Puede resultar paradójico, pero al científico que consigue alargar vidas el tiempo que le preocupa no es el que se mide en minutos, sino el que lo hace en sentimientos: "El tiempo emocional es el más importante de todos porque es el único capaz de llenar nuestras vidas. Los robots nunca se cansan y su tiempo es infinito, pero es un tiempo que se nutre de electrones mientras que al menos en mi caso, mi dieta fundamental es la de las emociones".
Así se expresa el catedrático de Bioquímica Carlos López-Otín, responsable junto a su equipo de investigaciones en envejecimiento gracias a las que Sammy Basso, un joven con síndrome del envejecimiento acelerado (progeria de Hutchinson-Gilford) ha alcanzado los 25 años. El récord de esperanza de vida en esta enfermedad era de 12 años.
Tras verse en vuelto en polémicas por presuntas irregularidades en sus investigaciones y la muerte de 5.000 ratones de su laboratorio, López-Otín se sumió en una profunda depresión que ha vencido, en parte, con la publicación de libros. Tras el primero "de autoayuda, en el sentido más estricto de la palabra", ahora acaba de lanzar el segundo junto al también científico Guido Kroemer El sueño del tiempo, un ensayo que ofrece claves sobre el envejecimiento y la longevidad desde un punto de vista muy personal. "Este libro es un elogio del tiempo y de la vida. Nos enseña claves para interpretar, entender, ordenar y medir el tiempo, pero también para disfrutarlo, soñarlo, vivirlo y olvidarlo. Finalmente, discute las posibilidades actuales de llegar a dominar el tiempo del mundo y el tiempo de la vida".
Aunque desde los laboratorios de López-Otín y Kroemer se desafía a la duración de la vida, el libro es "un elogio a vivir y disfrutar el tiempo biológico, pero no a dilatarlo de manera innecesaria".
Como una oda al tiempo, López-Otín recuerda cómo ha cambiado la percepción del tiempo a lo largo de la historia. "Los primeros pensamientos filosóficos sobre el tiempo señalaron que su principal valor era para medir el modo en el que cambian las cosas del mundo. Después, Newton nos mostró un tiempo absoluto, regido por leyes físicas y matemáticas, y aplicable a cualquier objeto animado o inanimado del universo. Finalmente, Einstein nos enseñó la relatividad del tiempo, pues transcurre a ritmo distinto dependiendo del observador. Por su parte la biología nos ha demostrado que el tiempo biológico puede ser reversible al nivel celular y que existen organismos inmortales de los que podemos aprender lecciones de longevidad".
Los elixires del tiempo
Cambios tan radicales en la comprensión del tiempo como los que están por suceder, explica el científico. "Estamos muy cerca de saber si es posible alargar la vida. Un ensayo clínico internacional basado en el empleo de metformina cuyos resultados se harán públicos en 2021 permitirá concluir si este fármaco antidiabético en adultos sanos permite reducir la manifestación de enfermedades asociadas al envejecimiento y por tanto extender la longevidad".
La metformina es uno de los "elixires del tiempo" de los que López-Otín habla en su libro, aunque no el único. "Hay varios, la restricción calórica es el primero de ellos. El ejercicio moderado, la nutrición adecuada, el cuidado de nuestro microbioma, algunos anti-inflamatorios, compuestos derivados de la rapamicina o relacionados con la vitamina B3, son ejemplos de sustancias o métodos prolongevidad. En su mayoría funcionan induciendo procesos naturales como la hormesis o la autofagia, que favorecen un envejecimiento saludable. Además, la evitación de agentes tóxicos de todo tipo, incluyendo los que nos generan estrés físico o emocional y el mantenimiento de nuestros ritmos circadianos ayudan a vivir un poco más y un poco mejor".
Los asesinos del tiempo
López-Otín también se recrea en los asesinos del tiempo, encarnada en quienes se rebelaron contra "la tiranía impuesta por el tiempo del reloj". "El ejemplo más simbólico es el de Martial Bourdin que quiso detener el tiempo destruyendo el reloj del Real Observatorio de Greenwich, que en su época era el que marcaba el ritmo del tiempo en el mundo". Una ocurrencia que ignoraba, indica el científico, la verdadera cuestión. "Podemos odiar el tiempo y los relojes que lo miden, pero nosotros somos una colección pensante y andante de relojes biológicos sincronizados desde el cerebro y de los que depende nuestra vida. Lo que hay que cambiar no son los relojes, sino nuestra manera de entender el tiempo de la vida y la manera de relacionarnos con esta magnitud, que dicen que no existe, pero que nos tiene entretenidos día y noche".
López-Otín reconoce que aunque "a nivel teórico la física ha demostrado que es posible viajar en el tiempo, tanto al pasado como al futuro, la realidad práctica de estos viajes parece muy lejana todavía". Sin embargo, para el científico lo extraordinario es cómo ya se ha multiplicado la esperanza de vida "que va a seguir avanzando, no hace falta soñar con la innecesaria inmortalidad física para apreciar la vida como lo mejor que tenemos", concluye.
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