Los bosques de España ya no habitan en el clima en el que se implantaron en la península, nos recordaba en una entrevista Marc Castellnou, experto bombero que afirma que o se adaptan los bosques o el fuego los barrerá. Muchos bosques se desplazarán a cotas más altas en las que poder habitar pero que si no queremos que los bosques prendan las autoridades deben invertir en la gestión del territorio.
A los humanos nos pasa lo mismo, estamos en un clima que no es el que existía cuando nacimos y que será más caluroso según avancen los años. Nuestras ciudades no están hechas para este clima, se encaminan a las temperaturas del norte de África, algo que nos genera nuevos problemas de salud relacionados con la habitabilidad de los espacios donde vivimos y dónde trabajamos. En las ciudades el problema no es el fuego, son las olas de calor y, a diferencia de los bosques, en las urbes no se pierden árboles sino vidas humanas.
En 2003, 70.000 personas en Europa murieron como resultado del evento de junio-agosto, en 2010, se produjeron 56.000 muertes en exceso durante una ola de calor de 44 días en la Federación Rusa. Son precisamente los países menos acostumbrados al calor los que más padecen las olas de calor.
Evolución de la temperatura en las ciudades españolas 1978-2020
Los expertos consideran que la adaptación al cambio climático de nuestras ciudades es un problema al que los políticos no han prestado atención y que cuando entran siempre es por “parte de los políticos de izquierdas y eso es un error porque es un problema transversal que afecta a todo el mundo”, asegura Marta Olazábal del Basque Centre for Climate Change, en un encuentro con medios organizado por el Science Media Center de España. En este sentido, Podemos ha puesto sobre la mesa su propio plan contra la sequía y el calor y la vicepresidenta Yolanda Díaz ha anunciado que en los episodios de calor extremo anunciados por la Agencia Española de Meteorología (AEMET) será obligado parar para determinadas profesiones.
Según esta experta hasta la fecha la mayoría de los ayuntamientos ha trabajado en la línea de mitigación, esto es, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En este sentido las directrices europeas que marcan la obligatoriedad de crear zonas de reducción de emisiones -como Madrid Central- ha forzado su inclusión en la Ley de Cambio Climático que las ciudades de más de 50.000 habitantes tienen que cumplir.
“Sin embargo no hay ninguna directiva, ni ningún marco de actuación en materia de adaptación al cambio climático que obligue a las ciudades”, asegura. Según esta experta estamos en una fase muy preliminar en las que los gestores y técnicos están todavía aprendiendo de cómo puede ser la mejor forma de que afrontemos el problema.
Manuel Franco, investigador de la Johns Hopkins y la Universidad de Alcalá, es coautor de uno de los pocos estudios realizados sobre el impacto del calor en la salud en Madrid. En particular sobre la incidencia de las altas temperaturas en en episodios cardiovasculares. Según sus conclusiones -expuestas en el mismo encuentro de Science Media Centre- los grupos más vulnerables ante las olas de calor son las personas mayores y personas que desempeñan sus labores en la calle, principalmente varones migrantes.
Los problemas se cuelan en la agenda
Colegios sin aire acondicionado. La insólita ola de calor que vivimos en abril puso de relieve la necesidad de adaptar los colegios a las altas temperaturas. Los centros educativos carecían de aire acondicionado o ventiladores porque los cursos antes terminaban antes de la llegada del calor. Pero ahora los veranos se han alargado, según ha constatado la AEMET, y lo han hecho quitándole días a la primavera.
Según Olazábal la respuesta que se da a este problema carece de dirección. No hay pauta a nivel nacional, Andalucía abrió la mano en la reciente ola de calor para que no fueran los niños a los centros. Los colegios de las ciudades son superficies de asfalto que acumulan calor, “se necesitan más zonas arboladas en los centros y en los alrededores”, recomienda esta experta. La mayoría de las actuaciones actuales son improvisaciones que colegios y padres hacen para mejorar las condiciones de los espacios.
Más árboles. La demanda de zonas verdes por parte de los vecinos es creciente y no son pocas las críticas cuando se pierde arbolado en las zonas residenciales. Conflictos como la tala de árboles en Madrid Río es una muestra de la importancia que la ciudadanía da a las zonas verdes.
Edificios mal aislados. Uno de los principales problemas de las ciudades es que los edificios no estaban creados para estas temperaturas que vamos alcanzando. “Nos hemos encontrado casos de personas mayores que estaban en sus casas a 35 ºC”, asegura Franco. En este sentido este investigador asegura que existen grandes desigualdades en las viviendas más antiguas con las nuevas, lo que se traduce en que son más vulnerables las clases sociales con menos recursos.
Islas de calor y noches tropicales. Las ciudades acumulan durante el día grandes cantidades de calor en el asfalto y por las noches lo emiten, lo que hace que la variación de temperatura sea menor, no bajan las temperaturas y hacen más comunes las noches tropicales, las que superan los 20 ºC. Donde más se nota el efecto isla de calor es en las calles más estrechas y con edificios más altos, así como las calles que tienen más tráfico.
Refugios climáticos. En los momentos de máximo calor se está recurriendo a este concepto como lugares donde la población vulnerable pueda acudir en los picos de calor. En la propuesta de Podemos se habla de centros cívicos, bibliotecas y otros espacios públicos habilitados para este fin. Sin embargo Franco se muestra muy crítico con esta solución. “Los refugios climáticos deben ser el último recurso porque el espacio público no protege o para acoger a la población en casas con más de 35 grados. Hay que tachar los problemas de raíz, esta solución es absurda llevar a la gente a una biblioteca donde no va nunca para que no pase calor”, asegura.
El Observatorio de Sostenibilidad apunta una serie de medidas que favorecerían la mitigación, medio plazo del calor en las ciudades.
- Aumentar el número de arboles, jardines, además de cubiertas y fachadas verdes.
- Más agua en la ciudad, con fuentes, láminas de agua, humedales.
- Pavimentos drenantes para favorecer infiltración de agua.
- Creación de anillos verdes, bosques urbanos y corredores ecológicos.
- Creación de hasta un millón de tejados solares: proporcionan sombra y electricidad barata.
- Diseño de ciudad para favorecer circulación del aire.
- Detección y mapeo de poblaciones más vulnerables.
- Diseño y planificación cualquier actuación urbana incluyendo riesgo climático.
- Contención tráfico combustibles fósiles en el centro.
- Indicadores, sistemas de rendición de cuentas de las acciones realizadas e intercambio de buenas practicas.
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