Este 17 de junio se celebra el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Una jornada que la ONU lleva conmemorando desde los años 90, pero que con el paso del tiempo y el avance inexorable del cambio climático ha ido ganando cada vez más relevancia. En 2023 España está sedienta por la falta de agua y las previsiones dicen que nos ahogaremos en un verano que, de nuevo, volverá a ser más caluroso de lo normal. Una situación que confirma la tendencia de los últimos años, en los que nuestro país está batiendo récords cada vez más preocupantes y cada vez más rápido.
Para hacer una radiografía sobre este tema, conviene aclarar una serie de términos que suelen confundirse: aridez y desertificación. Y es que en función de la precipitación anual y de la cantidad de agua que se evapora se puede calcular una tasa matemática que divide las distintas zonas de España en seis categorías: húmeda, subhúmeda húmeda, subhúmeda seca, semiárida, árida e hiperárida.
Dejando de lado las zonas hiperáridas (que, como veremos más adelante, tienen difícil solución), las siguientes tres categorías más secas son las que se considera que tienen riesgo de desertificación. ¿Y qué es la desertificación? Simplemente cuando una zona árida, semiárida o subhúmeda seca se ha degradado a causa de las variaciones climáticas o por la actividad humana.
Una vez aclarado esto, toca mirar los datos. Y en España son preocupantes. "El 75% del territorio es potencialmente desertificable. Dentro de Europa, es el país que tiene el porcentaje más alto", explica Jaime Martínez Valderrama, investigador postdoctoral en la Estación Experimental de Zonas Áridas del CSIC. "Salvo las zonas más húmedas del norte peninsular, que tienen un índice de erosión y aridez bajos, el resto de la España insular y peninsular tiene riesgo de desertificación en diferentes grados", añade Estanislao Arana, director académico del Foro de la Economía del Agua.
El propio Arana detalla que las comunidades con mayor riesgo significativo de desertificación son Canarias y Murcia, con cerca del 80% de su territorio en peligro. A ellas les siguen Castilla-La Mancha, la Comunidad Valenciana y Andalucía, con más del 50%. El experto recuerda también que la UE incluyó algunas zonas españolas dentro de las áreas en riesgo "especialmente grave de desertificación", junto al sur de Portugal y de Italia, el sureste de Grecia, Malta, Chipre y las zonas ribereñas del mar Negro en Bulgaria y Rumanía.
Sin embargo, aunque es fácil saber qué zonas están en riesgo de convertirse en un futuro en un desierto (al fin y al cabo, depende de una tasa matemática), es complicado cuantificar cómo de grave es el problema en aquellos lugares en los que este fenómeno ya se ha producido.
Lo ilustra Martínez: "Es difícil tener cifras solventes, porque es un callejón sin salida. La desertificación no es la única variable, concurren muchos procesos como la pérdida de suelo o el agotamiento de los acuíferos. Es un poco como sumar peras con manzanas. Hay información parcial, pero es difícil englobarlo todo. Y si no puedes cuantificar el problema es complicado hacerle frente".
Para solventarlo lo que se ha estado haciendo es estudiar cada zona en función de su contexto y de sus problemas. Y aunque es difícil comparar cifras, el experto del CSIC se atreve a nombrar algunos de los lugares de la geografía española más castigados por la desertificación, como el parque de las Tablas de Daimiel, Doñana, el Mar Menor o los valles del Ebro y del Guadalquivir. Todos comparten lo mismo: en los últimos años han copado titulares por su preocupante situación, en uno u otro sentido.
Causas de la desertificación
"El riesgo de desertificación está en aumento en España, en Europa y en todo el mundo", relata Martínez. "Esto se debe a que cada vez hay más zonas áridas, que actualmente ya ocupan el 46% del planeta", añade. El aumento de los territorios con potencial de convertirse en un desierto es notorio. Y conviene detenerlo, porque la desertificación, asegura el investigador del CSIC, es un proceso "irreversible".
"Debemos privar la prevención, porque en un sistema árido la naturaleza va muy despacio. Hacer que un centímetro de suelo sea fértil es un proceso que puede llevar 700 años. Tiene que tener los nutrientes necesarios, materia orgánica, restos de rocas… Y en cambio se puede estropear muy fácilmente, con unas lluvias torrenciales, por ejemplo", explica Martínez.
La desertificación, como ilustra Arana, se produce por un conjunto de causas que se interrelacionan entre sí: sequía y escasez de agua, mala conservación de aguas subterráneas y degradación de los suelos, erosión, contaminación, o salinización, pero también por la pérdida de carbono orgánico del suelo, por la pérdida de biodiversidad o por deslizamientos de tierras.
Los problemas del norte de España
La gran pregunta es, por tanto, cómo frenar este problema. Martínez ha investigado este asunto en profundidad para realizar el informe Desertificación: cuando el territorio hace aguas, (que verá la luz próximamente y está editado por el Foro presidido por Arana). Y tiene la respuesta.
"Hay que utilizar los recursos naturales que tenemos en la misma medida en la que los generamos. Digamos que tenemos que reacoplarnos. Pero para eso haría falta primero una organización territorial que nos ayude a saber de qué disponemos para poder adaptarnos a lo que tenemos. Y eso es algo que todavía no ha hecho ningún país del mundo, porque implicaría ralentizar el ritmo de producción", sostiene el investigador.
La zona norte de España, la única que actualmente no está en riesgo de desertificación, no está ni mucho menos exenta de problemas. "En la cordillera Cantábrica lo que está pasando es que está subiendo hacia arriba la cota de aridez. Se juntan las altas temperaturas, la evaporación, las pocas lluvias y la falta de estructuras y todo eso produce las sequías relámpago, que en cuestión de semanas les causan muchos problemas, porque no están acostumbrados. Si pasara en el sureste no sería tan grave, porque llevan toda la vida haciendo frente a eso. Pero en el norte está haciendo mucho daño", concluye Martínez.
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