Una rambla es el cauce que forman las aguas cuando llueve, en particular cuando lo hace de manera torrencial y en zona costera. Cualquier rambla de Alicante o de Valencia, en pleno agosto, lleva meses seca. Pero la rambla del Albujón -ubicada al sur de la localidad murciana de Los Alcázares- que termina en el Mar Menor tiene estos días un caudal de 176,81 litros por segundo. Este “milagro” de un pequeño río en una rambla donde no llueve se debe al agua proveniente del regadío y está cargada de nutrientes.
En 2016 saltaron todas las alarmas cuando se produjo, por el exceso de nutrientes en la laguna litoral, un episodio de eutrofización que se conoce como sopa verde. En 2019, el mismo problema sumado a la presencia de muchos sedimentos empujados por la gota fría que sacudió Murcia y las altas temperaturas, causaron un episodio de anoxia, el agua se quedó sin oxígeno, lo que provocó la muerte de miles de peces del mar. Desde entonces, poco ha cambiado. El mar no ha muerto, la vida volvió a sus aguas, pero ante la ausencia de una solución expertos y vecinos creen que lo que pasó en 2016 y 2019 está cerca de volver a suceder.
El Mar Menor sigue al límite, de hecho se sobrepasa ese límite, por eso en la rambla del Albujón hay agua. El exceso de regadío y su deficiente gestión hace que el agua sobrante de la agricultura baje por las ramblas hasta el mar y bajo tierra. Un agua que según explica el hidrogeólogo Francisco Turrión debería ser canalizada para su depuración y reutilización. Desde hace años una estación de bombeo instalada junto al cauce de la rambla procesa de manera intermitente y errática el agua del riego que baja antes de que termine en el mar. Esta infraestructura se creó para devolver el agua al sistema y ser reutilizada, pero no cumple esa función.
Ahora mismo es visible cómo el cauce cargado de nutrientes desemboca directamente en el mar. Los juncos crecen hasta la orilla del mar gracias a la abundante agua dulce de la rambla. "Aquí hicimos una de nuestras primeras acciones de protesta en los años 90", recuerda el ecologista Pedro García, director de la Asociación de Naturalistas del Sureste, ANSE. Entonces el problema era que los nutrientes que entraban en el Mar Menor causaron la proliferación de medusas. "Ese problema ya no existe, ya no hay medusas, pero los nutrientes siguen bajando por la rambla del Albujón", afirma. "El Mar Menor es un ecosistema vivo y frágil, los problemas cambian", añade.
El viernes por la tarde los vecinos de las localidades costeras del Mar Menor se manifestaban por enésima vez convocados por la plataforma Pacto por El Mar Menor. "Los últimos informes científicos corroboran lo que venimos denunciando desde hace semanas: altísima turbidez debido al aumento de la clorofila y, baja salinidad y niveles muy bajos de oxígeno disuelto", afirman en un comunicado. Así se puede comprobar con los datos del Informe de seguimiento del estado ecológico del Mar Menor de julio de este año del Canal Mar Menor.
"Como se ha venido advirtiendo reiteradamente, la permanencia de las fuentes de estrés y la falta de infraestructuras y acciones que limiten o eliminen las amenazas y presiones que desencadenaron el proceso de eutrofización hacen que la respuesta futura del ecosistema sea incierta o pueda estar abocada a una nueva rotura", asegura el texto que firma Ángel Pérez‐Ruzafa, biólogo del departamento de Ecología e Hidrología Universidad de Murcia.
Es un ciclo que se repite. El exceso de agua de regadío llega al mar, este empeora, el turismo se ve afectado, los vecinos protestan. Las autoridades insisten en que están en ello, pero la solución no llega.
Desde 2016 el sector agrícola ha sido señalado como el principal responsable de la situación. Para Julio Barea, responsable de Agua de Greenpeace, el aumento desmesurado de regadío en las inmediaciones del Mar Menor es el responsable del deterioro de la laguna. "En esta zona hay 43.000 hectáreas de regadío legales, pero se admite que hay 60.000 hectáreas más", un uso sobredimensionado que desequilibra el sistema hídrico. A esto se añade el uso de fertilizantes y la deficiente depuración de las aguas residuales del regadío. Muchos agricultores toman agua subterránea que tienen que desalar, pero la salmuera -la parte de agua que no se puede desalar- termina en el mar.
Durante años ha habido dejación administrativa y actitudes permisivas, por todas las administraciones"
JULIO BAREA, GREEMPEACE
Pero la agricultura no es la única responsable de la situación del Mar Menor, Barea señala también la mala gestión de purines -deshechos de granjas- y la modificación del territorio que ha causado que cuando han llegado las lluvias torrenciales todos los materiales y sedimentos cargados con contaminación hayan terminado en el mar. El exceso de asentamientos humanos también afectaba al Mar Menor, por aguas residuales descontroladas, pero este aspecto ya se ha controlado.
