La Cumbre del Clima que se está celebrando en Glasgow ha puesto al metano en el centro del debate sobre el cambio climático y más de cien países han adquirido el compromiso de reducir en un 30% las emisiones de este gas de efecto invernadero para 2030. La cuestión ahora es cómo.
Según datos del recién creado Observatorio Internacional de Emisiones de Metano (IMEO), el 32% provienen del ganado, el 23% de los combustibles fósiles, el 20% de los desechos, vertederos y aguas residuales, el 12% de la minería de carbón y el 8% del cultivo de arroz. Este observatorio cree que el sector con mayor margen de reducción es de los combustibles fósiles y ahí es donde centrará la mayor parte de sus esfuerzos.
En el escalafón siguiente está la ganadería, una industria que viene siendo señalada en los últimos años por asociaciones ecologistas como uno de los grandes culpables del cambio climático. El problema es que la ganadería industrial y las macrogranjas fue la solución más barata y sencilla que encontró la industria en el siglo XX para alimentar a una población mundial que no dejaba de crecer. Si en 1950 había 2.500 millones de personas en el planeta, la cifra está ahora a punto de llegar a 8.000 millones. Y todas tienen que comer.
Además, está la cuestión económica. Solo en España, el sector ganadero-cárnico mueve 42.000 millones de euros al año y sostiene unos 700.000 empleos, según datos de 2020 de la Asociación Empresarial Cárnica. Por lo tanto, es un asunto más que delicado: ¿cómo puede reducir la ganadería sus emisiones de metano sin que falte comida y sin dañar la economía?
Greenpeace apuesta por un cambio de dieta
Desde la ONG abogan por un cambio a todos los niveles, pero creen que la principal revolución en este sentido tiene que ser cultural en España. "Aquí hemos pasado de comer cosas con carne a comer carne con cosas y ahí está la raíz del problema", grafica Luis Ferreirim, responsable de la Campaña de Agricultura en Greenpeace España. "Una dieta de salud planetaria, buena para nuestra salud y para la del planeta, marca 300 gramos de carne a la semana. Y en España comemos unos 275 gramos cada día", añade.
Su compañera Reyes Tirado, científica de Greenpeace Internacional, matiza que desde la ONG no se pide que se deje de consumir carne. "Pedimos que se consuma de una forma razonable. Que comamos menos, pero que sea mejor, de una ganadería sostenible".
"La agricultura y la ganadería han tenido muy poco foco. Hay mucho lobby. Queremos que se incluya en las negociaciones del clima", dice Reyes Tirado
Foto: Pedro Armestre/Greenpeace
"Nosotros hemos calculado que para 2050 hay que reducir la producción y el consumo a nivel global en un 50%. Pero como hay muchos países con nutrición deficiente que tienen que aumentar el consumo, los países del primer mundo tienen que hacer un esfuerzo mayor. España debería reducir la producción y el consumo de carne en un 70% para 2050", añade.
La Administración Pública tiene que jugar un papel muy importante en esta transformación, según Greenpeace. "Si adoptaran este modelo de dieta en colegios, hospitales, cárceles, comedores sociales... sería un motor de cambio y ayudaría a concienciar", opina Luis Ferreirim.
Lo que dice el sector ganadero
Desde el sector ganadero y cárnico de España entienden que hay un problema con las emisiones de metano. "Entendemos que tenemos que hacer un esfuerzo importante de reducción y para ello es necesario desarrollar nuevas herramientas para ajustar la contribución y las emisiones de cada sector a la realidad", señala Javier López, director de Provacuno, la interprofesional de la carne de vacuno.
Alberto Herranz, director general de Interporc, del sector del cerdo, asegura que en España se "trabaja minuciosamente para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, hacer un uso más eficiente del agua y disminuir el consumo de energía y de plásticos". Además, añade, de 2005 a 2019 el sector porcino español ha reducido sus emisiones de metano procedentes de los estiércoles en nun 37,5%.
"Para seguir trabajando en estos ámbitos necesitamos inversión en investigación e innovación. Nosotros estamos dispuestos a apoyarla, pero necesitamos también un esfuerzo público", dice Javier López
Foto: Pedro Armestre/Greenpeace
Desde el sector apuntan a que es necesario seguir innovando en la alimentación de los animales y en las tecnologías de gestión de los estiércoles. No obstante, creen que las emisiones de metano se están sobreestimando.
"Creemos que van a llegar al mercado tecnologías diversas que van a hacer posible conseguir los objetivos. Para seguir trabajando en estos ámbitos necesitamos inversión en investigación e innovación. Nosotros estamos dispuestos a apoyarla, pero necesitamos también un esfuerzo público", indica Javier López, de Provacuno.
Muchas empresas del sector están invirtiendo ya en productos de proteína alternativa, es decir, alimentos proteicos de laboratorio. "Pero no están poniendo mucho énfasis", señala la gerente de campañas de la ONG Changing Markets, Alma Castrejon-Dávila. "Por ejemplo, la empresa brasileña JBS ha invertido 400 millones en estos nuevos productos, pero a la vez pone 1.400 millones para la ganadería intensiva. Invierten, pero no de la forma en la que deberían. Tiene que haber un cambio en ese modelo".
¿Por qué contamina tanto la ganadería industrial?
"La respuesta es sencilla. Por los gases, eructos y los pedos de las vacas, su aparato digestivo. Pero también están todos los estiércoles, y no solo de vacas, también de cerdos, de pollos....", responde Reyes Tirado, científica de Greenpeace Internacional.
Sin embargo, según apuntan desde la ONG, esta práctica tienen también unos efectos devastadores en el ecosistema local. "Muchas veces se habla de la ganadería industrial y el metano, pero luego está la contaminación del agua. Hay pueblos que están sin agua potable por culpa de las macrogranjas", añade Luis Ferreirim. "Tenemos un problema sistémico y hay que reforzar el control. La situación es realmente grave".
El gran problema que ven es la falta de una palanca legal para poner freno a la expansión de la ganadería intensiva. En Soria hay un proyecto para una macrogranja de 23.500 vacas, que sería la más grande de España y de Europa. "Sería una fábrica de cambio climático", indica Luis Ferreirim.
"El problema es que la agricultura se sigue viendo como un motor económico. El sector cárnico es el cuarto sector de España y genera muchos beneficios para España. Seguimos mirando más al PIB, pero seguimos sin levantar la cabeza y sin ver los retos en los que estamos inmersos", añade el experto de Greenpeace España.
"La agricultura y la ganadería han tenido muy poco foco", comenta Reyes Tirado. "Hay mucho lobby y queremos que se incluya en las negociaciones del clima, que haya unos compromisos vinculantes respecto al metano. Si hablamos de medidas voluntarias, deja a los empresarios fuera de toda responsabilidad".
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