Ante el actual escenario de cambio climático y calentamiento global, resulta necesario incidir en la prevención, la mitigación y la adaptación de las ciudades -y ciudadanos- ante las alteraciones en el clima que ya han acontecido y están por venir (próximas a agravarse). Para revertir esta situación, se proponen una batería de medidas que podrían resumirse en 10 medidas: un decálogo de las ciudades del futuro, que resume los grandes retos de las ciudades en los próximos decenios.
1. Planificación y planeamiento, ciudad para todos
Las necesidades de las ciudades están cambiando, el crecimiento incontrolado hace que la planificación cobre aún más importancia. Resulta fundamental contar con un planeamiento urbano sostenible y una ordenación acorde a las exigencias actuales: la concentración de la población. Por eso, se ha demostrado que la ciudad vertical y, modelos de ciudad como el de Benidorm -tan criticados-, no son tan malos. De cara a la gestión son mucho más eficientes que aquella ciudad horizontal. Los rendimientos de las redes de agua, de gas, de luz, de transporte, etc. son mucho mayores, y también su rentabilidad.
Se hace necesario pensar en una ciudad accesible, una ciudad para todos, desde la ordenación. Prevenir antes que curar y, es que, la mayoría de los problemas vienen dados por una mala planificación y posterior ejecución: “soluciones inteligentes para decisiones estúpidas”.
Lo más importante, compartir la información. Crear modelos replicables, proyectos que se puedan llevar de un lado a otro
La planificación, hoy día, viene muy determinada por los modelos de movilidad. Este planeamiento debe basarse fundamentalmente en los sistemas de movilidad que dispongamos y queramos implementar y del proyecto de ciudad que queramos construir. Otro hecho importante es la creación de una ciudad amable, habitable, vivible. Para ello es necesario pensar en una ciudad verde, con espacios abiertos, públicos y saludables. La movilidad y la renaturalización de las ciudades, marcan actualmente la forma de disponer, planear y entender las ciudades.
Pero lo más importante, compartir la información. Crear modelos replicables, proyectos que se puedan llevar de un lado a otro y cooperar en el desarrollo sostenible de las ciudades. La colaboración entre ellas se hace imprescindible. Así mismo, primar a quien haga bien las cosas y penalizar a quien no las haga, o actúe de mala fe o con malas prácticas ambientales.
2. Renaturalización
La vuelta a lo natural, la naturalización o, en este caso, la renaturalización (porque ya lo fueron en su día) marcan la pauta o deben marcarla en la ciudad. Disponer de espacios verdes, bosques urbanos, parques y jardines con alto nivel cuantitativo y cualitativo, bien conservados, es un aspecto clave.
Son necesarios jardines verticales, toldos vegetados, suelos drenantes o permeables o, incluso, llanuras de inundación
La infraestructura verde cobra gran valor. Los espacios urbanos deben estar planificados por y para la infraestructura verde (IV). Las intervenciones para este cometido se conocen como NBS (Nature Based Solutions) o soluciones basadas en la naturaleza. Esto es, implementar medidas en las ciudades que estén ligadas al aumento de espacios verdes, pero no sólo tal y como los conocemos habitualmente -parques, jardines, etc.- sino mediante diversas acciones que “reverdecen” la ciudad: jardines verticales, toldos vegetados, suelos drenantes o permeables o, incluso, llanuras de inundación que sirven para controlar las avenidas/crecidas de los ríos cada vez más acusadas, efecto directo del cambio climático.
Deben promoverse además las plantaciones o repoblaciones de especies autóctonas, sin comprometer la biodiversidad, pero que estén adaptadas a las condiciones climáticas actuales, para que se desarrollen adecuadamente y funcionen en nuestro entorno como captadores de CO2. Estas superficies sirven además para absorber la radiación solar y evitar en buena medida lo que se conoce como el efecto “isla de calor”, que provoca un calentamiento aún mayor en las ciudades por la refracción de los rayos solares y la absorción de calor por parte de la superficie.
