Rebeca Atencia (Ferrol, 1977) siempre se ha sentido más cómoda con los animales que con las personas, pero a base de convivir con los chimpancés ha comprendido muchos de nuestros comportamientos en sociedad. Doctora en Veterinaria por la Universidad Complutense de Madrid trabajó en zoológicos antes de ir a África con la idea de liberar al mayor número de chimpancés que pudiera. Allí estaba en el año 2005 cuando la conocida primatóloga y Premio Príncipe de Asturias 2003, Jane Goodall, llegó al centro de reintroducción de Help Africa, la organización para la que trabajaba, buscando ayuda porque su centro de recuperación de chimpancés estaba saturado. “Fue como cuando algo hace clic”, nos cuenta Atencia. Ese clic, entre el fichaje y el flechazo, condujo a la española con Goodall y ahora es la directora y veterinaria jefe del Centro de Chimpancés del Instituto Jane Goodall en Tchimpounga, Congo.
Vive entre el país africano y España, cuando no se tiene que ir a rincones del mundo a buscar chimpancés que necesitan ayuda. “A Jane le llegan peticiones de todo el mundo y allí voy yo”. Desde hace dos años sus hijos que no llegan a preadolescentes viven con ella y su madre que cuida de ellos mientras viaja. “Me cuesta que se pongan los zapatos”, asegura. Su infancia la pasaron en la selva y se adaptan poco a poco a la vida de Madrid. Ella también tiene que acostumbrarse. Su trabajo es 100% en Congo, hace videoconferencias constantemente con África para dirigir la organización.
“Mi vida es como la película de Avatar; cuando estoy en España estoy en comunicación con la gente de allí, me meto en una cápsula y estoy con mi personaje de Congo, pero luego salgo de aquí y claro, yo tengo vecinos y hablo con ellos y me preguntan qué tal el día y yo les cuento que hoy un hipopótamo ha asustado a todos los chimpancés y uno ha desaparecido. Claro, me miran con cara de qué me estás hablando. Pero es que es mi realidad, que es que estoy aquí, pero yo estoy en otro país”, relata.
Su vida no es común, en nada. Pocas personas llaman a su hijo con el nombre de un amigo chimpancé, Kutú, que le salvó la vida. Otro chimpancé le había mordido el cráneo: “Escuché un ‘crack’ y estaba en mitad de la selva. Kutú me protegió, se puso en medio y me defendió y eso marca para toda la vida”.
Jane Goodall protagoniza la serie documental Jane Goodall: La esperanza de los chimpancés que emite el canal Odisea, en ella dice que “los chimpancés han tenido mucha suerte con Rebeca”. Es su sucesora y quien va a heredar la responsabilidad de dar la cara una especie amenazada por la deforestación. Son científicas, son conservacionistas y son activistas: “La gente puede salvar los chimpancés fijándose en las etiquetas de lo que compran”, afirma Rebeca Atencia. "El aceite de palma está deforestando las selvas y no se pueden recuperar plantando un árbol". Nos lo dice a nosotros, sus vecinos de España, con su mente puesta en Congo y su corazón entregado a los chimpancés.
Socialmente aprendí un montón sobre comportamientos que debo tener en una sociedad humana gracias a los chimpancés
Rebeca Atencia
P: ¿Cómo es vuestro trabajo en África?
R: Tras un tiempo en el que crecimos mucho, entré en crisis porque éramos 150 trabajadores y nos llegaban muchos chimpancés al año. Entonces empecé a delegar. Empezamos a poner a gente local en puestos clave del proyecto y vamos poniendo a responsables en cada zona. Lo que hemos aprendido en Congo es un éxito y nos vamos a expandir. Antes nos llegaban muchos chimpancés por las matanzas. Pero empezamos a abordar el problema trabajando en la educación y en la capacitación de las autoridades con formación y medios, porque de nada vale una ley si no se aplica y formar también a los trabajadores locales, enfermeros, para poder dar el mejor cuidado de los animales cuando se rescatan. Es decir, que salvemos a muertos, porque están muertos cuando llegan. Muchas veces hemos llegado a hacer transfusiones de sangre de chimpancés, una cosa que nunca se había hecho y lo hemos hecho para salvar esas vidas.
