Los residuos sólidos están atascando el alcantarillado de medio mundo. Las toallitas húmedas y los residuos domésticos que se tiran indebidamente por el retrete no ayudan. Y es que los sistemas de saneamiento de las ciudades tienen que lidiar con enormes tapones en colectores, arquetas o estaciones depuradoras por tirar estos productos por el váter.
Solo en la Comunidad de Madrid, Canal de Isabel II retiró en 2022 casi 30.000 toneladas de residuos sólidos de sus estaciones de depuración y de los bombeos de aguas residuales. La mayoría de esos residuos, entre los que se encuentran las toallitas, tendrían que haber acabado en la basura, pero en vez de eso, fueron arrojados al inodoro.
Solo papel higiénico
Por ello, en el Día Mundial del Medio Ambiente, Canal de Isabel II insiste en un mensaje clave: ni aceite ni toallitas, solo el papel higiénico puede desecharse por el inodoro.
Cuando tiras una toallita al váter, viaja por las tuberías interiores de las viviendas, donde se pueden producir atascos. Después, pasan por la red de alcantarillado y las instalaciones de bombeo de aguas residuales hasta llegar finalmente a las depuradoras.
¿El problema? Que no se desintegran bien en el agua. El papel higiénico lo hace en su totalidad en un máximo de media hora, pero las toallitas necesitan un par de días, y eso solo para llegar al 36%. Su composición de fibras sintéticas hace que tarden demasiado tiempo en deshacerse y que, por tanto, no lleguen descompuestas a las estaciones de depuración. Esto provoca que se vayan acumulando en las rejas de llegada y en las bombas, sobre todo cuando llueve.
Costoso y malo para el medio ambiente
Lo que puede parecer algo sin importancia tiene graves consecuencias en las infraestructuras hidráulicas. Y no solo eso, el medio ambiente también se ve afectado. Las bombas que impulsan el agua residual podrían dejar de funcionar e incluso provocar que las plantas de depuración no funcionen.
Además, como advierte Canal Isabel II, desatascar las infraestructuras hidráulicas obstruidas por residuos conlleva serios riesgos laborales para los operarios y supone sobrecostes millonarios, de unos dos millones al año en Madrid y 200 millones a nivel nacional.
Una vez que llegan, se retiran las toallitas y los residuos sólidos en grandes contenedores y estos se transportan en camiones a los vertederos. Solo en la Comunidad de Madrid esto supone realizar más de 7.000 trayectos al año que se podrían evitar si estos residuos se tiraran directamente en la basura.
Compresas, bastoncillos y preservativos
Las toallitas no son los únicos residuos que se tiran de manera equivocada. Tiritas, compresas, algodones, preservativos o bastoncillos acaban en el inodoro cuando deberían hacerlo en el cubo de basura.
Canal de Isabel II retiró en 2022 casi 30.000 toneladas de residuos sólidos de sus depuradoras y de los bombeos de aguas residuales
Canal Isabel II retira unas 30.000 toneladas de residuos mojados, lo que quiere decir que cada madrileño vierte por el váter casi 4 kilos de residuos al año. Esto no solo conlleva un sobrecoste anual de más de 200 millones de euros a nivel nacional –según datos de la Asociación Española de Abastecimiento de Aguas y Saneamiento (AEAS)–, sino que impacta negativamente en el medio ambiente. Los microplásticos que contienen este tipo de residuos se pueden fragmentar, traspasar los filtros de las depuradoras y llegar a contaminar los ríos y las especies que viven en ellos. Además, la acumulación de estos residuos no deseados puede inhabilitar las depuradoras y provocar que el agua vuelva a los cauces sin ser tratada.
Por ello, la labor de concienciación ciudadana es clave. Desde Canal Isabel II recuerdan que por el váter solo se deben depositar tres cosas: orina, heces y papel higiénico.
El caso del aceite usado
Es una de las prácticas habituales, pero también un error común. Arrojar aceite usado por el fregadero provoca bolas de grasa que, además de deteriorarla, pueden llegar a colapsar la red de saneamiento, tanto la pública como la de las viviendas.
Arrojar aceite usado por el fregadero genera bolas de grasa que deterioran y pueden obstruir la red de saneamiento
Dos tercios del aceite usado para cocinar acaban en las alcantarillas, y solo un litro de este líquido impurifica mil litros de agua. Esto supone un grave perjuicio medioambiental.
Por ello, es necesario reciclar de manera correcta el residuo. Lo más fácil sería almacenar el líquido sobrante en una botella y llevarlo a un punto limpio. El aceite, además, se puede reciclar y convertir en biodiésel (un combustible sostenible) o incluso utilizarse para producir jabón.
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