El movimiento global de jóvenes -desdeñado y caricaturizado por unos y ensalzado y animado por otros- se ha convertido en un actor indiscutible de las Conferencias de Partes. Desde 1995 que se celebran cumbres la presencia de ecologistas estaba asegurada en las calles del lugar donde tenía lugar el encuentro, pero las dos últimas cumbres, la de Madrid y la de Glasgow han puesto de relieve la importancia de la voz de los jóvenes. Una generación que sabe que va a convivir con los cambios anunciados por la ciencia en el planeta. Y su sentencia en las movilizaciones de este fin de semana es clara: para ellos, de momento, sólo hay “bla, bla, bla”.
Los jóvenes, en su papel de presionar, un rol que se alienta desde la propia COP26, consideran que la cumbre es -en palabras de Greta Thunberg, su principal rostro mediático- “una gran campaña de relaciones públicas de lavado de imagen verde”. Si bien gran parte de la cumbre está zanjada todavía hay margen para la mejora. Tras la primera semana más política, con grandes mandatarios mundiales por la cumbre, la semana que ahora arranca es la del detalle. Cuando los técnicos ministeriales se sientan a concretar acuerdos. Y aquí es donde todavía se puede mejorar. El gobierno británico que acoge esta cumbre tiene sus esperanzas puestas en esta segunda semana para hacer de la COP un éxito.
Además de que todavía se pueden producir avances en los documentos definitivos de la COP, en la agenda de la semana hay asuntos importantes que poner encima de la mesa, como la financiación a los países más vulnerables al cambio climático. Países que en su mayoría no han contribuido al cambio climático pero que sufren ya sus consecuencias. En la agenda destaca el día dedicado al trasporte y las emisiones, un día en el que los estados fijarán fecha a la electrificación de su parque automovilístico.
“En esta primera semana de COP26, hemos visto un rosario de anuncios pero con mucha letra pequeña, ambigüedad y omisiones. En general, sigue existiendo una brecha enorme entre los objetivos climáticos de los países y lo que pide la ciencia, así como entre las promesas variopintas y los hechos reales”, asegura Florent Marcellesi, portavoz de Verdes Equo y delegado de Los Verdes Mundiales en la COP26. “Aún así, si los gobiernos quieren que estas declaraciones de intenciones no se queden en mero lavado de cara verde, ya sea sobre el metano, la deforestación o la financiación de los combustibles fósiles, esperamos que los traduzcan en la mayor brevedad posible en leyes vinculantes al volver a casa. Y que la resolución final de la COP26 incluya algunos de estos anuncios, asegurando que los países se reúnan en un año para evaluar su puesta en marcha efectiva”.
Acuerdos agridulces en la cumbre del clima
Los anuncios que esta semana se han realizado son importantes, pero se han quedado cortos ante la ausencias importantes entre los ratificantes. La ausencia de China, Estados Unidos e India del acuerdo para reducir el uso del carbón lo deja en un fracaso, ya que son los países más emisores.
El acuerdo anunciado por la Unión Europea y los EEUU para reducir un 30% las emisiones de metano es un gran avance pero, igualmente, no ha sumado a China, Australia e India, considerados como principales emisores de metano.
Otro acuerdo histórico ha sido el compromiso de proteger las masas forestales del planeta pero que según los ecologistas ha dejado lagunas importantes como la falta de medidas para reducir la demanda de carne y productos lácteos industriales, “una industria que está provocando la destrucción de los ecosistemas a través de la producción ganadera y el uso de soja para la alimentación animal”, según denunció Greenpeace.
Además de los países presentes, un grupo de poderosas instituciones financieras, que tienen mucho que aportar a la hora de abordar la crisis climática, han acordado dejar de financiar combustibles fósiles en el extranjero a finales de 2022. Pero de nuevo el acuerdo pierde fuerza al detalle, el documento no afecta a los proyectos ya en marcha y tampoco lleva el apoyo de China.
Una buena noticia para la lucha del cambio climático es el enfoque de salud que ha adquirido la crisis climática. Tras la experiencia del Covid y ante la evidencia de que la salud es un asunto global y que las enfermedades infecciosas pueden aumentar por el calentamiento global, la aproximación de salud ha ganado peso en esta COP26 considerando al cambio climático como la principal amenaza para la salud, por delante del coronavirus.
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