3. Movilidad inteligente
La movilidad, no sólo el transporte. La movilidad va más allá, es la necesidad de desplazarse o desplazar algo (esto sería meramente transporte) de un lado a otro. Pues bien, la movilidad es muy intensa en las ciudades y, cuanto más grandes, más crecen, en mayor medida lo hace la movilidad, pero además de forma geométrica. Es por esto que la movilidad debe ser uno de los criterios prioritarios a la hora de organizar la ciudad.
Ya no hablamos sólo de movilidad sostenible, que por supuesto, sino de movilidad inteligente. ¿Y esto qué es? Es moverse de forma eficiente, utilizando el transporte público de manera óptima, pero además utilizando la tecnología (móvil o personal) y los SIT o Sistemas Inteligentes de Transporte para la gestión de flotas, entre otros, por parte de las administraciones locales.
Debe prevalecer el desplazamiento a pie, después la bicicleta; tras estos, el transporte público y, por último, el transporte privado
A la hora de hablar de los medios de transporte, debe prevalecer el desplazamiento a pie (el peatón), después el uso de la bicicleta; tras estos, el transporte público y, por último, el transporte privado (y a poder ser, de bajas emisiones o eléctrico). Los VMP o Vehículos para la Movilidad Personal, tales como los patinetes, segway, monopatín, etc. forman parte de nuestro día a día, por ello, deben tener su espacio en las ciudades. De igual modo, debe promoverse el car sharing y car pooling (coche compartido y viaje compartido, respectivamente) para moverse con agilidad, rentabilidad y eficiencia en “transporte privado”. El car sharing consiste en la utilización de un vehículo por parte de varios usuarios, de forma diferenciada (cojo un coche, lo aparco, y después lo cogerá otra persona con un sistema de identificación) -en Madrid ya existen cinco plataformas: Zity, Car2Go, eMov, Wible, etc.- El car pooling es una forma de compartir el viaje o coche; publico un viaje y varios acompañantes pueden sumarse a mi trayecto. La plataforma más extendida para este modelo es BlaBlaCar.
Las firmas automovilísticas ya no son meros fabricantes de coches, ahora son empresas de movilidad (no sólo venden vehículos, alquilan, se suman a modelos de car pooling, fabrican otro tipo de vehículos, como los de movilidad personal, ofrecen el producto como servicio).
4. Sensorización, monitorización, tecnología y digitalización
¿Quién no ha oído hablar de sensores, monitorizar, digitalizar…? La digitalización está a la orden del día. Se aplica a todo: administraciones, empresas, servicios, comercio, etc. Un buen ejemplo de digitalización son las tiendas virtuales o tiendas online. Otro, público, es la implementación de la administración electrónica o los trámites digitales. Las empresas y las administraciones deben digitalizarse, si no, estarán avocadas al fracaso.
Sensores ambientales, acústicos, de contaminación, de aforo de agua, de iluminación... para poder medir y evaluar
Para toda esta digitalización se hace necesaria la tecnología. Pero no únicamente para esto, para poder monitorizar y hacer seguimiento de resultados (de ventas, de eficiencia, pero también de estado de la calidad del aire). Para evaluar y comprobar los avances es necesario contar con datos, con información de partida y con otra actualizada, para contrastar. Ahí es donde surge el concepto de Big Data o grandes volúmenes de datos, tan presente en nuestras vidas y, como no, en la ciudad.
Y para poder medir y evaluar, los sensores. Sensores ambientales, acústicos, de contaminación, de llenado de contenedores, de aforo de agua, de iluminación, de movimiento, de presencia (para movilidad y seguridad), de domótica, etc. Un conjunto innumerable de dispositivos que hacen nuestra vida más fácil y cómoda.
Las TIC o Tecnologías de la Información y Comunicación son un instrumento ampliamente útil, pero que también tienen que ser diseñadas bajo criterios de eficiencia energética y tratando de producir el mínimo volumen de residuos y emisiones posible.
