Veranos cinco semanas más largos, aumento de las noches tropicales, olas de calor más largas e intensas, incremento de la temperatura de la superficie del mar y disminución de las precipitaciones en el Mediterráneo. Son algunas de las últimas conclusiones de un informe de la Agencia Estatal de Meteorología en el que analizan los datos históricos de observatorios españoles, algunos de ellos desde los años 70.
Hace apenas 15 días, la ONU confirmó un aumento medio de las temperaturas globales de 1 °C desde 1880 y que en la última década se han registrado ocho de los diez años más cálidos.
Los datos hablan por sí solos, según aumentan las emisiones de CO2, el aumento de las temperaturas y los impactos serán cada vez mayores, pero si reducimos a cero las emisiones cuanto antes se evitará que millones de personas sufran los peores impactos.
En la última década se han registrado ocho de los diez años más cálidos
La próxima década es decisiva para luchar contra el cambio climático. El grupo de personas expertas en clima de Naciones Unidas, IPCC, estima que para limitar 1,5 grados el aumento de las temperaturas en 2030, las emisiones globales deben haberse reducido a la mitad. Esto supondrá importantes cambios en todos los sectores en los próximos 11 años para los que son necesarios la voluntad y valentía desde las políticas, las empresas y la sociedad.
El Gobierno ha presentado a Europa el Plan de energía y clima 2021-2030, que es un tímido paso en la buena dirección, pero todavía hay que aumentar mucho la ambición y casi triplicar la reducción de emisiones para 2030, como Greenpeace ha presentado en sus alegaciones a la Comisión Europea y al ejecutivo de Pedro Sánchez.
Un enorme reto para algunos sectores esenciales como son el eléctrico, el transporte y la ganadería.
Para 2030 debemos tener un sistema eléctrico prácticamente 100% renovable y en 2025 las centrales de carbón y nucleares deben estar todas cerradas.
Es preciso también que a partir del año 2028 todos los nuevos turismos sean cero emisiones, con el fin de lograr la descarbonización completa del transporte por carretera en 2035 y de todo el sector del transporte en 2040. Y es imprescindible que el Plan de Energía y Clima incorpore cambios profundos que fomenten una reducción drástica de la agricultura y ganadería industriales y una agricultura y ganadería ecológica y extensiva junto con la reducción del consumo de carne y lácteos.
El plan definitivo debe de estar a final de año y es fundamental que se escuchen e incorporen las demandas sociales frente a los intereses industriales.
Desde los grupos ecologistas a la juventud por el clima que recorre las calles de todo el mundo, pedimos una acción climática urgente que garantice millones de nuevos empleos sostenibles y unas políticas que pongan la vida y el planeta en el centro.
El plan debe ser un consenso ambicioso por parte de todos los grupos políticos frente a la gravedad climática actual y este periodo electoral es un momento clave para que los candidatos expliquen sus propuestas concretas y ambiciosas en la lucha contra el cambio climático. ¿A qué esperan?
Tatiana Nuño es responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace.
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