ha utilizado su superioridad aérea, probablemente porque podría provocar una respuesta de la OTAN, ni tampoco armas nucleares, que incluso les vendrían mal porque están muy cerca. Pero sí que se están utilizando nuevas tácticas.

Es algo curioso teniendo en cuenta que partían de una misma base, porque en la época de la URSS en Kiev había escuelas de oficiales, donde se formaron los generales de uno y otro bando, con lo cual se conocían las tácticas del otro perfectamente. Al principio de la guerra sabían los tanques, el orden de batalla y cómo se iba a mover el enemigo. Se conocían perfectamente.

P. En el congreso también dijo que "Rusia podría probar a Europa por primera vez en 2029". ¿Qué quería decir?

R. No es una opinión, es información de distintos analistas que están en esa misma línea. No sabemos en el ámbito geopolítico lo que ocurrirá, pero Europa a día de hoy es vulnerable. Lo saben los países limítrofes con Ucrania, que están invirtiendo en defensa lo que no está escrito. Pero los que estamos más lejos invertimos menos, y tenemos menos conciencia de guerra.

Si te vas a Polonia o a Rumanía, la gente tiene conciencia de guerra. Nosotros hemos recibido cuatro refugiados, pero ellos han recibido muchos y han tenido la experiencia de tener conflictos muy cerca. Entonces sí que creo que durante los próximos cinco años la defensa europea, sin contar con Estados Unidos, no será suficientemente disuasoria. Otra cuestión es que Rusia tenga voluntad de hacerlo, pero en defensa, como en la vida, hay que prepararse para lo peor.

P. Pero, ¿a qué se refería exactamente con que Rusia podría "probarnos"?

R. Ponernos a prueba con algún ataque selectivo, probar algún país limítrofe como puede ser Suecia, Noruega o Dinamarca. Yo creo que que si se da el contexto determinado, podrían probarnos para ver cuál sería la capacidad de respuesta de Europa. Es una hipótesis que al menos todos deberíamos tener en la cabeza desde el punto de vista de los europeos.

P. Hablando de España, ¿cómo de preparados estamos para responder de manera directa a una guerra?

R. Tenemos probablemente la mejor oficialidad y generalato de la historia en cuanto a preparación, entrenamiento y capacidades. Pero en cuanto a recursos tenemos una defensa poco disuasoria. Es decir, es suficiente para los países de nuestro entorno, pero no creo que fuéramos muy relevantes como aliados en una hipotética guerra europea.

Como decía el almirante Eliseo Álvarez Arenas en uno de sus libros de investigación estratégica, los militares españoles están aplicando el ingenio más que nadie para poder tener un ejército suficientemente preparado para la defensa y la integridad territorial, y sobre todo para ser disuasorios, teniendo en cuenta los recursos y los presupuestos de defensa. Vamos muy despacio, pero es algo lógico teniendo en cuenta que no hay conciencia ciudadana de guerra. Con estos temas siempre es muy fácil hacer maniqueísmo, diciendo que si invertimos en defensa dejamos de invertir en otras cosas. Pero no hay presión sobre los políticos. Ya sabemos lo que hay.

R. Antes mencionaba que hay cinco elementos claves para determinar la superioridad estratégica en un conflicto. ¿Cómo ve a España en cada uno de ellos?

R. En inteligencia, claramente insuficiente. En comunicaciones no estamos demasiado mal, creo que es decente. Acabamos de lanzar un satélite [el Spainsat NG I de Hisdesat] que a nivel de seguridad está tecnológicamente avanzado. Tenemos una industria con empresas como Indra, con mucha capacidad de alta tecnología, pero es verdad que es pequeña, y hay muy pocas compañías innovadoras que permitan avanzar.

En la parte de protección tenemos capacidades de ingeniería suficientes, pero no tenemos tecnología suficiente. Y en potencia de fuego, es totalmente insuficiente, porque casi todos los sistemas de armas o son norteamericanos o dependen de ellos o de otros aliados. No tenemos empresas que fabriquen misiles, bombas, ni sistemas autoguiados, los sistemas de armas siguen perteneciendo a otros grandes contratistas de Estados Unidos, Alemania, Italia, o Reino Unido. En cambio, en la parte de logística sí que somos muy buenos, pero porque aplicamos el ingenio para que parezca que somos más cuando desplazamos los recursos necesarios de un sitio a otro.

