La sobreexplotación y el agotamiento de los recursos naturales diezmó la población y acabó con la cultura Rapa Nuí. Según diversos estudios antropológicos, entre los siglos XVI y XVIII, la Isla de Pascua, tras desarrollar una floreciente cultura durante siglos, perdió todo atisbo de civilización como resultado de la superpoblación y devastación del ecosistema, cuando la tala de los bosques, la sobre explotación agrícola y el agotamiento de los recursos marítimos costeros acabó por colapsar su compleja organización social.
Paradójicamente, hoy por hoy, la Isla de Pascua puede convertirse en un símbolo precisamente de lo contrario, demostrando cómo, modificando su manera de generar energía, se pueden limitar los efectos del cambio climático.
La Isla de Pascua puede convertirse en un símbolo de la lucha contra el cambio climático
Para poner la primera piedra en este camino, la empresa española Acciona ha donado e instalado 400 sistemas fotovoltaicos en la isla, que hasta el momento generaba el 100% de su energía con diésel.
Un paraíso amenazado
La isla de Pascua -a más de 3.000 kilómetros de la costa chilena- es la isla habitada más aislada de territorio continental del mundo. Un enclave paradisíaco con un gran atractivo turístico no sólo por su belleza y riqueza medioambiental, sino también por su particular cultura y antropología, cuyos máximos exponentes son sus inmensas estatuas, los famosos Moáis.
Con 163,6 kilómetros cuadrados de extensión y conocida por sus vestigios arqueológicos, Isla de Pascua cuenta con una población de algo más de 5.000 habitantes, concentrados principalmente en la capital, Hanga Roa. El 40% del territorio de la isla está ocupado por el Parque Nacional Rapa Nui, designado patrimonio de la Humanidad por Naciones Unidas desde 1995.
Todos estos elementos icónicos están ahora amenazados por el cambio climático…y es que, de no ponerse remedio al calentamiento global, en 2.100 el nivel del mar habrá subido 1,5 metros en este lugar del Pacífico.
Sin esperar tanto tiempo, los efectos del cambio climático ya se están dejando notar en la isla, que cada vez sufre tormentas más severas y episodios de fuerte oleaje más intensos y frecuentes.
Energía solar versus diésel
La Isla de Pascua –como otros tantos archipiélagos del Pacífico y el Índico- es un icono de la vulnerabilidad frente al calentamiento global, pero al mismo tiempo, también es uno de los enclaves cuya generación eléctrica era hasta el momento más contaminante, puesto que debido a su aislamiento, se abastecía por medio de generadores eléctricos alimentados con diésel.
Por todo ello, la multinacional española Acciona ha donado e instalado 400 paneles fotovoltaicos, que producirán una media aproximada de 200 MWh al año, evitando la emisión directa de unas 135 toneladas anuales de CO2.
La importancia de este gesto, que va más allá de lo simbólico, la resume José Ignacio Escobar, gerente general de Acciona Energía para Sudamérica: “esta pequeña instalación representa un paso de gran significación simbólica en la necesaria transición de Isla de Pascua hacia un sistema energético limpio y sostenible. Estamos encantados de iniciar ese proceso, colaborando con el Gobierno chileno y con la comunidad Rapa Nui en la aportación de soluciones basadas en energías renovables, que son idóneas para enclaves como éste, al aprovechar recursos locales y ser absolutamente respetuosas con su valioso patrimonio natural y cultural”.
400 paneles solares
El sistema fotovoltaico instalado en Isla de Pascua, diseñado y construido por Acciona y que lleva varios meses en operación, consta de 400 paneles de silicio policristalino sustentados sobre 10 estructuras fijas que totalizan una potencia pico de 128 kWp (100 kW nominales). Se completa con un inversor que transforma la electricidad generada en corriente continua a corriente alterna, un transformador que eleva la tensión de salida de 0,42 kilovoltios (kV) a 13,2 kV, y una línea de 100 metros de longitud que transporta la energía hasta la subestación de Mataveri, para inyectarla a la red general.
La planta solar producirá una media aproximada de 200 MWh al año, evitando la emisión directa de unas 135 toneladas anuales de CO2, sin considerar las producidas durante el transporte del petróleo correspondiente desde el continente. Esa producción limpia evitará un 8% del consumo de diésel destinado hasta ahora a la generación eléctrica.
La planta está ubicada junto al aeropuerto, al sureste de la isla -situada en el Océano Pacífico, a 3.700 kilómetros de la costa chilena-, y es ya operada por la eléctrica SASIPA –compañía filial de CORFO- que, entre otros servicios, presta el suministro de electricidad y agua potable en Isla de Pascua.
Durante la inauguración de este parque solar, la ministra de Energía de Chile, Susana Jiménez, declaró que éste “es un tema especialmente relevante para la comunidad Rapa Nui, pues llevar la matriz energética hacia fuentes sostenibles no solo es una contribución a la disminución de gases de efecto invernadero, sino también una forma de preservar la isla, su gente y su cultura”
El reto es lograr un mundo descarbonizado para que enclaves como la Isla de Pascua, no se conviertan en meros recuerdos.
Contenido elaborado en colaboración con Acciona
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