La Finca de Peñalajo, cercana a Sierra Morena y ubicada entre Santa Cruz de Mudela y Almuradiel en Ciudad Real, es un lugar de peregrinaje de amantes de la fauna silvestre. La finca trabaja desde hace años con WWF en su programa del lince ibérico. Parte de sus instalaciones están abandonadas y su pajar se ha convertido en un refugio natural para linces.

En este pajar de la finca ya ha se han tenido lugar seis alumbramientos de linces favorecidos por la ausencia de humanos. Pero las cámaras trampa de WWF acaban de recoger el excepcional hecho de grabar el nacimiento de seis cachorros de lince a la vez, no de una madre, sino de dos hembras distintas. Se da la circunstancia de que ambas hembras nacieron en este pajar, razón por la que se sienten tan cómodas, que son madre e hija. 

“Son linces salvajes, la finca no es un centro de cría de linces. Es una quesería y tienen ovejas, lo que pasa es que esta finca tenía este pajar abandonado y resultó ser muy atractivo para los linces”, explica Ramón Pérez de Ayala responsable del programa de Especies de WWF. “Ha ocurrido más veces, los linces usan edificios abandonados porque les protege del calor y del frío”, añade.

Los responsables de la ONG pensaron que se trataba de una hembra pero su sorpresa vino cuando comprobaron que eran dos hembras que estaban criando juntas los cachorros siendo tres cada una. 

En 2022 se hay censados en la península 1400 linces ibéricos. En 2002 eran 100. “Es una cifra muy prometedora pero el trabajo todavía no está hecho. Hay que seguir trabajando hasta llegar  a multiplicar por 3 la población, a la vez que conseguimos rebajar al mínimo sus amenazas, los atropellos y el furtivismo”, asegura Antón Álvarez de WWF.

Según los cálculos de la organización ecologista se necesitan 750 hembras reproductoras en la población para sacar a la especie de su zona de peligro de extinción. Según un reciente estudio de WWF esto ocurriría en 2040.