P: ¿Con la estructura del Congo se han materializado la ambición proteccionistas de Goodall?
R: Empezó en Tanzania, su gran impacto fue describir el comportamiento de los chimpancés, demostrar que eran muy similares a nosotros, casi como un hombre prehistórico. Jane hizo mucha observación, pero luego pasó a la etapa de activista al ver que estaban desapareciendo. En uno de sus viajes se encontró con chimpancés huérfanos y montó el centro de rescate. Cuando yo llegué dimos un paso más hacia la rehabilitación, para darles acceso a espacios más grandes de selva virgen y con la posibilidad de reintroducción. Y luego creamos la estructura organizativa y financiera.
P: ¿Tiene continuidad el proyecto de Goodall sin ella?
R: Sí, es muy triste decirlo, pero Jane igual que yo creé una estructura por si a mí me pasaba algo y no desapareciese el trabajo creado, ella hace lo mismo, tiene una estrategia para cuando ella desaparezca. Jane cree mucho en la gente, cree y tiene mucha esperanza. Habla siempre de lo que pasará en 15 o 20 años y lo que tendremos que hacer. Es un alma muy joven en un cuerpo muy viejo. Pero ella siempre habla de que tiene que seguir pasando el mensaje, que no le queda tiempo. Continuará, porque está dejando un legado, no sólo con trabajadores como yo, sino con muchos niños y personas del mundo entero que creen en la fuerza del ser humano para reconstruir lo que hemos destruido.
Jane es una luz de esperanza en un mundo que muchas veces solamente se habla de cosas tristes. Ella siempre saca el lado esperanzador
Rebeca Atencia
P: Dice Goodall en la serie que los chimpancés han tenido suerte contigo.
R: No he visto la serie, no puedo verla, es muy emocional para mí porque son muchos años de mi vida y no puedo, me pongo a llorar. Es horrible, no puedo.
P: ¿Con qué te quedas de tu experiencia con Goodall?
R: Me siento afortunada de haber podido compartir estos tiempos con ella y crecer con ella y lo que seguiré compartiendo. Primero que Jane creyese en mí, porque cuando me encontró en la selva yo tenía veintitantos años, no hablaba casi inglés ni francés. Me encontró allí y vio algo en mí, creyó en mí y luego me siguió apoyando durante todos estos años. El hecho de que crea tanto en la gente se me pone la piel de gallina, de que crea tanta esperanza. Jane es una luz de esperanza en un mundo que muchas veces solamente se habla de cosas tristes. Ella siempre saca el lado esperanzador.
P: ¿Qué nos falta por conocer de los chimpancés? Porque tú vas descubriendo cosas nuevas con cosas con los años.
R: Descubro cosas nuevas en el día a día con ellos. Lo que más me sorprende de los chimpancés es lo parecidos que son a nosotros a nivel social. Yo desde muy pequeña era muy de animales y de rechazar un poco al ser humano. Al meterme en el mundo de los chimpancés, son animales como nosotros, pero de repente salen reflejados muchísimos comportamientos humanos a nivel social. Psicológicamente, socialmente aprendí un montón sobre comportamientos que debo tener en una sociedad humana gracias a los chimpancés. Cómo se integran en grupos, cada uno sabe cómo tiene que comportarse para ser aceptado, lo que es muy importante en nuestra sociedad humana.
Esto es lo que me han enseñado los chimpancés a nivel personal, cómo hay que actuar muchas veces en un mundo social que es muy, muy duro. Yo he visto comportamientos que del juego social que he podido yo aplicar en el mundo de los humanos, tampoco es que sea muy social [ríe], se parecen mucho a nosotros en ese aspecto.
P: Vives a caballo entre Congo y España.
R: Y otros muchos países, porque yo estoy viajando. Por ejemplo, el mes pasado estuve rescatando chimpancés en Guinea Bissau y luego en Angola. En Guinea Bissau de rescate cuatro y en Angola ocho. Me llaman de otros países, incluso en España, el año pasado apoyé al rescate de una chimpancé en España, que estaba en Campello. Te llaman de otros sitios cuando, de repente, empiezas a tener éxito con el proyecto y más cuando trabajo con Jane Goodall. Y todos los mensajes que le llegan me los redirige.
