En un estudio publicado en la revista PNAS, investigadores de la Universidad de California Davis concluyen que los seres humanos tenemos poca memoria climática. En promedio, basamos nuestra idea de “un clima normal” en los sucesos climáticos que han ocurrido en los últimos años (de dos a ocho años, según indica la investigación). Las conclusiones han alarmado a los autores, que alertan sobre el riesgo de que normalicemos cuestiones que no podemos permitirnos normalizar. Los datos refrendan el miedo: los cinco años más cálidos de la historia registrada han sido los últimos cinco, y 18 de los 19 años más cálidos se han producido desde 2001. Los investigadores concluyen que corremos el riesgo de caer en la metáfora de la rana en la olla: una rana que salta a una olla hirviendo, trata de salir de forma inmediata. Una rana que salta en una olla que se va calentando progresivamente, acabará cocinada.
Las españolas y españoles nacidos en 2001, que este año alcanzan la mayoría de edad, no han tenido otra normalidad que la del cambio climático
Las españolas y españoles nacidos en 2001, que este año alcanzan la mayoría de edad, no han tenido otra normalidad que la del cambio climático, con récords de temperatura y el progresivo desfile de fenómenos climáticos extremos: unas veces temporales de frío, otras veces lluvias torrenciales, y otras sequías y olas de calor. Quizá, como señalan los investigadores de la California Davis, se han visto forzados a acostumbrarse a este clima patas arriba pero, desde luego, no están dispuestos a aceptar las dramáticas consecuencias del cambio climático porque comprometen su porvenir. Por eso, se han rebelado contra esta creciente normalidad que les hemos impuesto quienes tenemos la capacidad de cambiar las cosas. Conviene que les escuchemos y que actuemos antes de que la historia sea implacable con nuestra generación, la última que tuvo toda la información y la capacidad para actuar.
No cabe duda de que actuar contra el cambio climático es un deber cívico de presente para con nuestro futuro pero, además, representa una oportunidad histórica de modernización de la economía que no podemos negar a los jóvenes. Solo en la próxima década, la lucha contra el cambio climático puede generar más de 300.000 empleos de calidad de los que no tendríamos noticia si decidimos mirar para otro lado. De igual modo, nuestro PIB puede crecer un 1,8% y nuestra industria puede ser más robusta y un referente en el mundo. Las cifras que enumero son resultados extraídos del borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima que España ha entregado hace unos días en Bruselas, en cuya elaboración se han empleado ocho meses de intenso trabajo con diferentes modelos matemáticos, y el manejo de unas mil variables. Este documento se complementa con el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética y la Estrategia de Transición Justa, porque la acción climática se nos presenta también como una oportunidad para garantizar justicia social.
En los últimos meses, en España –por fin– se ha abierto el debate climático, silencioso y silenciado por años. Sobre la mesa tiene ahora la ciudadanía los datos que evidencian el problema, y cuenta con herramientas para poder afrontarlo, y con cálculos robustos que avalan que estamos ante una oportunidad de país. No caigamos en el error de desmemoriarnos y aceptar la catástrofe como la normalidad que dejaremos en herencia a las generaciones venideras.
Hugo Morán, secretario de estado de Medio Ambiente, estará mañana en la Conferencia Internacional de Cambio Climático Change the Change en País Vasco.
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