Existen diversas herramientas para medir el impacto del cambio climático. Algunas, como ésta, realmente exhaustivas. Pero la mayoría no contempla tantas variables y, sobre todo, no cuenta con efectos derivados de la subida de las temperaturas en la población.
Los modelos que estudian el cambio climático subestiman el efecto de los efectos climáticos extremos, según un estudio internacional firmado por medio centenar de científicos, entre ellos del CSIC, que alertan de que los riesgos para la humanidad pueden ser mayores de lo que se cree hasta ahora.
Según el estudio, que publica la revista Nature Communications, la mayoría de los modelos sobre cambio climático usados para proyectar escenarios futuros subestiman la gravedad de los impactos en importantes sectores como la agricultura, la vegetación terrestre y la mortalidad humana causada por las olas de calor.
La investigadora del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona Marta Coll ha explicado que el trabajo, en el que han participado 42 instituciones, ha analizado si los modelos actuales que evalúan el impacto climático por sectores son capaces de reflejar el impacto de las condiciones climáticas extremas.
Estudio de olas de calor
Para ello, tomaron como caso de estudio la ola de calor y sequía ocurrida en Europa en 2003, el evento climático más extremo de los observados hasta ahora y que afectó de forma intensa al este y centro de Europa, cuando se registraron temperaturas anormalmente altas, especialmente durante junio y agosto.
En aquel verano, la temperatura media en Europa subió en 2ºC, llegando a ser 5ºC por encima de la media, en una ola de calor que vino acompañada de graves sequías y que causó la muerte de centenares de personas, la mayoría con patologías de base.
Los resultados muestran que los datos de impacto documentados de la ola de calor no necesariamente coinciden con los impactos que se obtienen en las proyecciones de los modelos sectoriales.
Los efectos conocidos de las olas de calor no siempre salen en las proyecciones de futuro
Según Marta Coll, estos resultados se observan también en los ecosistemas marinos, ya que los datos y los modelos parecen coincidir en que el evento extremo de 2003 afectó los parámetros físicos del océano, pero la señal no se propagó a niveles tróficos superiores de forma inmediata porque el evento fue demasiado breve como para causar un cambio significativo en niveles tróficos superiores.
Coll ha destacado que las diferencias entre lo observado y lo proyectado por los modelos tienen importantes implicaciones para las evaluaciones económicas basadas en estas proyecciones.
Significa también, según la investigadora, que los riesgos a los que se enfrentará la sociedad por futuros eventos climáticos extremos podrían ser mayores de lo que se había pensado hasta ahora.
Los investigadores avisan de que, aunque la ola de calor de 2003 fue un evento excepcional en el registro histórico, el aumento del calentamiento global puede hacer que episodios como este se vuelvan más frecuentes en el futuro
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