Es un tesoro para la industria del perfume y su valor en el mercado, unido a su “rara avis”, ha provocado escenas allá por donde ha aparecido. En Yemen hace unos años el hallazgo de ámbar gris en un cachalote llevó a un grupo de humildes pescadores a atrincherarse, armados hasta los dientes, mientras buscaban comprador. El último descubrimiento conduce hasta Canarias. La necropsia a la que fue sometido un ejemplar de cachalote varado en la playa de Nogales, en La Palma, detectó una piedra de ámbar de 9 kilos y casi 60 centímetros de diámetro que, al no poder ser expulsada, le terminó causando la muerte.

“Aunque algunos les llaman vómitos, en realidad son excrementos. Las piedras de ámbar se forman a partir de los picos de calamar que en grandes cantidades ingieren los cachalotes”, comenta en conversación con El Independiente Antonio Fernández, catedrático de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y director del Instituto Universitario de Sanidad Animal. El hallazgo es extremadamente inusual. “En Canarias no habíamos registrado nada igual en los últimos 30 años. En este tiempo hemos realizado más de 1.600 necropsias, entre ellas a 70 cachalotes, y es el primero en el que hemos encontrado una piedra así”, admite.

Era una cachalote macho de unos 13 metros de longitud y más de 15 toneladas de peso

Fue precisamente Fernández el principal responsable de un informe forense realizado en la playa donde su cuerpo fue hallado sin vida aprovechando el tiempo de bajamar, unas cuatro horas. “Era una cachalote macho de unos 13 metros de longitud y más de 15 toneladas de peso”, rememora el experto. Para entonces habían pasado dos días desde su fallecimiento y la descomposición había comenzado a hacer estragos en diferentes partes del animal. “En los primeros análisis descartamos  que su muerte estuviera relacionada con la actividad humana, con algún tema militar o con la colisión con un ferry. Desde el principio sospechamos que podía haber sido un problema digestivo”.

Un cálculo renal

La prueba definitiva asomó al final de la autopsia. “Concluyendo ya la parte del colón y llegando ya al recto y al ano, con la marea alta, vimos que tenía esta piedra de 60 centímetros de diámetro que le obstruía casi totalmente el intestino y que pesaba 9 kilos”, detalla. La piedra, agrega, es “parecida al cálculo renal que puede llegar a tener un valor desproporcionado en la industria de la perfumería y en algunos casos, un desenlace letal para el pobre cetáceo que la produce”.

Fue un proceso infeccioso de origen gastrointestinal el que acabó con su vida

El equipo canario que la auscultó considera que la piedra tardó años en formarse y que, al no poder se expulsada, “quedó enganchada en el colón”, “envuelta por una membrana de fibrina, lo que indica una colitis crónica fibrinosa”. Al cetáceo le causó “una colitis crónica con dilatación del colón” que los científicos consideran una “megacolon”. Según la autopsia, la piedra produjo “lesiones hemorrágicas en varios órganos, particularmente graves, en el corazón con hemorragias endo-miocárdicas multifocales graves” pero también en músculos, hígado, pulmón, con presencia de abundantes bacterias bacilares. Fue un proceso infeccioso de origen gastrointestinal el que acabó con su vida.

El equipo encargado de la autopsia del cachalote en Canarias. | UNIVERSIDAD DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

La razón de la formación de esta piedra que le condujo a la muerte está en su ingesta de comida. “Los cachalotes pueden comer al día cien kilos de calamares, que tienen unos picos córneos muy duros e indigeribles. Lo que hacen los cachalotes con los centenares de picos córneos de los calamares y las plumas de las sepias es regurgitarlos enteros. En algunos casos, el material duro continúa su recorrido por el sistema digestivo, que en estos cetáceos cazadores consta de cuatro estómagos que preceden a doscientos metros de intestinos”.

Como respuesta al problema intestinal y para amortiguar el doloroso daño que provocan en su interior, los cachalotes que han engullido los picos los recubren con una secreción grasa rica en colesterol, que cementa el conglomerado córneo. Así se fragua el ámbar gris, una sustancia que solo produce uno de cada cien cachalotes. Los más afortunados lo expulsan por el recto y los más desdichados terminan pereciendo, “enfermos de indigestión”.

Una dieta opípara

Un grupo de cachalotes cerca de la costa de Mauricio | Gabriel Barathieu

"Los cachalotes complementan su dieta rica en cefalópodos con cangrejos bentónicos y pulpos, y con rayas y otros peces grandes, incluidos tiburones de hasta doce pies de largo", explica el biólogo estadounidense Christopher Kemp, autor de “Oro flotante, una historia natural (y antinatural) del ámbar gris”. "Sus necesidades energéticas les impiden ser quisquillosos. Son enormes motores que queman combustible constantemente", agrega.

Un exilir entre perfumistas

De la azarosa odisea para digerir calamares y sepia nace el oro de la industria del perfume, una “rara avis” cuyo precio, en el caso canario, podría superar el medio millón de euros. El alto contenido en ambreína lo convierte en un objeto preciado entre los perfumistas. “El ámbar gris se ha utilizado durante siglos para fabricar perfumes. Actúa como fijador, fijando la fragancia a la piel de quien la lleva y haciendo que dure más tiempo”, relata el biólogo estadounidense Christopher Kemp, autor de “Oro flotante, una historia natural (y antinatural) del ámbar gris”, todo un tratado sobre este desconocido fenómeno.

Unas de las piedras de ámbar de mayor tamaño halladas. | Norbert Dentressangle

Hasta la fecha, la mayor pieza de ambarina hallada pesó 454 kilogramos y data de 1912. La posibilidad de hallar esta sustancia resulta extremadamente remota: su formación requiere años y solo el uno por ciento de los cachalotes la producen como reacción a la irritación que causa en el estómago la ingesta de los negros picos del calamar, el principal ingrediente de su dieta, y de otros objetos duros y afilados. En los casos en los que es expulsada, la bilis puede tardar otros tantos años en tocar tierra. Los principales hallazgos se han registrado en el océano atlántico, en las Bahamas, pero también en las aguas de Nueva Zelanda o las Maldivas.

Su formación requiere años y solo el uno por ciento de los cachalotes la producen

Su valor ha desatado escenas dantescas en medio mundo. En el caso de cachalotes que acabaron varados en la playa, hubo vecinos de pueblos cercanos que bajaron para despiezar al animal en busca de una porción que pudiera cambiarles la vida. En el caso canario, la piedra -con un olor poco recomendable- se halla en las dependencias de la universidad. “Es una piedra irregular y, cuando la sacamos del animal, olía realmente mal”, recuerda Fernández. Su color y textura puede variar conforme pase el tiempo, a juzgar por los testimonio de los agraciados previamente con una pieza de estas características.

“El ámbar es usado como ingrediente en la elaboración de perfumes y para otros propósitos más esotéricos en zonas remotas del mundo. En el mercado se puede vender a hasta 20 dólares por gramo dependiendo de su calidad [El gramo de oro cotiza a 40 dólares]”, comenta Kemp, que durante dos años recorrió el planeta en busca de pesquisas sobre esta fascinante joya de la naturaleza. El valor de este excremento transfigurado en joya quedó registrado en Moby Dick, un clásico de la literatura universal: “¿A quién podría ocurrírsele, pues, que damas y caballeros exquisitos se deleiten con una esencia surgida de las tristes entrañas de una ballena enferma? Y sin embargó es así”.