En los años 1954 y 1955 el paleontólogo alemán Walter Georg Kühne realiza una excavación en Orcau, en el sur de los Pirineos (Cataluña, España), y da con los restos de un tiranosaurio. En 1986 se volvió a practicar una nueva excavación pero duró muy pocos días y a penas se sacó material. “En 2012 fuimos nosotros al yacimiento y entonces sí sacamos la mayor parte del esqueleto”, explica Bernat Vila director de la investigación paleontológica que ha cerrado una investigación exhaustiva que ha durado un década y que se ha cerrado con la publicación en Nature Ecology & Evolution de la descripción de un nuevo gran dinosaurio titanosaurio de los Pirineos: el Abditosaurus kuehnei. En la investigación ha intervenido personal investigador de la Universidad de Zaragoza, del Instituto Catalán de Paleontología (ICP), del Museo de la Conca Dellà (MCD), de la Universidad Autónoma de Barcelona y de la Universidad Nova de Lisboa.
Durante 60 años los restos sacados a mediados del siglo XX “estuvieron guardados en un almacén y nadie sabía dónde estaban, nadie los había estudiado”, afirma Bernat Vila. Estaban en Madrid en un almacén perteneciente al Instituto Lucas Mellado, el embrión del Museo Nacional de Ciencias Naturales. “Durante 60 años permanecieron cubiertos de escayola y esparto, que es como se protegía a los restos en la época sin que nadie los investigara”, señala Vila. “Los restos de tiranosaurio se han desenterrado dos veces, uno en el yacimiento propiamente dicho y otro en los cajones de los museos”, añade. Abditosaurus significa “reptil olvidado”.
“Se trata de un espécimen muy especial ya que a medida que íbamos excavando nos dimos cuenta de que estaba semiarticulado, las costillas con las vértebras y el cuello de cinco metros también articulado, y eso es muy extraordinario, en general, con los dinosaurios y, en particular, con titanosaurios de final del cretácico”, cuenta el investigador. En total se han podido clasificar 53 elementos esqueléticos del espécimen que incluyen varios dientes, vértebras, costillas y huesos de las extremidades, escapular y pélvico, así como el fragmento semiarticulado del cuello formado por 12 vértebras cervicales.
El esqueleto de 70,5 millones de años es el ejemplar más completo de este grupo herbívoro de dinosaurios descubierto hasta ahora en Europa. Se conserva más de la mitad delantera. Además, Abditosaurus kuehnei es la especie de titanosaurio de mayor tamaño encontrada en la isla iberoarmórica -la ancestral región que hoy en día comprende la península Ibérica y el sur de Francia- y representa un individuo estimado en 17,5 metros de longitud con una masa corporal de 14.000 kg.
Dentro de la paleontología española este descubrimiento supone la primera descripción de una especie con un esqueleto semi articulado y supone, dentro del estudio de los titanosaurios una revolución en el sentido de que los análisis de parentesco lo ubican con formas no europeas o africanas. “Esto es un cambio de paradigma a la hora de analizar cómo esas faunas, que fueron las últimas antes de la extinción, cuál era su origen. Al parecer no eran endémicas sino que hubo migraciones y cambios faunísticos de unos continentes a otros”, explica el paleontólogo. Europa en ese momento era un archipiélago de islas en la que la más grande era la que agrupaba iberia y parte del sur de Francia y ahí es donde se ha encontrado esta nueva especie.
“La migraciones se produjeron en algún momento en el que bajó el nivel del mar y esas islas inconexas, tuvieron cierta conexión con el norte de África”, asegura Vila. En el lugar del yacimiento han encontrado cáscaras de huevo de especies de dinosaurios que se sabe que habitaron Gondwana, el continente más austral de ese momento en el que estaban unidas África y América del Sur.
De las especies de titanosaurios que se han encontrado esta es la más grande. “Al final del cretácico como los titanosaurios vivían en islas los recursos eran menores y se produjo un efecto de insularidad, por el que ciertas especies de tamaños grandes tienden a ser más pequeños, cambian su modo de crecimiento, sus huesos crecen más lentamente e incluso llegan a tener formas enanas”, afirma el paleontólogo.
Esta especie se calcula que debió existir entre un millón o tres millones de años. En las estimaciones que hace Vila considera que o bien esta especie o una descendiente directa de esta especie pudieron ser de los últimos que existieran en lo que ahora es Europa antes de la extinción.
El alto registro de dinosaurios en el alto Aragón y en Cataluña “se complementa con lo que se sabe de la extinción en Norteamérica. Toda la hipótesis de la extinción de los dinosaurios se conoce por Norteamérica fuera de allí, Europa, y en concreto los Pirineos son un buen laboratorio para saber qué les pasó a los dinosaurios. Y las teorías se confirman con el cataclismo de la caída del meteorito todo se fue a pique”, afirma el investigador.
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