Durante dos semanas, desde el día 2 hasta el 14 de diciembre, Polonia, uno de los países más contaminantes de Europa y más dependiente de las energías fósiles, acogerá la Conferencia de las Partes de la Convención del Clima (COP-24) organizada por la ONU y que tiene como fin coordinar los esfuerzos de la humanidad para frenar la amenaza, constatada científicamente, del cambio climático.
Tras el consenso internacional de París en 2015, donde se cerró un acuerdo que ya ha sido ratificado por 197 países, la cumbre de este año tiene como objetivo definir el marco de actuación de los países de cara a 2020, momento en el que deberán comprometerse y fijar una reducción drástica de emisiones de gases de efecto invernadero, generadas, en gran parte, por el uso de combustibles fósiles como fuente de energía.
Una cumbre muy técnica
Los compromisos de los países se conocen como NDCs, contribuciones nacionales determinadas (NDCs, por sus siglas en inglés). Para llegar a 2020 con un compromiso los países antes se tienen que sentar, en este caso en Polonia, a definir con claridad y de una manera estandarizada cuántas emisiones va a reducir cada país y cómo se van reducir y medir esas cantidades de emisiones cuando llegue 2020.
De esta manera se quiere evitar que la existencia de diferentes métodos desvirtúe los compromisos que se pongan sobre la mesa en 2020. La metodología para medir las reducciones es la que usa el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). En esta cumbre tiene que fijarse la creación de un comité técnico que acompañe y asesore a los países con menos recursos para lograr esa unidad metodológica.
Las medidas que se tomen a partir de 2020 deberán de ser, también, muy claras y transparentes. Cómo serán más transparentes las medidas de reducción de gases de efecto invernadero de cada país, es una respuesta que se buscará en Katowice. En la cumbre polaca de este año nacerá el ICTU (Information for clarity and Transparency Understunding), el marco de ejecución de los NDCs.
Por qué se celebra en Polonia
La elección de Polonia es sencilla. Es el país que se ha ofrecido a celebrarla. Como si de un mundial de fútbol se tratara las cumbres se van organizando por regiones que van rotando. Polonia se ofrece a acoger las cumbres, otros países no. Esta es la tercera vez que Polonia celebra en su territorio una Cumbre del Clima: la COP14 se celebró en Poznan (2008) y la COP19 en Varsovia (2013). Esta vez es en Katowice, en el corazón de la cuenca minera del país.
El gobierno polaco, además, ha tenido especial interés en darle entidad a la cumbre. Por este motivo el lunes 3 estarán los jefes de estado y presidentes de gobierno en Katowice para inaugurar las dos semanas de trabajo. La primera semana más técnica y la segunda más política con los responsables de la carteras de energía y medio ambiente. O, como en el caso de España y Francia, con la cartera del Ministerio de Transición Ecológica.
Transición justa
Polonia ha querido poner de relieve un aspecto de la crisis climática que le afecta sobremanera: el abandono del carbón. La extrema dependencia del país del mineral y de otros países tendrá reflejo en un documento en el que se subraya que la transición hacia una economía no basada en las energías sucias habrá de ser justa. Y por justa se considera que los países tendrán que buscar soluciones de empleabilidad a los trabajadores afectados, que habrá protección social, diálogo social, inversión e investigación. Aspectos, que más allá de las buenas palabras sumarán como esfuerzos económicos necesarios del país en la transición.
La financiación y transición de una sola velocidad
Durante la COP15 de Copenhague se fijó que para 2020 se contarían con 100.000 millones para llevar a cabo la transición.Los países en desarrollo reclaman financiación dado que son los países más industrializados los que a lo largo de los años han emitido más gases de efecto invernadero.
En la COP 24 se tiene que adelantar en las aportaciones privadas y públicas y empezar a trabajar en las cantidades de capital necesarias para el futuro.
La financiación es fundamental para que la transición energética se produzca en una sola velocidad, para que no se produzca una bifurcación en la que unos países, por su menor desarrollo, mantengan altos niveles de contaminación.
Unión Europea
La sociedad civil demanda a los países ricos que sean un ejemplo de cara a la implementación de los cambios que nos hagan abandonar el uso de combustibles fósiles. La Unión Europea está dividida entre los países que quieren una transición más rápida y ejemplar, como Suecia, Luxemburgo, Irlanda, Eslovenia, Francia y España. Nuestro país estaría en ese grupo si se cumplen los puntos hechos públicos del borrador de la Ley de Transición Energética. Lo que no está claro ante las dudas surgidas en las últimas semanas.
Trump y USA
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció su salida del Acuerdo de París. Pero todavía no se ha producido la salida de manera efectiva, de EEUU. Sus técnicos trabajan con normalidad y profesionalidad dentro de las instituciones internacionales. La semana pasada el Programa Investigación Científica sobre Cambio Climático de Estados Unidos (USGCRP, por las siglas en inglés) publicaba, de cara a la COP24, el segundo volumen del Cuarto Informe Nacional sobre Cambio Climático en el que se detallan graves impactos en la economía estadounidense por culpa del cambio climático. Pero Trump sigue siendo el mayor negacionista del cambio climático. “No me lo creo”, dijo sobre el informe de sus científicos. Pero EEUU está también en la cumbre representada por la sociedad civil (organizaciones sociales y empresas) y otras autoridades estadounidenses (estados y ayuntamientos) en el movimiento We are still in. Un movimiento que, según sus propios cálculos, representa a la mitad de los estadounidenses y la mitad del PIB del país.
Brasil la gran incógnita
La llegada al gobierno brasileño del ultra Jair Bolsonaro se produce en mal momento para los intereses del planeta. Todavía no ha podido anunciar, de manera efectiva, la salida del Acuerdo de París, aunque tiene intención de salir. Sí que ha anunciado que no acogerá la cumbre del año que viene, la COP25, que estaba prevista celebrarse en Brasil. La mayor preocupación que suscita Bolsonaro es su falta de compromiso medioambiental para no preservar la Amazonía de su explotación económica. Algo que no es que anteriores dirigente brasileños hubiesen paralizado, precisamente. Pero la posición de Bolsonaro es explotar más la Amazonía, que es una de las principales fuentes de mitigación de los efectos del cambio climático a través de la absorción de emisiones de carbono.
Sociedad Civil y el Diálogo de Talanoa
La presencia de la sociedad civil ha ido ganando peso en las cumbres del clima, más allá de hacer de contrapeso a discursos más institucionales y de la presión hacia objetivos más ambiciosos en la velocidad del abandono de una economía basada en combustibles fósiles de organizaciones civiles internacionales como WWF, Greenpeace, Amigos de la Tierra o Seo/BridLife. Desde la cumbre de 2017 en Bonn se ha creado el conocido como Diálogo de Talanoa, en el que están presentes, instituciones académicas, ONG y empresas como Iberdrola, en el caso español. Un espacio de diálogo que ha sido de especial utilidad para definir la bajada al terreno del Acuerdo de París que será la cumbre de Katowice.
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