Los veranos calurosos y secos ya no son exclusivos de la península Ibérica, el clima del siglo XXI ha cambiado por la acumulación de los gases de efecto invernadero en la atmósfera. El pasado verano Europa vivió una importante sequía, la más grande en 500 años. Es seguro que no se va a tener que esperar tanto tiempo para que se repita. Algunas zonas de Europa no han salido de esa sequía y han pasado un invierno escaso en lluvias.
“Febrero terminó con situación de sequía y falta de humedad en los suelos en Francia, en el norte de Italia, Países Bajos, Bélgica y Reino Unido incluso en Irlanda, también en el sureste del continente en Rumanía y Bulgaria. Buena parte de Turquía y Grecia también tienen sequía con malas condiciones de humedad en el suelo y por supuesto el norte de África, la zona del Magreb, tiene una situación de sequía muy grave”, explica Rubén del Campo, Meteorólogo de la Agencia Española de Meteorología.
Respecto a cómo será la primavera “los pronósticos los modelos no se ponen de acuerdo no está nada claro para marzo, abril y mayo se puede decir que va a poder ser un poco más seca la primavera en la parte oriental de Europa donde ya hay sequía, pero no existe una tendencia muy clara en los modelos predictivos, pero sí que parece que desde final de mayo hasta finales de julio la zona oriental de Europa -donde ahora arrastran sequía- va a ser más seco. También en algunos puntos de Alemania, Bélgica, norte de Francia y sur del Reino Unido”, explica Del Campo.
Europa se enfrenta a un problema nuevo para muchos de sus habitantes. Álvaro Luna, profesor y coordinador del Grado de Medioambiente en la Universidad Europea, destaca la importancia de los episodios de sequía. “Es un problema que afecta a todo, a la economía y al medio ambiente, repercute en los precios de los alimentos. Con el cambio climático las sequías van a ser más recurrentes. Nosotros estamos acostumbrados pero llama la atención ver a Francia amarilla, sin su verdor, yo soy andaluz y crecí con el campo seco en los meses de calor, pero sorprende mucho verlo en Reino Unido”.
El problema de la sequía no es nuevo en España y se da la circunstancia de que España está mejor preparada que sus vecinos para la sequía. Eso sí, para las sequías de nuestro clima, no de las del clima cambiante. “España sí está acostumbrada a estos ciclos húmedos y más secos. En previsión de los periodos secos tenemos una infraestructura para el reparto del agua potable, pero Europa como no tiene cuando vienen estos períodos secos no tienen reservas”, explica Sergio Carrero del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC). “Nosotros estamos adaptados a nuestros ciclos de sequía actuales, pero no a una situación en la que las sequías son más intensas porque en ese caso acumular agua en superficie, embalses no será una solución porque la evapotranspiración será mayor”, aclara. Según Carrera en España con el cambio climático estamos más expuestos a los ciclos secos que son más frecuentes y los ciclos húmedos son menos y más cortos y estamos expuestos a la desertificación.
Para este experto la clave de nuestra mejor o peor adaptación a esta situación, en España o en Europa, depende de la frecuencia con la que se vayan a producir estos eventos de sequía.
El impacto del cambio climático en Europa
La afectación por las sequías no es igual en todo el territorio, varía según la región. “El verano pasado fue muy seco y el invierno ha dejado pocas precipitaciones en muchas partes de Europa. El periodo de más carga hídrica varía también de una región a otra. Por ejemplo el caso en España una vez desde final de mayo ya son meses muy secos así que quedan pocos meses para invertir la tendencia”, explica Carlo Buontempo, director Copernicus Climate Change Service (C3S).
Explica Buontempo que el hecho de que el invierno haya sido así de seco no está claro, todavía, a que haya sido debido al cambio climático. “Esperamos una disminución importante de las precipitaciones en el verano, pero no se esperaba una cosa tan dramática como hemos visto este invierno, pero es verdad que hemos tenido unas temperaturas muy altas este invierno y la desaparición de las nieves de los Alpes sí que está relacionado con el cambio climático, pero la ausencia de lluvias en invierno no se ve tan clara”.
El impacto de la ausencia de lluvia este invierno está todavía por ver. “La consecuencia de no tener nieve en algunas partes de los Alpes, en la parte sur de Suiza -donde se han encontrado con valores históricos de mínimos de nieve- se va a traducir en primavera y en verano en un problema porque la nieve juega un papel fundamental en los recursos hídricos disponibles”, afirma el responsable de Copernicus Climate Change Service.
El futuro de Europa es nítido para los científicos; la subida de las temperaturas es muy clara, sube la evaporación y el balance hídrico superficial empeora y esperamos sequías en verano. “El futuro será distinto al pasado, vamos a vivir en un clima muy distinto del que vivimos cuando éramos pequeños, o del tiempo de nuestros abuelos y esto significa que se tiene que cambiar toda nuestra mentalidad y nuestra forma de relacionarnos con el medio natural”, asegura Bountempo. “Tenemos que vivir en un clima distinto al que estábamos acostumbrados y por tanto la infraestructuras, las costumbres y la manera de vivir tendrá que cambiar”, añade.
Vamos a vivir en un clima muy distinto del que vivimos cuando éramos pequeños
Carlo Buontempo
Para este experto todos los países europeos se tienen que adaptar a la situación, “ya no estamos hablando de si el clima está cambiando o no, o si los humanos somos responsables o no”, para él eso está superado, ahora lo importante es la adaptación. En este sentido destaca la relevancia de la información científica. “Tenemos las herramientas para prever lo que está pasando y los datos juegan un papel súper importante en los procesos industriales y sociales, la información es clave para la adaptación”.
Los datos son tozudos, el pasado verano de sequía y récord de temperaturas fue el más fresco que vamos a vivir en relación a los del futuro. “A lo mejor no es una progresión lineal perfecta, pero si hacemos un promedio de los últimos diez años y los comparamos con cómo va a ser la temperatura media de los siguientes diez, serán los del futuro mucho más calurosos, es un patrón de calentamiento global clarísimo. Es un patrón que sabemos y que nos puede ayudar a adaptarnos y a tomar muchas decisiones”, concluye.
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