Aunque a lo largo de la historia el clima ha sufrido grandes variaciones, los cambios que se han producido en los últimos años preocupan mucho a los expertos. Y es que la subida de temperaturas que el planeta ha experimentado ha sido tan abrupta que las especies animales y vegetales no han tenido tiempo de adaptarse. Y las consecuencias ya se están notando. Un fenómeno global pero que en nuestro país está siendo especialmente patente.
"España es uno de los lugares más afectados por dos motivos. Primero, porque es una de las zonas donde se ha notado el impacto del cambio climático con más virulencia y velocidad. Y segundo por su situación geográfica, porque somos un país que está entre dos continentes y tenemos una biodiversidad muy variada, que está adaptada a nuestras condiciones climáticas", explica Luis Suárez, coordinador de Conservación de WWF. "Empezamos a notar los cambios en la última década, pero últimamente se están acelerando. Hay cosas que pensamos que sucederían dentro de 10 o 20 años y ya las estamos viendo", añade.
Impacto en la fauna
Los animales más afectados por la subida de temperaturas son, obviamente, los que necesitan ambientes más frescos para vivir. Y aquí resulta clave su capacidad para migrar hacia zonas que se adapten mejor a sus necesidades. Lo explica Diego Gil, investigador postdoctoral Margarita Salas de la Universidad Complutense de Madrid, que ha estudiado los casos de algunos insectos.
"Hay una relación entre la altitud y la latitud. Cuanto más alto y más al norte las temperaturas son más bajas y hay más precipitaciones. Y al revés, cuanto más bajo y más al sur más temperatura y menos precipitaciones. Los insectos son inmigrantes climáticos, y pueden subir en altitud o migrar yéndose al norte. Pero la diferencia es que al huir hacia arriba tarde o temprano llega un momento en el que no puedes subir más, por eso hay muchas especies en riesgo de desaparecer en el futuro. Y en cambio hacia el norte siempre hay mucho más territorio para dispersarse ", afirma Gil.
Hay ejemplos para todo. Díaz explica que el tritón del Montseny, una especie endémica de Cataluña que vivía en media altitud, se ha trasladado a cotas más altas. Algo similar a lo que ha sucedido con la mariposa apolo, que ha ido subiendo en varios centenares de metros en la sierra de Guadarrama.
Y Gil recuerda el caso de una abeja de suelo, típica de las zonas costeras del mediterráneo, que hasta hace poco jamás se había visto en Alemania. Pero hace cinco años comenzaron a detectarla allí, y ha acabado colonizado todo el país por completo. Pasó lo mismo con la libélula azafrán, que llegó a España en 2007 desde África, se introdujo en 2017 en Francia y últimamente se ha detectado también en Bélgica.
Además, hay otros animales, como el urogallo de la cordillera Cantábrica, que está sufriendo las consecuencias del cambio climático en su alimento. La época en la que nacen sus crías coincidía antes con un periodo en el que había muchos insectos, que ahora a causa de la subida de temperaturas se ha adelantado. Así que cuando estos animales dan a luz se encuentran con que no tienen cómo alimentar a sus crías.
Las especies marinas son, según explica Suárez, otras de las grandes perjudicadas. La razón es que en los mares la subida de temperaturas ha provocado que las aguas se vuelvan más cálidas, permitiendo la llegada de especies invasoras que están eliminando a las nativas y desequilibrando los ecosistemas. Lo hemos podido ver con el pez león, un depredador tropical voraz que ha llegado a nuestras aguas, y también con algunas algas del golfo de Cádiz.
Impacto en la flora
"Lo que nos está pasando no es algo puntual, es un tema a largo plazo. Llevamos ya 30 años de cambio climático, pero ahora empezamos a ver su impacto. Los bosques no están sanos y necesitan cambiar para adaptarse", afirma el inspector jefe de Bomberos de la Generalitat, Marc Castellnou. Según este experto las altas temperaturas que han provocado que el 2022 haya sido el año con más hectáreas de bosque arrasadas por el fuego nos abocan a un situación que va a durar "hasta que nuestros ecosistemas se hayan renovado". "Hay que hacer políticas de gestión de paisajes para ayudar a nuestros bosques a adaptarse al clima. Si no hacemos eso la situación de grandes incendios va a durar hasta que alguien gane, y esos van a ser los incendios", añade.
La solución para Castellnou es una nueva política de gestión de los bosques que sirva para adaptar y preservar nuestro ecosistema frente al clima de la Península Ibérica, que es distinto del que teníamos cuando gran parte de la población española nació.
"Tenemos que gestionar nuestros bosques, que estén sanos y sean ecosistemas maduros y diversos. Esto la escuela de Ingeniería de Montes lo sabe hacer, la selvicultura es una ciencia conocida. España a principios del siglo XX se planteó recuperar sus bosques y lo consiguió. Y la España del siglo XXI se tiene que plantear adaptar sus bosques al clima, y lo podemos conseguir. Fuimos un país que pudo demostrar, a principios del siglo XX, que podía hacerlo y pasamos de ser un país sin bosques a ser un país forestal, como somos ahora. Así que podemos adaptar nuestros bosques al cambio climático, el conocimiento lo tenemos es cuestión de que digamos: hay que ir por ahí", asegura.
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