El color del océano parece reflejar las tendencias climáticas. Y en las últimas dos décadas, según un nuevo estudio, se han producido cambios de tonalidad en el 56% de las masas de agua salada, una extensión que es "más grande que la superficie terrestre total de la Tierra". Se trata de variaciones muy sutiles, casi imperceptibles para el ojo humano. Pero que poco a poco han ido tiñendo de un tono verdoso las aguas de nuestro planeta.
La investigación, publicada en la revista Nature, ha sido liderada por el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) y el Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, y ha contado con el apoyo de la NASA. En el estudio, los científicos descartan que los cambios en la tonalidad de agua que han registrado se hayan producido únicamente por la "variabilidad natural de un año a otro" del océano. Y apuntan directamente al cambio climático como responsable.
En concreto, los investigadores concluyeron que "las regiones de los océanos tropicales cerca del ecuador se han vuelto cada vez más verdes con el tiempo". Y aseguran que "el cambio en el color del océano indica que los ecosistemas dentro de la superficie del océano también deben estar cambiando, ya que el color del océano es un reflejo literal de los organismos y materiales de sus aguas".
Imágenes tomadas por la NASA del Delta del Ebro en 1984 (izquierda) y 2021 (derecha)
La incógnita que todavía no han podido resolver es de qué manera están cambiando los ecosistemas marinos para que las aguas se vuelvan verdes. Pero está sucediendo. "He estado ejecutando durante años simulaciones que mostraban que estos cambios en el color del océano iban a ocurrir. Pero ver que realmente sucede no es sorprendente, sino aterrador", afirma Stephanie Dutkiewicz, coautora del estudio y científica investigadora principal del Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del MIT y el Centro para la Ciencia del Cambio Global.
La experta se muestra convencida de que estas variaciones tonales cuadran con "los cambios inducidos por el hombre en nuestro clima". "Esto brinda evidencia adicional de cómo las actividades humanas están afectando a la vida en la Tierra en una gran extensión espacial. Es otra forma en la que los humanos están afectando a la biosfera", añadió B.B Cael, autor principal del estudio y científico principal del Instituto Nacional de Oceanografía de Southampton (Reino Unido).
21 años de imágenes oceánicas
El estudio señala que el color del océano es un producto visual de todo lo que se encuentra dentro de sus capas superiores: "En general, las aguas de color azul profundo reflejan muy poca vida, mientras que las aguas más verdes indican la presencia de ecosistemas, y principalmente de fitoplancton, microbios similares a plantas que abundan en la parte superior del océano y que contienen el pigmento verde de la clorofila. El pigmento ayuda al plancton a recolectar la luz solar, que utilizan para capturar el dióxido de carbono de la atmósfera y convertirlo en azúcares".
El fitoplancton, señalan los expertos, es "la base de la cadena alimenticia marina que sostiene organismos cada vez más complejos", y a la vez actúa como un músculo poderoso en la capacidad del océano para capturar y almacenar dióxido de carbono. Por lo tanto, los científicos están interesados en monitorear el fitoplancton en la superficie de los océanos y ver cómo estas comunidades esenciales podrían responder al cambio climático.
Para hacerlo, una buena manera es estudiar los cambios en los niveles de clorofila en los ecosistemas. Sin embargo, hace una década un estudio liderado por Stephanie Henson, del Centro Nacional de Oceanografía de Reino Unido (que es coautora de la nueva investigación), concluyó que se necesitarían más de 30 años de monitoreo continuo de clorofila para detectar un cambio provocado por el cambio climático.
Sin embargo, el equipo de B.B. Cael utilizó otro método más rápido. Se trata de la llamada 'reflectancia de teledetección', que permite extraer conclusiones sobre las concentraciones de clorofila y el estado de los ecosistemas gracias a las imágenes captabas por el satélite Aqua de la NASA, que ha estado monitoreando el color del océano durante 21 años. Éste sistema permite capturar siete longitudes de onda visibles, incluidos los dos colores que los investigadores usan tradicionalmente para estimar la clorofila.
Cambio climático
La investigación publicada por Nature llevó a cabo un análisis estadístico utilizando los siete colores del océano medidos por el satélite desde 2002 hasta 2022. Primero analizaron cuánto cambiaban los siete colores de una región a otra durante un año determinado, lo que les dio una idea de sus variaciones naturales. Y luego se alejaron para ver cómo fueron esas variaciones anuales en el color del océano durante un período más largo de dos décadas. La conclusión fue clara: los cambios que se habían producido estaban por encima de la normal variabilidad interanual.
Para ver si esto estaba relacionado con el cambio climático, el equipo utilizó un modelo de simulaciones elaborado por un equipo liderado por Dutkiewicz en 2019, que mostraba que la variación natural en otros colores del océano es mucho menor en comparación con la de la clorofila. Por lo tanto, cualquier señal de cambios provocados por el cambio climático debería ser más fácil de detectar que las variaciones normales más pequeñas de otros colores del océano.
Este modelo simuló los océanos de la Tierra en dos escenarios: uno con la adición de gases de efecto invernadero y otro sin él. El modelo de gases de efecto invernadero predijo que debería aparecer una "tendencia significativa dentro de 20 años", y que esta tendencia "debería causar cambios en el color de aproximadamente el 50% de la superficie de los océanos del mundo". Es decir, prácticamente los mismos resultados que han hallado ahora los científicos utilizando las observaciones satelitales.
"Esto sugiere que las tendencias que observamos no son una variación aleatoria en el sistema de la Tierra", asegura Cael. "Es algo consistente con el cambio climático antropogénico". Los resultados del equipo muestran que monitorear los colores del océano más allá de la clorofila podría brindar a los científicos una forma más clara y rápida de detectar cambios en los ecosistemas marinos provocados por el cambio climático, lo que ser muy útil para orientar los programas de conservación de los océanos.
"El color de los océanos ha cambiado", afirmó Dutkiewicz. "Y no podemos decir cómo. Pero sí sabemos que los cambios de color reflejan cambios en las comunidades de plancton, que impactarán todo lo que se alimenta de plancton. También cambiará la cantidad de carbono que absorberá el océano, porque los diferentes tipos de plancton tienen diferentes capacidades para hacerlo. Así que esperamos que la gente tome esto en serio. No son solo los modelos los que predicen que estos cambios ocurrirán. Ahora podemos ver que sucede, y el océano está cambiando", añadió.
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