5. Eficiencia energética, construcción sostenible, EERR y autoconsumo
Otro tema imprescindible, la eficiencia energética. Hemos hablado de eficiencia a muchos niveles, pero no aún de la quizá más sonada, la referente a la energía. La disponibilidad energética y la dependencia de otros países no es un hecho baladí. Tener independencia energética resulta fundamental para contar con una economía sólida, la aplicación de las EERR o Energías Renovables es nuestra garantía.
El autoconsumo se dispone como la mejor forma de administrar energéticamente nuestras necesidades. Contar un con dispositivo productor de energía alternativa o renovable conectado a nuestra casa parece un sueño, pero es el presente. La clave está en la acumulación de la energía por medio de baterías, para compensar esa diferencia entre la curva de demanda y producción de energía en nuestro día a día (los momentos de mayor producción no son normalmente los de mayor consumo, y viceversa). Existe potencial para poder generar la totalidad de las necesidades de nuestro país, a base de energías renovables (de hecho, casi un tercio de la energía procede de estas fuentes).
El autoconsumo se dispone como la mejor forma de administrar energéticamente nuestras necesidades
Dentro de la eficiencia energética, juega un papel fundamental la construcción. Contar con una vivienda asequible, eficiente y sostenible es el reto. Los proyectos para el aislamiento y mejora de la eficiencia energética en edificios son una constante, así mismo algunas propuestas como los district heating, o sistemas de calentamiento que alimentan a manzanas o barrios enteros, son una práctica que se está extendiendo en nuestras ciudades. También, las “casas pasivas” o aquellas con un balance energético casi nulo son un elemento que trata de paliar los efectos negativos de las viviendas (en términos de consumo y emisiones).
La solución, en suma, está en la utilización de energías renovables: hidráulica, eólica, solar, geotérmica, biomasa, maremotriz, etc. que nos permitan ser independientes y conectar estos elementos productores de energía directamente a los lugares de demanda, siendo así más eficientes en la distribución energética.
6. Limpieza y residuos. Economía circular
El fomento de la economía circular, frente a la economía lineal que se ha utilizado durante tantos siglos, primordialmente, no es algo nuevo. Ya se aplicaba “economía circular” cuando nuestra ropa la usaba nuestro hermano, primo o cuñado pequeño. Pero hoy en día, la puesta en práctica de métodos de economía circular, a gran escala, a todos los niveles y para todos los sectores es lo que hace que cobre gran valor.
Aplicar economía circular en empresas, en industrias, no es siempre sencillo. Lo que sí debe hacerse es primar quien apueste por ella. El residuo como recurso, y el consumo responsable. Bajo el criterio de “quien contamina, paga”, debe aplicarse también “quien ahorra residuos, gana”. Reducir, recuperar, reutilizar, reciclar, etc. y las infinitas “R” son las que marcan la pauta.
Bajo el criterio de “quien contamina, paga”, debe aplicarse también “quien ahorra residuos, gana”
La reducción de plásticos en nuestras vidas, la reutilización de elementos, el consumo de productos de proximidad, alimentos orgánicos, y muchos otros, hacen que, además de reducir la creación de desechos, mejore nuestro entorno por la necesidad de una fabricación, transporte y utilización de materiales químicos menor, que mejora las condiciones ambientales.
La limpieza en las ciudades también es clave, en términos de habitabilidad, salubridad y paisaje. Además, contar con ciudades limpias hace que otros sistemas funcionen de forma más eficiente: la recogida de residuos, el control de vertidos, la limpieza de márgenes de ríos, etc. facilitan el uso de medidas de prevención ante: inundaciones, incendios y otros riesgos de origen natural o tecnológico.
