En plena ola de calor el Ayuntamiento de Madrid, siguiendo la previsión meteorológica de Aemet, decidió activar la alerta roja y clausurar diez de los principales parques de la capital, entre ellos el Retiro. La razón que argumentaron era que el viento y las altas temperaturas podrían favorecer la caída de ramas y de árboles en los recintos, lo que podría causar accidentes similares a algunos que ya se vieron en el pasado. Pero una vez más -este tema no es nuevo- las críticas de aquellos que consideran un despropósito cerrar los pulmones verdes de Madrid precisamente cuando el calor más aprieta no tardaron en llegar.

Lo cierto es que el Ayuntamiento siguió el protocolo aprobado en 2019 por el Gobierno de Manuela Carmena, que establece que para activar la alerta roja deben registrarse rachas de viento de más de 65 kilómetros por hora (siempre y cuando la temperatura sea inferior a 35 grados) o de más de 55 kilómetros por hora (cuando el termómetro marque más de 35 grados). Una normativa que busca minimizar los posibles daños y accidentes, pero que cada vez que se activa genera una gran polémica.

Por ese motivo este martes Borja Carabante, delegado de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid, se reunió con el resto de grupos de la oposición para abordar este tema y escuchar las distintas propuestas de los partidos para poder, quizás, reformar la normativa actual. El encuentro sirvió para poner las cartas sobre la mesa, y ahora serán los técnicos municipales los encargados de valorar las propuestas de los partidos y determinar si podrían ponerse en marcha sin disminuir las condiciones de seguridad de los visitantes de los parques.

En la reunión Más Madrid y Vox, que coinciden en que los parques deben mantenerse abiertos durante las olas de calor, propusieron algunas ideas para poder hacerlo con plena seguridad. Por su parte, el PSOE calificó de "sinsentido" que "en los momentos en los que los parques son más necesarios estén cerrados", pero redirigió la responsabilidad de tomar una decisión a los expertos medioambientales. Algo que ya hicieron en agosto de 2022, cuando enviaron una carta a Carabante expresando sus dudas sobre la actual normativa.

En aquel escrito, los socialistas pidieron que el protocolo fuera evaluado por el Consejo Asesor del Arbolado, un órgano compuesto en 2021 por siete expertos independientes que tenía por objetivo fijar estrategias para la gestión de las zonas verdes frente a las adversidades meteorológicas. El Independiente se ha puesto en contacto con dos de sus miembros: Ángel Muñoz, jefe del departamento de jardines y montes de Patrimonio Nacional y Fernando Gil-Albert, doctor ingeniero agrónomo y catedrático emérito de la Universidad Politécnica de Madrid en las materias de Arboricultura y Jardinería.

Ambos han explicado que, aunque el Consejo mantiene reuniones periódicas con el Ayuntamiento de Madrid, no han tratado hasta al momento este tema en concreto. Pero se muestran confiados en que la actual normativa es idónea para prevenir posibles desastres ante un fenómeno que presenta muchas incógnitas.

La postura de los expertos

Muñoz explica que el efecto que provoca que en verano se caigan más ramas y árboles es bastante "desconocido": "Aunque está bastante estudiado a nivel científico mundial no se ha llegado a un acuerdo, porque conocer las causas es difícil. Pero sí sabemos que hay especies que son más proclives a sufrirlo, como los castaños, los eucaliptos, los robles, los olmos, los pinos, los fresnos o los cedros. Por eso se toma la medida preventiva de cerrar los parques. No es un capricho".

El propio Muñoz explica que la temperatura provoca que se caigan más ramas y más árboles incluso aunque no haya viento. Sin embargo, la normativa contempla que incluso con temperaturas altas es imprescindible que haya fuertes rachas de viento para poder activar la alerta roja. Algo que el experto considera lógico: "Lo contrario sería imposible, tendríamos que estar cerrando los jardines todo el tiempo porque no se pueden detectar estos peligros. Hay árboles aparentemente sanos, que se han inspeccionado y no se detecta que se caerán. Y eso que el Ayuntamiento de Madrid es uno de los organismos que más estudiado tiene el tema".

Sin embargo, esta explicación no convence a todos. "Que me enseñen esos datos de que en verano que caen más ramas, porque lo dudo mucho", afirma Manuel Franco, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (Sespas). Y añade: "El problema de los árboles no es cuando hace calor, sino cuando se produce estrés hídrico. Los parques no son lugares peligrosos salvo en momentos muy concretos como tormentas. Lo que se pretende es que se utilicen cada vez más, y en verano más que nunca. Por eso es importante que haya pequeñas zonas verdes accesibles a todos los ciudadanos, y no únicamente grandes espacios verdes a las afueras".

"Los parques en las ciudades son un recurso que protege la salud de las personas todos los días, pero sobre todo aquellos que hace mucho calor. Si algo sabemos es que los lugares con arbolado tienen menos temperatura y producen más humedad, algo que en las ciudades que no tienen costa es muy importante. Por eso cerrarlos durante las olas de calor es una barbaridad y un absurdo que va en contra de todo lo que sabemos de las ciudades y de la salud urbana", reitera Franco. 

Otras ciudades

El debate está centrado especialmente en el parque del Retiro, el más famoso de Madrid. Este martes Carabante informó de que en 2022 estuvo clausurado por alerta roja un total de 11 días, durante los cuáles se cayeron 123 ramas y 17 árboles. "La serie histórica acredita que los meses en los que más caídas de árboles hay son junio, julio, agosto y septiembre. Lo que significa que las altas temperaturas perjudican al arbolado y provocan situaciones de riesgo", aseguró el delegado de Medio Ambiente, que recordó que dos de los cuatro últimos fallecidos por caídas de árbol en Madrid murieron en el Retiro.

La normativa actual de Madrid contrasta con la de algunas ciudades europeas que, lejos de cerrar los parques durante las olas de calor, durante esos días amplían sus horarios. Pero Muñoz y Gil-Albert coinciden en que las comparaciones son imposibles. "Me parece temerario lo que hacen otras ciudades, pero es muy difícil comprender la gestión de cada país. Cada uno tiene un clima diferente. No es lo mismo gestionar un jardín en pleno centro de España como los de Madrid que en Londres o París", resume Muñoz. 

Una de las principales propuestas que hay sobre la mesa es estudiar el arbolado de los parques y analizar su estado, de tal manera que en los días de alerta roja se clausure únicamente las zonas con más riesgo. Pero los expertos no parecen muy optimistas con esta solución. "Sería algo ideal, pero es muy difícil determinar qué áreas tienen más riego y cuáles menos. Estos problemas los producen fenómenos erráticos, y la respuesta de los árboles también es errática. Para mucha gente cerrarlos por completo puede ser una precaución exagerada, pero es obligatoria", concluye Gil-Albert.