Tengo mi base en España, pero voy moviéndome, no paso casi ni un mes entero en un sitio, sino que viajo. Mi vida es como una película de Avatar; cuando estoy en España estoy en comunicación con la gente de allí, me meto en una cápsula y estoy con mi personaje de Congo, pero luego salgo de aquí y claro, yo tengo vecinos y hablo con ellos y me preguntan qué tal el día y yo les cuento que hoy un hipopótamo ha asustado a todos los chimpancés y uno ha desaparecido. Claro, me miran con cara de qué me estás hablando. Pero es que es mi realidad, estoy aquí, pero estoy en otro país.
P: ¿Y tu familia?
R: Tengo dos niños y me los traje aquí. Fue la razón para estar entre Congo y España, porque estaban muy asalvajados en Congo. Tengo que pasar tiempo con ellos y mi madre me ha ayudado, porque estoy separada, cuando tengo que viajar. Pero mis hijos tenían que irse de Congo. Todavía me cuesta lo de los zapatos, es una cosa que es que no entienden y ya tiene once años. Siempre que salimos de casa o tengo que ir a un supermercado no puedo salir porque están descalzos, no lo entienden. Es una locura, y cómo voy explicar esto a la gente van a decir que soy una maltratadora de niños, suena marciano.
Cuando voy al Congo no paro quieta. En una semana estaré allí, pero antes de ir al centro tengo que ir a mover unos gorilas y recoger un macaco. Después de ir al centro tengo que ir a una reserva de mandriles. Estoy moviéndome todo el tiempo por Congo.
Kutú ([un amigo chimpancé) me protegió, se puso en medio y me defendió y eso marca para toda la vida. De hecho, le puse a mi hijo su nombre.
Rebeca Atencia
P: Sí que suena marciano.
R: La gente piensa que estoy loca [ríe], menos mal que hay fotos que demuestran que es verdad. No soy famosa, pero si alguien duda de que es verdad hay alguna foto.Parece que estoy hablando de otro planeta, pero es una realidad. Mis hijos son afortunados por haber visto esto, este verano vino un elefante salvaje que se metió en el río y todo y estábamos en una barca nosotros [ríe].
P: Cuando llegaste decías que solo querías reintegrar en la selva a los chimpancés, pero luego descubriste que están muy felices en el centro
R: Fue un descubrimiento, fue entender lo que es la libertad. Para mí es muy importante en ese aspecto de la libertad y el concepto que tenemos de libertad y la libertad de verdad. Yo he trabajado en zoos antes de ir a Al Congo, yo decía quiero darles la libertad en la selva a los chimpancés y tal, pero al final, cuando intentas reintroducirlos no funciona siempre, para ellos su libertad es estar con su familia y muchas veces no. Así que algunos prefieren ir a buscar fruta ellos solos y otros no. Se estresan mucho, estos chimpancés vienen traumatizados porque han visto como matan a sus madres delante de ellos. Son huérfanos traumatizados y algunos tienen miedo a la selva cerrada, otros no. Están muy unidos a un individuo y si les separan se hunden, se cogen depresiones muy grandes.
Creo que he aprendido que la libertad es la libertad de elección donde quieren estar. Y yo lo comparo mucho con los humanos, con lo de vivir en una ciudad, vivir en el campo. Hay gente que su espacio de confort es estar en una ciudad con un piso que pueden bajar y tener una tienda adelante, para otros el confort es estar en el campo en mitad de la nada. Si los cambias, esa gente no va a estar, va a estar infeliz.
P: Cuáles son los peligros de la especie.