7. Gestión óptima del ciclo del agua
La economía circular también se puede aplicar al agua. El ciclo integral de este elemento tan abundante y escaso a la vez -abundante en términos generales, escaso en aquella apta para consumo- debe estar optimizado para tratar de perder el menor volumen de agua corriente, de agua potable, de agua para el consumo. Las necesidades en términos de agua, vienen determinadas principalmente por el riego para cultivos y, en segundo lugar, para el consumo humano (a lo que se podría sumar el riego de parques y jardines). El abastecimiento y el saneamiento son dos conceptos estrechamente ligados y sobre los que se ha de actuar concienzudamente, previo al consumo y una vez utilizada para su correcta gestión.
Las aguas fecales, pero sobre todo aquellas industriales -no sólo de materia orgánica- han de ser tratadas y monitorizadas
La distribución de agua para abastecimiento debe contar con un control de caudales exhaustivo, una red eficiente (con un nivel o volumen moderado de pérdidas), con un control remoto e inteligente de consumos. Esto permitirá economizar agua, abaratarla, disponer de unos mayores cupos de utilización y, en definitiva, disminuir los efectos tan negativos que las sequías traen a las ciudades y a las zonas rurales.
Los vertidos son también un problema común en las ciudades. Las aguas fecales, pero sobre todo aquellas industriales -no sólo de materia orgánica- han de ser tratadas y monitorizadas correctamente para su correcta evacuación.
Otro tema importante es el vinculado con los riesgos naturales y las inundaciones, en concreto. Las crecidas, avenidas e inundaciones son un inconveniente cada vez más agravante en nuestros días, motivadas por el cada vez más acusado cambio climático. Tomar medidas preventivas, de no exposición ante tales riesgos, de control de caudales y de evacuación de la población, mitigación y resiliencia ante desastres, es un tema asociado a este elemento básico, el agua.
8. Resiliencia y capacitación de los ciudadanos (innovación social), formación
La formación, como en todo sector, es una pieza clave para el éxito de propuestas e iniciativas. Contar con una ciudadanía formada e informada facilita que los proyectos salgan adelante y que estos formen y tomen parte de ellos. La innovación ciudadana pasa por la puesta en marcha de la participación, por el involucramiento de los habitantes, de los vecinos, de la gente del lugar.
La capacitación, que se consigue a través de esta formación, nos permite que los habitantes conozcan los proyectos que se desarrollan en las ciudades. ¿Para qué? Para que puedan sacar partido de ellos, para que los aprovechen, para que los entiendan, para que los puedan utilizar. Un buen ejemplo es la ruptura de la “brecha digital” que permite a todo ciudadano beneficiarse de la tecnología que la ciudad pone en marcha para su beneficio, para el bienestar social. Todo ello hace que la ciudadanía sea más resiliente, menos vulnerable, esté más preparada, alerta, cualificada y adaptada a los cambios como, en este caso, el cambio climático.
La formación permite que los habitantes conozcan los proyectos que se desarrollan en las ciudades para que puedan sacar partido de ellos
En estos días, que se habla tanto de innovación social, se tratan conceptos como la cocreación (creación colaborativa, desde el ciudadano), la cooperación, el colaborativismo, compartir información y hacer partícipe a la ciudadanía. Los presupuestos participativos (los ciudadanos deciden directamente -bajo unos criterios- en qué se gasta el presupuesto municipal), la participación a través de mesas ciudadanas (en las que el vecino toma la palabra y hace propuestas, sugerencias, aportaciones), la votación popular e, incluso, las iniciativas puramente ciudadanas, son sólo algunas de las manifestaciones o expresiones de esta innovación social.
9. Turismo sostenible. DTI, Destinos Turísticos Inteligentes
Uno de los sectores más influyentes en las ciudades y en el desarrollo de las mismas es el turismo. España es el segundo país del mundo que más visitantes recibe -tras Francia- y duplica casi su población (más de 80 millones de turistas anuales). Para contener el mismo, se hace necesario planificar y estructurar el turismo -sobre todo en algunas zonas donde se encuentra ciertamente masificado- para tratar de hacerlo sostenible y llevadero para los ciudadanos residentes. Para esto, se ha creado el concepto de Destino Turístico Inteligente (DTI), con una batería de indicadores que estas smart destinations, como así se denominan, puedan serlo cumpliendo con los requisitos que las hacen inteligentes.