P. Ahora que mencionaba a Indra, ¿cómo ve ese proceso que hay de convertirla en el campeón nacional de defensa, teniendo en cuenta además que usted trabajó allí?

R. Muy bien. Yo estuve en Indra hace casi 30 años, de hecho, en una empresa que luego se integró en Indra. Ahora ha dado un giro para ser un campeón de defensa, y creo que un escenario, independientemente de la política, de crear una gran industria y grandes empresas en defensa es la única forma de competir en el marco de los grandes contratistas que hay por el mundo.

P. Usted distingue entre los conceptos de seguridad, defensa y guerra. ¿Cómo valora a España en cada aspecto?

R. Soy muy enfático en eso. La seguridad trata de proteger los activos. La defensa, de la disuasión de que ataquen a tus activos. Y la guerra trata o bien de la adquisición de los activos del otro, o bien de evitar que te quiten tus activos, y el único objetivo final es la victoria.

Dicho esto, la seguridad, la defensa y la guerra puede ser militar, terrorista, criminal, corporativa, financiera, medioambiental, energética... Pero en el mundo de la geopolítica, estos conceptos van a ser siempre multidominio. Si a ti te atacan financieramente, tus capacidades militares van a menguar. Por tanto, hay que tener una visión multidominio de todos esos ámbitos.

Desde ese punto de vista, nuestras capacidades multidominio y multinivel, es decir, a nivel físico, psicológico y cibernético, ahora mismo no existen, ni siquiera doctrinalmente. Estamos en pañales, pero también lo están en otros países que no entienden esta perspectiva. El que piense que sus corporaciones no están en un escenario de seguridad, defensa y de guerra está perdiendo la batalla antes de la partida. Por eso los ejecutivos, los altos mandos y los altos cargos de la administración, deberían integrar esos conceptos, incluso en las escuela de management.

P. El otro día mencionó que a su vuelta a España desde Estados Unidos trabajó en un proyecto con el Ejército del Aire. ¿Cuántas veces ha colaborado con el Ejército?

R. Ese proyecto fue en colaboración con ISDEFE para desarrollar sistemas de mantenimiento predictivos para el Ejército del Aire. Luego también he trabajado en el diseño de diversos sistemas de mando y control, en proyectos como Santiago, donde Indra y Telefónica llevaron el proyecto más grande de la historia, que es de inteligencia de señales. También en unos cuantos de sistemas de inteligencia soporte tanto para defensa como para seguridad nacional. Y algunos otros que siguen siendo clasificados.

P. ¿Por qué la IA se ha convertido ahora en un driver estratégico en el mundo militar?

R. La IA en la defensa siempre ha sido un vector. ¿Qué es lo que ha ocurrido ahora? Que se ha creado una consciencia del valor estratégico de la IA, y ha pasado a ser útil no solo para la planificación, mando y control, sino también para la inteligencia, estrategia, operaciones, etcétera.

Por primera vez puedes virtualizar y hacer más inteligentes cada uno de los procesos dentro de la cadena de valor, de innovación o de operación de la defensa. Por eso ahora puedes tener analistas virtuales, cibersoldados o ciberguerreros, que son agentes inteligentes, no son personas. Estamos a 10, 15 o 20 años de que en una guerra haya unidades de combate que sean completamente autónomas, e incluso haya tropas que no sean humanas. Es algo que se va a poder hacer a muy pocos años vista. Ahora se puede hacer, pero el costo es altísimo. Pero en tecnología los costos siempre se van reduciendo.

P. ¿Cree que Occidente debería ser menos transparente con sus avances tecnológicos militares, tal y cómo hace China?

R. En determinadas cosas sí. A veces hay que protegerse, y tiene que haber más mecanismos de seguridad, de control, e incluso de control del talento con la gente que puede ser, entre comillas, una potencial arma tecnológica si se va a otro país. Pero no hay consciencia de eso. Con la energía nuclear sí la había, pero la IA no es un arma de destrucción masiva, aunque sí es un arma de superioridad nacional o corporativa. Hay que tratarlo desde ese punto de vista, y hay proyectos sobre los que se habla de más. Yo el primero.