R: La principal causa de la desaparición de especies como chimpancés es la deforestación y la desaparición de las selvas. Es una cosa que pasa tan rápido que las selvas desaparecen y es la casa que tienen y no las puedes repoblar, es muy complicado. No vale con plantar otro árbol, es un ecosistema, un conjunto de sombras que un árbol está dando a otro para que crezca y no se puede repoblar. El tráfico ilegal de chimpancés, por ejemplo, es una consecuencia de la deforestación, lo chimpancés pierden su hábitat y entran en conflicto entre humanos y animales salvajes.
Es muy mono, pero está mejor en la selva
Rebeca Atencia pide que los periodistas tengamos cuidado con estas imágenes. "Incitan al mascotismo". Por más que nos gusten hay que evitar por todos los medios desear o querer tener uno, el tráfico ilegal de la especie es un drama, para que un bebé llegue a las manos de un caprichoso europeo tienen que matar a la madre del bebé chimpancé. Es muy mono, porque es un mono, no puede ser una mascota.
Nosotros tenemos una labor muy importante a nivel de evitar la deforestación, más que incluso salvar chimpancés, como lo hago yo en Congo, es evitar que ocurra, es evitar que desaparezcan las selvas. Y para eso lo más importante es que cada uno de nosotros seamos conscientes qué es lo que consumimos, qué tipo de madera compramos, si viene de la selva, si no viene de la selva, que venga de plantaciones.
Lo mismo con el aceite de palma, el aceite de palma viene de los monocultivos de palmeras que para plantarlas tienen que deforestar la selva. Entonces es lo mismo, cuando consumimos aceite de palma con muchísimos productos que están en el supermercado como Donuts y así, estamos participando en la desaparición de muchísimas especies en la selva, porque participamos en la deforestación. Entonces el consumo responsable de cada individuo tiene un impacto tan grande. Es lo que cambia el planeta.
P: ¿Si comes Donuts matas chimpancés?
P: Sí, eso mismo. Y cuando decides mirar la etiqueta y decir que no, estás salvando vidas de chimpancés y orangutanes. Para mí una cosa muy impactante fue cuando Nocilla retiró el aceite de palma porque yo iba hablando de la gente del aceite de palma 17 años y la gente no sabía lo que decía. Ahora las multinacionales están cambiando, están reaccionando y eso es simplemente por la fuerza que tiene el individuo. El individuo está cogiendo poder, las decisiones individuales están haciendo que las multinacionales cambien su forma de trabajar.
P: ¿Qué chimpancé ha sido el más que más te ha te has unido?
P: Tengo varios amigos, muy buenos amigos. Kutú me salvó la vida, me atacó un chimpancé que intentó provocar a un grupo para seguir atacando. Los chimpancés te pueden matar. Escuché un ‘crack’, me caía sangre por toda la cara y estaba en mitad de la selva. Kutú me protegió, se puso en medio y me defendió y eso marca para toda la vida. De hecho, le puse a mi hijo su nombre. Durante ese tiempo fue uno de mis mejores amigos.
Y luego tengo dos muy buenas amigas también: Kudia y Simbama. Kudia fue la primera chimpancé que me eligió como madre adoptiva. Los chimpancés se eligen cuando están huérfanos, están con el trauma para salir del trauma. Lo que hacemos es darles madres adoptivas, pero suelen ser congoleñas. Pero Kudia me eligió a mí como madre adoptiva y era muy complicado porque yo estaba trabajando siempre y no podía ir con ella, pero me eligió a mí y de una forma muy posesiva. Era un bebecito con necesidades y lo tenías que llevar a cuestas todo el día.
Claro, pero no podía ser la cuidadora, pero al momento que volvía a verme se agarraba a mí como una loca. Cuando llegó odiaba a los humanos, pasó un mes y medio, dos meses que no quería que tocara un humano. Yo le hice unos masajes y, de repente, sintió ese cariño y se estableció ese vínculo conmigo muy fuerte y me eligió como su madre adoptiva cuando yo no quería eso.
Sigue siendo una chimpancé muy distante con los humanos, pero cuando me ve siempre baja y tiene una forma muy peculiar de decirme hola, se pone a mi lado, pone su brazo sobre el mío como si fuese una colega. Kudia ya es adulta, pesa 55 kilos y vive en la selva, es muy bonito ver que se acuerdan de ti después de tantos años.
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