Los destinos inteligentes se encaminan a la sostenibilidad con gestión de infraestructuras, del transporte, de residuos, etc.
Las principales actuaciones que deben llevar a cabo estos destinos turísticos, van encaminadas hacia la sostenibilidad por medio de varios enfoques: gestión de infraestructuras, del transporte y la logística, de los residuos y vertidos, del ciclo integral del agua (este hecho es importante, puesto la escasez del recurso puede hacer que los turistas no vuelvan, como ya ha acontecido en el pasado, en Levante, por ejemplo), y de la energía, del mismo modo. La planificación de cara al turismo es fundamental, puesto sin una previsión correcta de la llegada de visitantes, no se podrá dar un servicio excelente. Aquí entran también los planes de evacuación ante cualquier imprevisto, desastre o catástrofe; el acondicionamiento de viales para la llegada de turistas, la seguridad ciudadana, etc.
El turismo sostenible o ecoturismo no es sólo para las ciudades, de hecho, para ellas es un reto. Está más desarrollado en entornos rurales. Pero las urbes deben abogar por esta sostenibilidad del sector, monitorizando y llevando a cabo acciones para ello. Por parte de la hotelería y hostelería tienen planes estratégicos, de comunicación, de protocolo, de gestión de recursos que hacen más llevadera la explotación de sus establecimientos. Algunos ejemplos de buenas prácticas son: concienciación en el uso de agua y energía, reutilización de elementos básicos, reciclaje (muy importante), neutralización de plásticos, movilidad compartida, utilización de productos kilómetro “0” -productos locales para la gastronomía o artesanía-, uso de energías renovables y autoconsumo, entre un sinfín de acciones.
10. Posibilitar la salida, repoblación de entornos rurales
Una de las principales acciones, y de las que menos se habla, es la posibilitación de la salida de población hacia entornos rurales. Las ciudades están atestadas, dar una alternativa es la clave. Las oportunidades en el medio rural son enormes, en muchas de las zonas geográficas, máximas, al igual que en los entornos urbanos. Ofrecer las mismas condiciones en el entorno rural que en el urbano es el objetivo, algunas regiones de nuestro país están apostando fuertemente por ello. ¿Qué se necesita? Se necesita una buena conexión -en todos los sentidos-: 4G, a Internet, en infraestructuras, transporte, movilidad. Se necesitan unas buenas condiciones de habitabilidad (en las zonas rurales están las mejores). Se necesita la posibilidad de tele-trabajar, el teletrabajo es un aspecto básico en nuestros días. Se necesita la llegada de nuevos habitantes, nuevos pobladores rurales, neocolonizadores o repobladores. Se necesitan, básicamente, las mismas oportunidades que en el medio urbano.
Teletrabajo, 4G y otras iniciativas para posibilitar la vida en entornos rurales es necesaria
La despoblación es acuciante en nuestros días, muchas de las regiones geográficas sufren este fenómeno o hándicap. Contamos con tres de las provincias más despobladas de Europa en nuestro país: Cuenca, Soria y Teruel. Pero no son las únicas, todas las comunidades autónomas adolecen de despoblación en menor o mayor medida. No hablamos de limitar la llegada de habitantes a las ciudades, pero sí de ofrecer unas condiciones similares, cada uno podrá elegir dónde asentarse. Los problemas de la despoblación además no son hechos triviales, suponen una serie de cambios que harán inhabitable la ciudad también: descenso de la producción de alimentos, pérdida de biodiversidad, erosión de los suelos, incendios, menor atención a recursos hídricos, urbanización descontrolada, conflictividad social, disminución de la calidad de vida, etc.
Pablo Rodríguez Bustamante es socio consultor en Geocyl.
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