A la compleja situación ecológica afectada por sectores con intereses cruzados como son la agricultura y el turismo hay que añadir el entramado institucional y competencial de España. La agricultura y el turismo recae en la Comunidad Autónoma de Murcia pero la gestión del agua recae en la Confederación Hidrográfica del Segura, que depende del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). "Durante años ha habido dejación administrativa y actitudes permisivas, por todas las administraciones", asegura Barea.
Desde octubre de 2019 el ministerio tiene en marcha una hoja de ruta para intervenir en el Mar Menor. Sus actuaciones están dirigidas a reducir los aportes de contaminantes a las aguas tanto superficiales como subterráneas, así como a evitar modificaciones de los ecosistemas litorales, según el MITECO. Intervenciones que recoge en el Informe de situación de las actuaciones para la recuperación del Mar Menor. Según los datos del ministerio se han puesto en marcha 461 expedientes sancionadores desde 2018 por uso privativo de aguas sin autorización (regadío en zonas sin derechos inscritos en el Registro de Aguas o regadío fuera del perímetro aprobado). La superficie que ya ha sido objeto de resolución sancionadora es de 4.275 hectáreas, mientras que la superficie denunciada, pero todavía sin resolución, es de 3.414 ha.
Nos culpabilizan hasta el punto que da vergüenza ser agricultor aquí en la zona"
Santiago Pérez, Agricultor
"Desde 2016 todas administraciones han apuntado a la agricultura y se ha iniciado una presión hacia nosotros, en parte justificada, pero que si no se hace a otros organismos y sectores industriales el Mar Menor no mejora nada", explica el agricultor Santiago Pérez. Para él la situación ha empeorado porque, afirma que "al no extraerse agua del acuífero está causando que su nivel sea más alto y llegue más agua al Mar Menor". Con todo, asume que la regulación que se ha iniciado desde la crisis 2016 hacía mucha falta en cuanto a cierre desaladoras ilegales para uso agrícola, pero reclama otras actuaciones, que no recaiga todo sobre los agricultores "y culpabilizarnos hasta el punto que da vergüenza ser agricultor aquí en la zona", se lamenta.
Una de las soluciones que están sobre la mesa es drenar el acuífero para que no rebose agua contaminada por el subsuelo hacia el mar. Para eso hay dos opciones en debate, usar los pozos existentes o hacer otros nuevos. Francisco Turrión, hidrogeólogo, apuesta claramente por usar la infraestructura existente. Según este experto unos pozos nuevos sólo beneficiarían a la empresa que acometa la construcción y al Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo Segura (SCRATS), que serían los encargados de distribuir el agua.
Desde su punto de vista la situación no se puede solucionar "en contra de los habitantes de la zona, sino con su ayuda. Se ha mandado un mensaje a la opinión pública de que los regantes, de que los pequeños agricultores, son unos criminales medioambientales". Él es partidario de que los agricultores tengan sus pozos, que estén controlados y que no tengan que depender de lo que denomina el "oligopolio del agua, los que la distribuyen", en referencia al SCRATS.
Para el responsable de la organización ecologista ANSE, Pedro García, son múltiples los factores que han enquistado la situación del Mar Menor. En reto no sólo está controlar el agua de regadío y dar con un sistema de gestión de agua que tienen que equilibrar con agua que viene del trasvase y la que sale de los pozos. Un sistema que tiene que satisfacer a la agricultura y al turismo.
Hemos tardado demasiado tiempo en actuar, la naturaleza nos está devolviendo la moneda de lo que le venimos haciendo"
Pedro García, director de Asociación de Naturalistas del Sureste, ANSE
"Todo esto en una situación política en la que las administraciones no se llevan bien, los investigadores no se ponen de acuerdo, los órganos de participación se han roto y en un momento de gran incertidumbre para el futuro en el que no se sabe qué va a pasar con el cambio climático que hace que tengamos más lluvias torrenciales, subidas puntuales del nivel del mar derivados de tormentas en una zona costera", repasa el ecologista.
"La gente está asumiendo que hemos tardado demasiado tiempo en actuar, la naturaleza nos está devolviendo la moneda de lo que le venimos haciendo durante muchas décadas y las soluciones ni son mágicas, ni son inmediatas, ni son definitivas. Pero se tienen que poner en marcha, el problema es que mientras se discute lo que se hace los problemas siguen llegando al Mar Menor y el Mar Menor nos sigue devolviendo la moneda y afectando a sectores muy importantes como el turismo", concluye.
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