Después de que la lava haya arrasado mil hectáreas y más de 2.000 edificios, el drama del volcán de La Palma puede escalar en los próximos días con la llegada de la lluvia a la isla canaria. Las miles de toneladas de ceniza que se amontonan en valles, carreteras y casas adquirirán una enorme capacidad destructiva en contacto con grandes cantidades de agua.
"Es lo que faltaba", advierte David Calvo, portavoz del Instituto Volcanológico de Canarias, el Involcan. "No hay ningún aspecto positivo de que venga la lluvia ahora a La Palma. Una lluvia débil no te va a ayudar a limpiar y una lluvia torrencial... vamos a alucinar. Porque se pueden formar ríos de lodo que arrastran todo lo que pillen".
Según las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), no se esperan lluvias torrenciales de momento. Para los próximos días hay una probabilidad baja de lluvia, pero para el fin de semana pueden calculan un 70% de probabilidad. En los últimos días ya ha habido algún percance con lluvias débiles, como el colapso de un invernadero, y el problema puede ir a más.
Un metro cúbico de ceniza seca pesa algo más de dos toneladas, pero se multiplica en contacto con el agua. Muchas casas y naves industriales pueden colapsar
Foto: Kike Rincón/Europa Press
La ceniza fina, más peligrosa
El Instituto Geológico y Minero de España IGME-CSIC ha estado haciendo ensayos sobre el terreno para ver cómo responde la ceniza en contacto con el agua. "Si cae sobre el lapilli (ceniza cuyos fragmentos de basalto tienen más de dos milímetros de espesor) habrá poco problema porque son como esponjitas y absorben mucha cantidad de agua", explica la vulcanóloga Juana Vegas, del IGME-CSIC. "Pero problema gordo viene con la ceniza fina. En ese caso la lluvia generará escorrentía y coladas de barro y lodo".
El lapilli se encuentra en las zonas próximas al volcán, mientras que la ceniza fina está en zonas más alejadas. Casi todas las imágenes de casas sepultadas y valles cubiertos de negro que han aparecido en los medios son de la zona de Las Manchas, llena de ceniza fina. En algunos lugares el espesor es de más de un metro y los expertos advierten de que es imprescindible retirar la ceniza de techos para evitar colapsos. El problema es que el volcán no descansa y lo que un día está limpio a la mañana siguiente está de nuevo cubierto por la ceniza.
"Los ríos de lodo son peligrosísimos porque arrastran piedras, troncos, puentes, árboles... todo lo que pille a su paso", dice David Calvo
Foto: Kike Rincón/Europa Press
Dos escenarios: uno malo y otro peor
"Las autoridades deberían trabajar en dos escenarios", continúa David Calvo, portavoz del Involcan. El primero sería en el caso de una lluvia débil y el agua no fluiría porque quedaría absorbida por la ceniza. Lo que sí hará será incrementar considerablemente su peso. Un metro cúbico de ceniza seca pesa algo más de dos toneladas. "Pero se multiplica si se moja. En ese caso, hay mucho riesgo de colapsos en casas y naves industriales. Si algunos techos se han caído con el peso de la ceniza seca, imagínate si se pone a llover...", añade.
El segundo escenario pone casi los pelos de punta. "La madre del cordero", suspira David Calvo. "Como haya lluvias torrenciales lo lógico es que arrastre toda la ceniza y se formen flujos de lodo". Lo que se conoce en la vulcanología como lahares, un término acuñado en Indonesia cuando tras la erupción de un volcán llegan lluvias tropicales. "Esos ríos de lodo son peligrosísimos porque arrastran piedras, troncos, puentes, árboles... todo lo que pille a su paso. Muchas veces estos lahares son los causantes del mayor número de víctimas en un volcán una vez la erupción termina. La suma de cenizas y agua es un problema muy gordo.".
Juana Vegas destaca otro aspecto que juega también en contra de La Palma: su orografía. "Además de ser la isla donde más llueve, tiene una enorme pendiente y muchos barrancos, lo que facilita el discurrir del agua desde las zonas altas hasta la costa", indica. Si llega mucha lluvia, el paisaje puede actuar como una especie de tobogán para los ríos de lodo. Además, el sistema de alcantarillado también podría sufrir porque el verano ha sido muy seco y las cenizas han provocado que esté más sucio de lo habitual.
La lluvia puede dejar además imágenes espectaculares en las coladas, generando inmensas columnas de humo como las que se ven cuando la lava llega al mar. "Al entrar en contacto con la lava, lógicamente se evaporará de forma bestial. Además, los campos lávicos que están parados siguen teniendo una gran temperatura y también generarán columnas de vapor. Habrá quién piense que se estén reactivando las coladas".
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